El “40” es sinónimo de las fiestas de la capital
Las fiestas aniversarias por la fundación española de la capital son la oportunidad propicia para mantener latente esta tradicional expresión: el “40”. “Los españoles se divertían mucho con este juego y cuando vinieron a Ecuador, no los conquistadores, sino muchos años después, allá por 1880 se comienza a practicar en el país”, anota Luis Silva, pentacampeón del certamen que anualmente organiza la APDP (Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha).
Los sistemas del juego son distintos, pero la inteligente aplicación puede conducir al éxito en una partida; los secretos radican en acordarse de las cartas y levantar el mayor número, aunque, según Silva, los quiteños tienen algunos defectos, porque juegan a la caída, pero la idea es jugar con el rival de la derecha para que no levante cartas y el meollo es hacer 20 o más para asegurar 6 tantos, sin dejar pasar las caídas que significan 2 tantos.
Los “cuarenteros” de antaño, especialmente los quiteños y los “chagras”, que con fino humor y su tradicional “sal” animaron las reuniones de las jorgas en bares y en barrios tradicionales, relatan los albores de este juego, que con el transcurso de los años se ha difundido en el territorio nacional.
A partir de 1950, el “40” cobra mayor importancia en la ciudad de Quito y en la administración del alcalde José Ricardo Chiriboga Villagómez se organiza el I Campeonato de Cuarenta como parte del programa de festejos de la ciudad, debidamente reglamentado.
Sin embargo, el guayaquileño de 69 años afirma que el “40” se inició en la provincia de Manabí, en su capital Portoviejo, y luego el juego se expandió a la Sierra, a Quito, específicamente; posteriormente otras ciudades del callejón interandino también se sumaron a la práctica.
“En el año 1920 llega a la ciudad de Guayaquil y el primer campeonato serio, con muy buenos premios, tuvo lugar en 1958 en el Palacio de Telecomunicaciones”, sostiene.
Sin embargo y hasta entonces, el juego había tenido cabida en los barrios de la ciudad y en las fiestas guayaquileñas se organizaban torneos. “Jugar con 5 cartas es lo común y corriente, en Guayaquil se lo hace con 4, modalidad que aún persiste en algunos barrios con reglamentos propios”.
Aunque en los actuales momentos, el juego del “40” no es una constante distracción, en la capital hay varios sitios en donde se mantiene su práctica. En algunas cafeterías del Quito colonial, como el tradicional Madrilón, grupos de quiteños se reúnen para jugar las cartas, recordar aquellos tiempos matizados con mucha “sal y pimienta”, al tiempo de tomarse un brandy.
“Conozco que el juego del 40 vino de España, pero aquí en Quito se lo compuso de una manera diferente, aunque los aspectos originales se mantienen hasta el momento, pero se jugaba con maíces para dar los tantos y eran las personas mayores las que lo hacían”, sostiene Arturo Guerra, quiteño de 58 años.
Por su lado, Manuel Calderón confiesa que desde que tuvo uso de razón conoció el juego del “40”; recuerda que en la calle Manabí y Flores existía un salón de propiedad de don Castrillón, como así lo llamaban, en el que se concentraban los vecinos de la Plaza del Teatro y se amanecían en el juego.
Mientras jugaban y como cortesía de la casa, Castrillón servía el “café tinto” (con licor), pero en las casas de los quiteños se jugaba a las cartas entre amigos, compadres y vecinos; la dueña de casa con su esposo hacían de la pareja anfitriona para recibir a sus similares visitantes; las partidas eran interminables.
Los “san viernes”, en lugares como la “Cueva del Oso”, cuyo propietario tenía características propias (alto, barbudo, gordo), “los viciosos eran infaltables y también se amanecían”, relata el quiteño de 83 años, al destacar a los hermanos Garnica (jugadores de fútbol del Titán, hoy Aucas), quienes eran asiduos concurrentes al tradicional restaurante quiteño.
Coincide en que este juego lo trajeron los españoles, pero en las fiestas de Quito se practicaba en toda la ciudad, acompañado por las “puntitas” (trago de caña); al llegar la medianoche terminaba el entretenimiento y la gente se dedicada a bailar en las calles. “Esa era la costumbre”, enfatiza Calderón.
El juego de las cartas se remonta a épocas inmemoriales. No existen datos concretos sobre su invención, aun cuando se menciona que probablemente fueron los chinos o egipcios los que iniciaron la práctica de esta distracción en el año 959.
Sin embargo, a mediados del siglo XV, España abre el espectro de los juegos de naipes, según datos referenciales obtenidos en la web, para las clases populares y otras esferas. Elabora sus propias barajas de 48 cartas más comodines, con los palos y sus significaciones, tales como oros (los ricos), copas (los clérigos- cáliz), espadas (ejército) y bastos (pueblo).
Las cartas en Ecuador tienen vigencia con la venida de los españoles, pero el “40” es el juego propio de los ecuatorianos, con una baraja tradicional de 52 naipes de los cuales 40 son empleados.