“Chucho" es un ejemplo de generosidad en México
Serio, de pocas palabras y reservado. Así describen a Christian Benítez sus excompañeros y el personal administrativo del Club América y del Estadio Azteca (México) que lo conocieron durante los entrenamientos y en las concentraciones previas a los partidos de las “Águilas”.
Sin embargo, quienes formaron parte del círculo íntimo que rodeó al futbolista en México destacan su lado humano. Dicen que fue una persona sensible, humilde, solidaria, que jamás le negó ayuda a las personas que atravesaban por circunstancias adversas.
Antonio Rodríguez fue una de las pocas personas que conoció al goleador más allá del ámbito deportivo. Se trata de su peluquero, el artífice de los creativos cortes de cabello con los que el futbolista sobresalió, marcó tendencia en México e inclusive a nivel global.
El artífice del look del “Chucho” en México
Al sur de la ciudad de México, en la colonia Tlalpan Centro, se ubica la peluquería “Antonio, hair studio”, el modesto negocio que Rodríguez abrió hace quince años sin pensar que se convertiría en el peluquero de los jugadores de la selección mexicana y de clubes como Cruz Azul y América.
A mediados del 2011 varios jugadores del equipo de las “Águilas” le comentaron que “el nuevo” -el delantero proveniente del Santos de Torreón- quería un corte de cabello y que lo estaba buscando. Era Christian Benítez, quien una tarde entró a su negocio para convertirse en un asiduo cliente y más tarde en uno de los mejores amigos de Antonio.
“Chucho” marcó un antes y un después en la vida profesional de Rodríguez. “El Chucho me cambió la vida. Fue mi trampolín porque los cortes de cabello que le hice fueron tendencia. Otros jugadores no se atrevían, pero él era muy seguro”, comenta el peluquero de 39 años, quien con nostalgia recuerda que sintió nervios la primera vez que Benítez le pidió que le dibujara el número 11 en la cabeza.
Pese a la falta de experiencia, el peluquero mexicano se dejó guiar, según él, “por lo que el cabello y la forma de la cabeza le decían”. Así, dio rienda suelta a la creatividad definiendo líneas, símbolos y caracoles mayas y aztecas que formaron diseños originales.
De vez en cuando Benítez se burlaba del resultado: “Peluquín, hoy no le quedó tan bien; lo voy a llevar a Ecuador para que aprenda”, decía el “Chucho” antes de que Antonio se disculpara y aceptara que se le “había ido la mano”.
Poco a poco Rodríguez mejoró la técnica y cada vez elaboraba diseños más atrevidos en el cabello corto de Christian. Los cortes generaban la admiración de los compañeros del delantero y hasta de la directiva del América, que en varias ocasiones solicitó al jugador que fuera “más recatado”.
La imagen de Benítez era inconfundible y lo posicionó como uno de los mejores peinados del fútbol mundial, según una revista de estilos publicada en el 2013. “Tú eres un ídolo, eres un rock star, tú puedes hacer lo que quieras con tu cabello, tienes que dejar huella”, le decía el peluquero a Benítez.
Rodríguez llegó a convertirse en algo así como una “cábala” para el goleador, puesto que horas antes de cada partido, sin excepción, lo llamaba al lugar donde estaba concentrado para que le diera un retoque al corte de cabello.
Benítez, generoso y solidario
Antonio Rodríguez combina sus actividades como peluquero con estudios de Psicología en la Universidad Autónoma de México (UNAM) y en sus ratos libres es arquero del equipo amateur Leones Negros. Cuenta que el “Chucho” colaboró con este equipo llevando como “refuerzo” a su suegro Cléver Chalá, con quien también entabló un trato amistoso.
“Con ellos cambió mi perspectiva respecto al jugador exitoso y ostentoso; ambos me dejaron ver el lado humano”, dice Rodríguez, quien en algún momento fue el confidente de Christian. De esta manera, Rodríguez fue testigo de la labor social que cumplía “Chucho” y de su generosidad con personas necesitadas.
Una tarde vio que un joven que parecía enfermo se acercó a Christian en el hotel donde se concentraba el América antes de un partido. El chico lo interceptó en el elevador y le dijo: “Chucho, ayúdame para comprar la receta, no tengo”. Cuenta que el delantero lo miró y sacó dinero de su billetera y se lo entregó.
Unos días antes de esa experiencia, cuenta Rodríguez, observó que algunos jugadores brasileños que llegaron a México a “probar suerte” y que no fueron contratados por ningún equipo, se acercaron al delantero ecuatoriano para pedirle ropa y comida.
Según Antonio, la generosidad de Benítez no tenía límites. Y dice que él también tuvo que recurrir al “Chucho” hace tres meses cuando su madre sufrió un infarto: “Yo estaba en una situación económica apretada y no tenía a quien solicitar auxilio. Le hablé a Chucho y le dije: Negro, tengo un problema, mi mamá está enferma y no puedo pagar los gastos para sacarla del hospital”.
Los ojos del peluquero se llenan de lágrimas y hace una pausa antes de mencionar con sus labios temblorosos: “Él me ayudó a salvar a mi madre; irónicamente ahora Christian muere con un infarto, no es grato”, relata.
Durante su paso por México, Benítez hizo varias donaciones a instituciones que asisten a migrantes que cruzan la frontera norte de México. Pero según Rodríguez, quizá el mayor legado es el Centro de Formación “Chucho” Benítez, una escuela mixta de fútbol ubicada en Ixtapaluca, Estado de México.
El goleador mentalizó la escuela, la organizó y la puso en funcionamiento con el objetivo central de promover la actividad física y alejar a los jóvenes de las drogas en una zona caracterizada por carencias económicas y sociales.
Al rememorar al “Negro”, como Rodríguez le decía de cariño a Benítez, concluye que la enseñanza de vida que le dejó “Chucho” fue la de ser solidario con otros. “Fui testigo del ser humano que compartía, que se daba y que daba. No te hablo solamente de dinero sino también de atención, de preocupación, de liderazgo, de humildad”, así es como el peluquero de la Selección Mexicana desea recordar a su cliente estrella, pero más que nada a quien consideró su mejor amigo.