Lo planificaron todo. Juan Chocho, Mónica Juela, Édison Salazar, Diego Guevara, Jonathan Cáceres y Guillermo Peña llegaron hasta el Parque de la Madre, de Cuenca, a  las 07:40, para realizar sus entrenamientos diarios. Luego de las 10:00, cuando sus prácticas finalizaron, el cansancio quedó al margen; sus manos y cerebros empezaron a funcionar más rápido de lo normal. Tenían que cumplir con un objetivo. 

La idea era  plasmar   frases de aliento sobre pliegos de  cartulina para exhibirlas más tarde (13:00), en el aeropuerto Mariscal Lamar, al recordista sudamericano de los 20 y 50 km marcha: Andrés Chocho. El azuayo cronometró  3 horas, 49 minutos y 32 segundos, en Daegu, Corea del Sur, el pasado viernes 2 de septiembre, en el Mundial de Atletismo.

“Tus récords sudamericanos nos hacen grandes” era la frase que redactó sobre la cartulina  Édison Salazar, quien compartió con el andarín  los entrenamientos previos a su participación en el Mundial.

“Andrés es una persona con la que he  compartido logros y fracasos,  desilusiones y muchas cosas, en los cuatro años que lo conozco, por eso sé que  realmente se merece lo que le está pasando ahora”, fueron las palabras de Mónica Juela, que se desempeña como secretaria de la escuela de marcha Luis Chocho, mientras retocaba con un marcador rojo las frases de bienvenida.

Jonathan Cáceres, por su parte, fue más escueto y  apenas explicó una anécdota que vivió con Andrés antes del viaje a Corea del Sur, cuando ambos  iban a hospedarse en un hotel de Quito.  El deportista de  20 km marcha contó que, cuando ingresaban al mencionado lugar, el recepcionista rompió un vidrio que pudo  lastimar a Chocho. “Yo le dije que tenía un poder y suerte bárbaros y que si con  eso no le pasó nada era una buena premonición de que en la competencia iba a triunfar”, recordó.

Mientras sus amigos arreglaban los cartelones, Diego Guevara, muy serio en sus expresiones, comentó que fue testigo del esfuerzo que desplegó el marchista antes de su viaje. “Siempre Andrés se ha mostrado  como un profesional, desde sus entrenamientos hasta en la disciplina que transmite fuera de ellos.

Las ocho horas diarias que dedica a su preparación son suficiente prueba para comprobar su dedicación”, dijo Diego, quien “en corto” acotó que con Andrés y algunos compañeros, en sus pocos momentos libres, suelen salir para conversar mientras degustan una pizza y papas fritas.

El profesor Juan Chocho, más sobrio en sus expresiones, mientras revisaba algunos papeles relacionados con sus labores -es entrenador junto a su hermano Luis (padre de Andrés- , indicó que con el tiempo conseguido en Asia, Andrés, con una preparación idéntica a la mostrada hasta el momento, podría aspirar a ubicarse en las 10 primeras plazas.

“En el atletismo hay muchas cosas que influyen para alcanzar el éxito. Si las cosas continúan como hasta el momento, podremos aspirar a una sexta posición”, afirmó.

Cerca de las 12:40, en el aeropuerto Mariscal Lamar, dirigentes de la Federación Deportiva del Azuay, familiares y amigos esperaron el arribo de Andrés. El andarín que participará en los Juegos Olímpicos de Londres, tanto en 20 como en 50 km marcha, llegó 20 minutos después en el vuelo 1541,  proveniente de Quito.

Cerca a las 13:20, Andrés dio una rueda de prensa. Minutos antes Joel Villavicencio, medalla de plata olímpica juvenil, le entregó un ramo de flores. “Estoy alegre por lo que he obtenido en esta competencia y no me queda más que prepararme con ganas de cara a lo que serán los JJ.OO.”, destacó Chocho, quien -además- es dueño del récord sudamericano en los 20 km (1h20:23), en el torneo surcontinental de mayores, efectuado en Buenos Aires, el pasado 7 de junio.

Luego del acto, Andrés junto con sus familiares cercanos fueron a disfrutar de un almuerzo mientras sus amigos anunciaron que hoy saldrán con  él para comer  pizza y papas fritas.