Bolivia midió a un equipo muy confiado
El espíritu de Juan Carlos Paredes no contagió al resto de sus jugadores. El impulso por la banda derecha no tuvo eco en las demás líneas. Y su juego, por más entusiasmo del equipo ecuatoriano, no fue la mejor garantía para convertirse en una selección eficiente, estimulante y mucho menos efectiva en cada espacio. Jefferson Montero estuvo más activo, pero no hubo más que guardarlo para el partido frente a Uruguay.
Paredes fue un gran reflejo de lo que puede hacer Ecuador. Su juego, pero sobre todo su espíritu, debería ser la norma del próximo encuentro en Montevideo. Ojalá se lea así desde la dirección técnica para incentivar ese talento en todos los demás.
Por supuesto, Bolivia no llegó a Quito a ganar. Incluso, dejó la impresión de que se entregó al devenir o al destino más imprevisto. Y por eso fue un partido flojo, para el bostezo y cargado de tensión solo al final por la obligación de mantener la ligera ventaja de un gol.
Parecería que hay demasiada confianza en el juego volcado a la efectividad de Antonio Valencia. Eso produce un desequilibrio para el espectáculo, no hay desfogues por otros sectores y prácticamente se inclina la balanza a un costado que es fácilmente identificado por el rival.
Ecuador no está en su mejor nivel: tiene buenos jugadores, una defensa efectiva, una delantera inestable y una media que no se entiende. El resultado: poco brillo, demasiada confianza para defender y muy poca fe y agresividad para atacar y, sobre todo, para golear.
Si hay algo que caracteriza al Ecuador de ahora es que cuenta con varias “estrellas” que quieren brillar individualmente en cada encuentro. Y no hay que confiar en que un centro delantero que hace goles en un campeonato nacional flojo sea el responsable de concretar con la camiseta de la selección.
Afrontar el próximo cotejo con un Uruguay con ganas de remontar la goleada frente a Colombia exigirá del técnico Reinaldo Rueda un ajuste de tuercas y una exigencia mayor en todas sus líneas. Pues si ahora la defensa no tuvo problemas y sustos, ante los uruguayos será todo lo contrario. De ahí que la prueba ante Bolivia solo merece un siete sobre diez, sin contar con un penal “regalado”.