Por momentos luce preocupado, el movimiento de sus manos y el ceño fruncido así lo delatan. En el graderío de Tumbaco, mientras conversa con el presidente del club, Hugo Villacís, Mario Saralegui observa la tarea que cumplen sus jugadores.   La décima posición que ocupa  El Nacional   en el torneo local -2 puntos en 3 cotejos- inquieta al técnico uruguayo.

Tras un duchazo y con los nervios más firmes, accede a una entrevista con FANÁTICO. Luce sereno y hasta sonríe ante algunas interrogantes. Asume la responsabilidad del mal momento que vive su club.

“Creo que al menos el 80% de lo que pasa es mi culpa, porque soy yo quien pone los jugadores, hago los cambios, los entreno, etc...”.

Saralegui cree que hay dos factores fundamentales en los que recae el  bajón deportivo y anímico que vive su plantel. Descarta, de entrada,  que el retraso en el pago de sueldos y premios  sea un aspecto condicionante en el rendimiento.

“Tuvimos que comenzar la participación 15 días antes que los demás con una corta pretemporada. Además, fuimos eliminados muy temprano de la Copa Libertadores y esos son aspectos que al momento nos están pasando factura”.

El estratega de 52 años  considera que la adversidad que vive su plantel  no es una razón para  alejarse del grupo que comanda hace 18 meses.

“Siento que la situación actual es controlable porque conozco a mis jugadores. Es una racha negativa que pasamos y  todos nos hemos comprometido a superarla. El rato en que crea que esto se me va de las manos daré un paso al costado”.

El uruguayo admite que, pese al trabajo que cumplen a diario en el complejo de Tumbaco, sus pupilos no logran llegar al nivel en el que terminaron el año pasado, pero no los culpa por eso.

“Los jugadores no son máquinas que funcionan siempre a un mismo ritmo. Son personas que tienen problemas y eso incide mental y anímicamente. Todo se relaciona con  el desempeño”.

Entre risas comenta que, por instantes, en un encuentro pierde el control, se siente impotente y quisiera volver a vestir de corto.

“Todos los que alguna vez jugamos sabemos que  un resultado dependía de uno,  como técnico la cosa cambia, pero no considero que me hayan defraudado”.

En sus charlas diarias insiste en el equilibrio emocional que deben guardar y en la posibilidad de ser autocríticos. “Uno no puede creerse más ni menos que nadie por el buen o mal rendimiento que tenga”.

Fiel a lo que predica, Saralegui  reconoce que se equivocó totalmente en los cambios que realizó la semana anterior en Sangolquí, ante Independiente del Valle.

“Fue el peor segundo tiempo que ha realizado el equipo desde que estoy aquí (18 meses). Fallé en las modificaciones y eso no se puede repetir. Si quiero conservar mi puesto, también yo debo mejorar”.

Además, asume su responsabilidad  en la falta de seguridad que brindan los  goleros, Bonard García y Danny Cabezas. “Hoy que miro al arco veo que debimos reforzar ese sector, me equivoqué y al momento ya no se puede hacer nada”.

El entrenador opina que los siete refuerzos jóvenes que llegaron este año aún necesitan tiempo para acoplarse al grupo. “Este es un equipo a futuro, y ojalá yo esté para usufructuar de eso”, sonríe.