Barcelona busca amargar la fiesta
“Le prenom” (El nombre) es una gran comedia sobre la amistad, la hipocresía y la mezquindad humana. Se desarrolla a lo largo de una noche en la que se reúne a comer un grupo de viejos y entrañables amigos. Y es la obra que Carlos Bianchi eligió para que el plantel de Boca viera el lunes en la noche, en un teatro de Corrientes, la avenida que nunca duerme en esta Buenos Aires extraña, calma, semivacía por el feriado largo (seis días), que se llevó a muchos de sus habitantes hacia la Costa Atlántica y otros puntos turísticos.
La medida del entrenador sorprendió por lo inusual y porque el equipo sigue en un vuelo rasante, a punto de estrellarse: el empate del domingo en el clásico con Independiente lo dejó 16°, sin chances reales (más allá de las matemáticas) en un torneo local que recién pasó su tercera parte (séptima fecha). Demasiado temprano. Y muchos se preguntan si el técnico no debería intensificar los trabajos habida cuenta de que las últimas imágenes mostraron un juego chato, pobre e indigno de la grandeza de Boca.
Sin embargo, el DT más exitoso de la historia del club no hace las cosas por azar. Por un lado, de este modo concentra al grupo un día antes de lo habitual para cuidarlo. Por otro, Bianchi parece estar convencido de que el problema no es la cantidad de trabajo sino la calidad de los jugadores: “No todos están capacitados para jugar en Boca”, soltó el viernes sin anestesia, y lo que ocurrió el domingo, más allá del 1-1, pareció darle la razón. Y por último, vale una reflexión que hizo hace unas horas el Bambino Veira, exitoso técnico devenido hoy comentarista de radio y televisión: “Cuando mis jugadores tenían un problema particular, de definición, digamos, yo trataba de no sobrecargarlos con ejercicios relacionados a ello para no causarles mayor presión psicológica”. Hay que ver si el Virrey suscribe -pero no parece una locura para con un plantel tan presionado que, por ejemplo, en la Copa fue incapaz de ganar en la Bombonera- un estadio donde la localía se siente más de lo normal.
En lo futbolístico, Boca llega a este partido clave con el Barcelona con más cambios y sin haber podido desarrollar un solo ensayo con el equipo que saldrá a la cancha. La buena noticia es que puede volver Riquelme, su líder y conductor, después de la distensión que lo mantuvo alejado un par de semanas. La mala es que, a la ausencia por lesión de Erbes –el mejor volante central que podría poner hoy en cancha por nivel-, se agrega la del uruguayo Ribair Rodríguez, que iba a ser titular y que en la práctica del lunes se resintió de una molestia muscular. ¿Cómo formará Boca entonces? Con Orion; Franco Sosa, Caruzzo, Burdisso, Clemente Rodríguez; Ledesma, Somoza, Erviti; Riquelme; Blandi y Juan Manuel Martínez.
Lo más llamativo de esta formación es la presencia de Blandi como centroatacante. El jugador, surgido de las inferiores de Boca, arrancó el año como el tercer 9 del plantel y Bianchi hasta le dijo, con mucha sinceridad, que no iba a tener muchas opciones y que si quería más continuidad debía buscarla en otro lado. Pero ni Silva –el 9 a priori titular- ni Viatri, su primera alternativa, convencieron tanto al entrenador como Blandi, que con pocos minutos en cancha metió tres goles y ahora tendrá su chance en la competencia que más le interesa a Boca Juniors.
Sin embargo, en el ataque está apenas uno de los problemas del equipo, y no el principal, precisamente. El mayor inconveniente es que no se adaptó al fútbol que pretende el técnico, y a su vez Bianchi está empeñado en imponer su idea más allá de no contar con los intérpretes adecuados. ¿Dónde se produce el choque? La herencia de Falcioni consiste en un grupo de jugadores desacostumbrados al protagonismo que implica jugar en un grande. De hecho, fue esa forma de jugar la que provocó la reacción de la hinchada en el último partido del año pasado, razón por la cual la dirigencia no le renovó el contrato. Bianchi pretende un equipo que presione y gane la pelota cerca del arco rival, pero para eso necesita que no haya más de 30 metros entre el último defensor y el delantero más adelantado. Y sus zagueros son demasiado lentos como para jugar mano a mano con 40 metros de terreno vacío a sus espaldas.
En esa peligrosa transición vive hoy Boca, tratando de reencontrarse con un juego que respete más su tradición y su cultura. ¿Cómo cae en ese marco el Barcelona? Incómodo. Basta ver lo que le pasó a Nacional en la primera fecha del grupo. Y lo que pasó en general en un grupo en el que no hubo triunfos locales. Ese será el desafío. Ganar en la Bombonera. Que la Bombonera vuelva a latir. Que no tiemblen los propios sino los otros. En el día del cumpleaños número 108 del club, entrenador y jugadores querrán ante un estadio colmado honrar la historia. Y recuperar la mística de Boca. El nombre. “Le prenom”.