Críticas al tradicional Rally Dakar desatan amenazas en Perú
Cuatro meses después de que Perú fuera uno de los países cede del Rally Dakar 2013 todavía pueden verse las calcomanías promocionales de la competencia en autos, paredes y afiches.
Más allá de esos escasos símbolos nada recuerda la fiebre generada, a inicios de año, por la llegada de los autos, los equipos, los pilotos. Nada se dice tampoco sobre la discusión que sucedió a dicho evento, en la que se señalaba una serie de daños históricos, arqueológicos, paleontológicos supuestamente producidos en las zonas que sirvieron de pista para el tránsito de los vehículos.
Esta discusión, sin embargo, no era nueva. En el 2012, cuando Perú fue por primera vez parte de este circuito, varias voces cuestionaron las razones bajo las cuales se aceptó la presencia del certamen, aduciendo el alto impacto ambiental en zonas de influencia arqueológica.
El Rally es una prueba privada anual caracterizada por un amplio despliegue tecnológicoEl Rally Dakar, organizado desde 1979 por Amaury Sport Organization (ASO), es una competencia privada anual caracterizada por un amplio despliegue tecnológico y mecánico, y que ha sido cuestionada en diversas ocasiones por el impacto que toda su estructura genera en los sitios de exhibición. Precisamente ha sido este tema el que ha levantado polvareda en los últimos días.
El Dr. Raúl Montenegro, destacado ambientalista argentino, y responsable de la Fundación para la defensa del ambiente (FUNAM), después de llevar a cabo varios procesos legales contra la organización del Rally Dakar desde el 2009, año en que se corre por primera vez en América Latina, fue el articulador de una serie de esfuerzos orientados a evaluar el daño causado por la competencia desarrollada en enero pasado entre Perú, Chile y Argentina.
A este objetivo se sumaron los colectivos Acción Ecológica y Fundación Nuestro Patrimonio, de Chile, así como el Museo Paleontológico Meyer-Hönninger, del Perú, este último dirigido por Klaus Hönninger, quien emitiera una serie de declaraciones en las que dejaba en evidencia la falta de cuidado y medidas de protección en la Zona de Ica (costa sur del Perú) y el Desierto de Ocucaje, las mismas que habrían provocado daños irreparables a la incalculable cantidad de restos fósiles que, se estima, se encuentran en estos sectores. El año pasado, Hönninger, paleontólogo de origen chiclayano, había insistido en estas mismas denuncias, sin que lograra mayor eco en los estamentos oficiales del Gobierno Peruano.
Previo al evento, las voces del Ministerio de Cultura apuntaban a una serie de recomendaciones para los espectadores del Rally, las mismas que, según refirieron sus representantes, estaban cimentadas en una planificación responsable que buscaba evitar al máximo los impactos en la zona.
Para Hönninger, sin embargo, los hechos han superado dichas recomendaciones, causando efectos diversos que van desde la basura en zonas desérticas hasta el uso de vértebras de ballenas fosilizadas como sillas para admirar la carrera. Sin embargo, para Eduardo Herrán Gómez, director del Instituto de Investigaciones Arqueológicas Ojos de Cóndor, esos daños serían mínimos, casi inexistentes, lo que demostraría la eficiencia de la planificación de parte de las instituciones gubernamentales.
Digresión: la prensa no ha sido más que un eco tibio de estas discusiones, dedicándose a visibilizar las remesas económicas que se habrían obtenido por la competencia.
Ha sido la insistencia de Hönninger la que ha terminado por romper el dique: tras la noticia de que el Rally Dakar no tomará en cuenta a Perú para su evento en 2014, una serie de amenazas de muerte se han cernido sobre él y su familia.
Para Daniel San Román, columnista de El Comercio de Lima, la ausencia de la prueba, irónicamente, no se debería a los impactos ambientales sino a una serie de negociaciones en las que la ASO decidió inclinar su balanza por integrar a la competencia a Bolivia y dejar fuera a Perú.