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El Telégrafo
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Cambiamos... o fracasamos

Cambiamos... o fracasamos
13 de julio de 2011 - 00:00

Decepcionante, así de simple, fue la actuación de la selección nacional la otra noche ante Venezuela en Salta, en el marco de la Copa América. Una derrota que duele por sí sola, pero que lastima y genera una enorme preocupación e incertidumbre de cara al futuro, de cara al objetivo primordial: las eliminatorias al Mundial de Brasil 2014.

Fue tan pobre y deslucida la presentación de Ecuador que ha generado una reacción lógica en todos los estamentos que hacen parte de nuestro fútbol. Dirigentes, periodistas, aficionados y los mismos jugadores, que por obvias razones no lo expresan, pero que se palpa en el ambiente, en el clima que rodea a la “Tri”. La aspiración de todos: una selección que genere confianza, que sea fiel exponente de los progresos de los que tanto nos ufanamos.

Más allá de lo que hoy suceda ante Brasil, ojalá que se pueda mejorar y conseguir un resultado importante. Como ecuatoriano lo deseo de corazón, pero a fuerza de ser objetivo, lamentablemente la realidad nos marca otra cosa.

Este equipo no ofrece ninguna garantía y definitivamente no creo en los milagros del  fútbol.

Es importante que quienes tienen la decisión analicen a fondo y que ese análisis lleve a tomar los correctivos necesarios para poder seguir soñando con otra clasificación a un campeonato mundial de balompié.

La actuación ante los “llaneros” no hace otra cosa que ratificar lo que ya habíamos adelantado hace un mes en esta columna: más dudas que certezas, un desconocimiento total de nuestro fútbol del DT Reinaldo Rueda, así lo demuestra con los jugadores que convocó, dejando de lado a  un grupo de valiosos elementos que, para muchos, quedaron fuera inexplicablemente. Las individualidades han naufragado en el sistema colectivo, no jugamos a nada, no hay un patrón definido, no tenemos un esquema que refleje la labor y que imponga el sello del estratega, nada de nada. Decepcionante. Esto se veía venir, los partidos amistosos dejaron como saldo una enorme preocupación. El debut en la Copa, frente a Paraguay, de no mediar la actuación de Elizaga, era para pasar un papelón, el empate maquilló muchas cosas, pero los árboles no pueden ni deben tapar el bosque. Rueda no transmite, se puede advertir que su mensaje no tiene eco en el plantel, no hay “feeling” entre cuerpo técnico y jugadores. El tránsito hacia el fracaso, si no se toman medidas, es irremediable.

Por otro lado, no ha existido coherencia ni consistencia en las políticas. Siempre se mencionó que llegó la hora de un recambio generacional y este plantel que disputa la Copa América no obedece en absoluto al mencionado recambio. Habría sido preferible, para esta pobre y vergonzosa actuación, enfrentar este torneo con jóvenes figuras que merecen una oportunidad, ya que de seguro, para lo que vimos en Salta, mil veces el aficionado habría digerido cualquier resultado, si de verdad se apostaba al cambio.

No podemos esperar más, no queda tiempo, se vienen las eliminatorias. Seguramente se disputarán desde septiembre, en dos meses, y así no llegamos a ningún lado y me atrevo a pronosticar una nueva desilusión para el aficionado. Considero que Rueda no ha llenado las expectativas, no tiene el carácter ni temperamento para dirigir al jugador ecuatoriano, para convencerlo y enchufarlo con el objetivo. Seguramente su discurso en otro lado tuvo éxito, acá lamentablemente, hasta el momento y más allá de su prestigioso currículum, no ha proporcionado resultados.

Desde esta columna lanzo un SOS, apelo a la experiencia, capacidad y determinación de la dirigencia de la FEF para que de manera urgente tomen medidas. Por drásticas que puedan ser, es hora de decisiones, no se puede esperar más, la experiencia de las eliminatorias  anteriores dejó una durísima lección. Todavía estamos a tiempo para evitar que el barco termine en el fondo del océano y con el sueño del país transformado en pesadilla.

Muchos pueden considerar que mi opinión es llena de pesimismo, pero prefiero correr el riesgo, antes que quedarme callado y mirar con indolencia cómo todo aquello que se logró con mucho esfuerzo se lo tira por la borda. La palabra, la responsabilidad y la decisión la tienen uds., señores dirigentes, la pelota está en vuestra cancha.

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