Gustavo Costas se vistió para la ocasión. Contradiciendo su estilo informal (calentador y camiseta), el entrenador argentino se puso ayer una camisa blanca con las mangas abotonadas en las muñecas y un pantalón de casimir oscuro cuyas bastas tapaban la mitad de sus zapatos negros de suela.

Así fue como asistió a la que esperaba fuera una fiesta pero terminó en una triste, y casi consumada, despedida del equipo “canario” de la Copa Libertadores de América. El empate 0-0 ante el Toluca de México en el estadio Monumental anuló las posibilidades reales que tenían los amarillos para clasificarse a los octavos de final de este torneo. Ahora debe ganar sus próximos dos partidos.  

¿Despedida? Sí, despedida que debe entenderse e interpretarse como una inminente eliminación ya que apenas acumula tres puntos y es penúltimo en el grupo 1, encima de Boba Juniors (Argentina) que tiene un partido menos. A Barcelona  aún le restan dos cotejos: contra Boca, en Buenos Aires, y ante Nacional, en Guayaquil.   

En el fútbol, así como en la vida, se aplica el adagio popular que asegura que se suele “cosechar aquello que se siembra”. Barcelona en la Libertadores ha  sembrado dos empates, ante Nacional y Toluca (en dos ocasiones), y una derrota, ante Boca en el Monumental.

Son esos resultados los que ahora condenan a los “canarios” a una profunda y larga “terapia intensiva” de la que saldrá o se sumergirá el 17 de abril próximo cuando juegue en el estadio La Bombonera ante los “Xeneises”. Pero sin argumentos futbolísticos, colectivos e individuales, la esperanza de una posible recuperación es remota.    

El volante ofensivo Michael Arroyo confirmó anoche que no atraviesa su mejor momento. En el primer tiempo cayó tres veces, con facilidad, en la trampa del offside. La inconformidad de Costas con su desempeño produjo que lo reemplazara en el segundo tiempo. En su lugar ingresó el delantero Carlos “Pichón” Quinteros, quien le otorgó mayor movilidad a la zona ofensiva del equipo local.

Costas decidió sacar de la cancha a “Gambetita”, como se conoce a Arroyo, antes de que finalizara el primer tiempo. Aquello se advirtió fácilmente porque Quinteros y Hólger Matamoros se quedaron calentando en la cancha cuando finalizó la primera etapa. Cualquiera de los dos podía a entrar, pero Costas decidió en el camerino que el indicado era Quinteros.

La virtud del Toluca fue reducirle los espacios en la media cancha y ejecutar una marca escalonada sobre los volantes de creación del equipo rival. El técnico Enrique Mesa reconoció aquello.      

Otra lección para Barcelona: un equipo sin “sociedades” y que apela únicamente a individualidades difícilmente puede ser letal.

Dos ejemplos claros: un pase que le dio el argentino Ariel Nahuelpan a Arroyo y que éste no pudo receptar porque corrió en sentido contrario al que iba la pelota y una jugada de similares características entre Juan Carlos Paredes y Damián Díaz.