El negociador, parte esencial del futuro del equipo de fútbol
Eran cerca de las 3 pm cuando el teléfono de un directivo “morlaco” sonó -el tono del celular correspondía a una ranchera tradicional-, del otro lado del dispositivo, una rápida y sagaz mente sugería (con vigor) que no se deje ir a Dreer sin obtener algo a cambio: “Recuerda que tenemos la opción a la compra, depositamos el billete y, si lo quiere otro equipo, nos tienen que pagar”.
El Cuenca hizo algo completamente reglamentario, esencia básica del mundo de los negocios y con el reglamento que muchas veces acompaña estas estrategias. Alejado de lo predecible, pensaron en ganar algo a cambio por el arquero Dreer, sin importar lo que se había ya pactado verbalmente.
Por esa misma región transitaba un agente de jugadores. En los días que se acercaban al fin del contrato de su representado, lanzó el anuncio al mundo, dejó saber que el jugador sería libre de negociar con quien quiera y que la puerta para escuchar ofertas estaba abierta de par en par.
Eso sí, para llegar a un acuerdo con su jugador había que mantener completa reserva, única condición para poder acceder a los servicios de este futbolista, si no había reserva, se podía dar el cáncer temido en estas realidades: “Se entorpecerían las negociaciones”.
Mientras tanto, el negociante escuchaba lo que ofrecía el club A y le decía que definitivamente se quedaría con ellos, salía de esa reunión y se comunicaba con el club B para decirles que la oferta del A era mejor, que debían subir lo que tenían estipulado pagar.
Pero la estrategia no terminaba ahí, faltaba el toque maestro final.
Haciendo uso de la ambición desmedida e irresponsable que existe en varios periodistas, el negociante llama a uno de los últimos protagonistas de su obra, a quien llamaremos el “pato”.
Dejándole saber que no se lo ha dicho a “nadie”, que se lo cuenta por ser una persona seria, el negociante le revela al “pato” que Boca Juniors ha hecho una oferta por el futbolista ecuatoriano, sin dejar de remarcar: “No digas que yo te lo dije. Puedes decirlo al aire, pero no me involucres, por favor”.
Ante esta “bomba”, el “pato” corre a difundirlo por los medios donde labora, se riega la “noticia” por todos lados, el hecho es repetido sin ninguna intención de confirmar fuentes. Es época de contrataciones y, si no se dice algo, no se está en nada. Así sea mentira, hay que decir cualquier torpeza.
Lo que el “pato” no sabe es que esa misma llamada que recibió, por la cual se sintió el “elegido”, fue repetida por otros lados, con otros protagonistas, mismo guión y propósito exitoso: comerse al cuento al “pato”.
Ahora los clubes locales A y B saben que hay que subirse o pierden al jugador, la noticia de Boca Juniors resulta impactante.
Solo tres días después empieza a leerse que el club argentino jamás hizo una oferta oficial por el ecuatoriano.... no importa, más importante fue el anuncio inicial antes que el ejercicio de desmentida.
Irónico, cuando un representante de jugadores hace todas estas movidas, se lo considera inmoral, pero si lo hace un gerente de compañía, es un genio, un valioso negociante.
Y llegamos al gerente del equipo, al presidente de la Comisión de Fútbol, al encargado de armar el equipo, tienen diferentes nombres, pero hacen lo mismo.
Este personero del plantel de fútbol debe lidiar con los negociantes, otras veces directamente con el futbolista, enfrentarse a chequeras más poderosas de otros clubes, poner en práctica su visión y talento para elegir al jugador indicado, correr contra el tiempo, escuchar críticas si el equipo que va tomando forma no satisface los gustos de los que opinan.
Nada fácil, la competencia y trastos que se encuentran en el camino son numerosos. Hay que saber de todo y tener ingenio de negociador.
¿Vale de verdad todo al momento de querer conseguir un objetivo?
¿El fin justifica los medios, o la moral y ética debe imponerse
ante todo?
Turbio este mundo... ¿verdad?