Dentro del Maracaná hubo fiesta y en las calles protestas
La clausura de la Copa Confederaciones deleitaba a todos los presentes en el mítico estadio Maracaná. Más de 70.000 personas disfrutaban de los juegos artificiales y luego de la gran final que consagró campeón a Brasil.
Pero en las afueras de ese mismo escenario todo era distinto. Un grupo de manifestantes se enfrentaba con la policía en uno de los cercos que protegía el Maracaná de Río de Janeiro.
La confrontación se dio una media hora antes del comienzo del encuentro, después de que ese grupo lanzara objetos contra el cordón policial en la esquina de la calle São Francisco Xavier y la avenida Maracaná, según testificaron periodistas de la Agencia Efe.
Según medios locales, el enfrentamiento dejó seis heridos, todos manifestantes, aunque se desconoce su gravedad.
Ante la gran cantidad de gas lacrimógeno, que incluso se llegó a sentir dentro del estadio Maracaná, los participantes en la marcha se dispersaron por las calles adyacentes y algunos entraron a bares donde en ese momento la clientela veía el partido.
La marcha, de más de mil personas, según información preliminar de la policía, salió de la Plaza Saens Peña, en el barrio de Tijuca, a unos dos kilómetros del estadio, hacia el Maracaná, con carteles a favor de la educación y en contra de la corrupción y la concesión del estadio a la gestión de empresas privadas, entre otras quejas.
“Maracanós” (Nosotros Maracaná) era el grito que dominaba en la concentración, dentro de la cual había un grupo de personas con los rostros cubiertos cargando mochilas, mientras que policías acompañaban caminando junto con los manifestantes.
La ciudad, y en especial los alrededores del Maracaná, fue ocupada por unos 10.600 policías y 7.400 militares, un contingente que duplicó el número de agentes que cada día patrulla Río de Janeiro y la vecina Niterói.
Previamente se había registrado otra marcha que fue respaldada por unas 5.000 personas. Esta llegó hasta cerca de un kilómetro del estadio, donde fue contenida por un fuerte cordón policial, sin que se registraran incidentes.
No ocurrió lo mismo con la segunda marcha, en la que algunos de los participantes comenzaron a desfilar encapuchados, en una clara provocación a la policía. Lo que terminó en los ya citados enfrentamientos que incluso produjeron que el gas lacrimógeno se sintiera hasta dentro del estadio.
Ambas manifestaciones reiteraron las demandas de las anteriores, con protestas contra el gasto público en el torneo de la FIFA y peticiones de mejores servicios públicos y más inversiones en salud y educación, entre otras.
Dentro del estadio, otros 1.300 guardias privados se ocuparon de mantener la seguridad en el recinto. Esa estricta seguridad interna y la intención de la FIFA de impedir toda manifestación dentro del estadio fueron burladas en la ceremonia de clausura.
Dos de los participantes, que salieron de unos enormes balones que eran parte de la escenografía de la fiesta, extendieron una pancarta que exigía la “inmediata anulación de la privatización del Maracaná”, mientras otro mostraba una bandera arco iris con leyendas contra la homofobia.
Pero no todo terminó ahí, al finalizar el partido los hinchas tuvieron que ir a la estación del Maracaná de la línea 2, ya que la de la línea 1 (Francisco Xavier) estaba cerrada por los manifestantes.
Ante todo esto, la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, reiteró ayer su propósito de dar respuestas rápidas y concretas a las protestas que sacuden al país desde hace tres semanas, que han erosionado el apoyo de los electores a su gestión. “El Gobierno trabaja para dar respuestas concretas para los problemas de la economía, el transporte, la salud, la educación y también la política”, dijo la Jefa de Estado.
Además, dijo que en los próximos días enviará al Congreso una solicitud para que sea convocado un plebiscito, mediante el cual se consultará a la sociedad sobre el contenido de una reforma política que las manifestaciones exigen y que está paralizada desde hace 15 años.