Brasil sufrió, pero evitó otro “Maracanazo” (primera edición)
Si un médico especializado en goleadores auscultara el cuerpo y el espíritu a Paulinho para saber qué rótulo colocarle, después del triunfo de ayer 2-1 ante Uruguay, se encontraría que allí dentro, más que un “asesino serial” de arqueros, existe un mediocampista de calidad, gustoso de moverse en su cancha y en la contraria, partidario del pase sutil y de los disparos de cabeza a “quemarropa”.
Fue así precisamente como el volante del Corinthians marcó el tanto, a los 86 minutos, que le permitió ayer a Brasil clasificarse a la final de la Copa Confederaciones. Fred había puesto en ventaja a los “auriverdes” a los 41 minutos y Edinson Cavani había descontado a los 47.
Los brasileños se enfrentarán en la final de este domingo en el estadio Maracaná al ganador del encuentro de hoy (14:00) entre las selecciones de España e Italia.
El de ayer fue un triunfo guiado más por las ganas que por el talento. Esa fue la tónica del juego brasileño durante todo el partido. Tanto así que Uruguay tuvo la oportunidad de ponerse en ventaja a los 14 minutos a través de un tiro penal que pateó Diego Forlán y atajó el arquero Julio César.
El técnico Óscar Tabárez utilizó un planteamiento en el que primó el orden defensivo y el contragolpe. Esos fueron los argumentos de la selección “celeste” durante los primeros minutos del partido. Contrario a lo que mostró en enfrentamientos anteriores, Brasil careció de precisión. Eso le impidió a jugadores talentosos como Neymar explotar su juego ofensivo.
La Copa ha puesto a prueba a la selección brasileña, pero el examen más difícil será el de la final de este domingo, quizá contra España.