Astou estampa el sello africano en la Liga Nacional
La senegalesa Astou Troure es la máxima encestadora de la Liga Nacional Femenina de Basquetbol, con un global de 331 puntos registrados al cierre de la tercera parada realizada en la capital y ayer, en el arranque de las semifinales -enfrentaba a Fedeguayas- tenía previsto deleitar al público con su acostumbrada efectividad dentro y fuera de la llave.
En todos los cotejos disputados en el tercer pentagonal, su media de conversión fue de 30 puntos, logrando alrededor del 40% de la producción de su equipo, y sin lugar a dudas es una fuerte atracción del certamen basquetero que entró en la etapa culminante, en medio del creciente interés del público que ha dado una mejor respuesta con relación a los pentagonales escenificados en Otavalo, Ibarra y Quito.
Su vinculación al elenco mavorista se produjo por medio de un agente de jugadoras de la liga española y europea, en donde ganan mucho dinero. La senegalesa, de las más valoradas técnicamente, fue recomendada por el empresario y hubo la necesidad de contactarla en Dakar, donde se encontraba luego de concluida la liga ibérica, hace un par de meses. La idea de venir y conocer América le gustó mucho, por eso la remuneración económica quedó en un segundo plano.
Su estadía en el país representa para el club Mavort alrededor de 9 mil dólares, aparte del pago de sus servicios, suma que se la maneja internamente, según Wladimir Ortega, principal directivo.
Sin hablar fluidamente el español, habida cuenta de que en su país el idioma oficial es el francés, aun cuando también se expresa en inglés, no fue muy difícil entablar el diálogo, una vez que su militancia por varios años en la Liga 1 Profesional del Basquetbol de España, en el club Cadila Seu de Lérida, le ha permitido aprender nuestro idioma.
Astou refiere que la práctica del baloncesto la inició cuando tenía 12 años, y el recorrido por las canchas de su país y españolas, especialmente, se ha extendido por espacio de 18 temporadas (actualmente frisa los 30 años) y su estado civil es casada, pero no ha procreado hijos.
Confiesa sentirse bien en su nuevo club, el Mavort, siendo esta su primera incursión en la liga nacional femenina ecuatoriana.
“Es un equipo que juega muy bien y además soy la más efectiva; mi forma de jugar es 1 contra 1 y ese es mi fuerte, pero a veces estoy sola para poder lanzar de tres”, sostiene la espigada alera de 1.83 m de estatura, quien se acomoda en las posiciones: 2 (escolta), 3 (alera) o 4 (ala pívot), aunque prefiere hacerlo en la 3 jugando por la selección de su país, a la que ha representado en dos campeonatos mundiales.
No hay antecedentes respecto a la participación de jugadoras africanas en el baloncesto ecuatoriano y posiblemente es la primera en hacerlo; su media de conversión es de 30 puntos, aunque “hay partidos en que anoto hasta 48, todo depende, porque no siempre se juega bien”, advierte. Destaca el espíritu solidario de sus compañeras, porque “yo he venido acá para ayudarlas, claro que ellas también me colaboran, entonces jugamos en equipo, por eso ganamos y jugamos bien”.
Al baloncesto ecuatoriano no lo considera auténticamente profesional, asimismo aseguró que tampoco tiene la dureza del baloncesto español, pero ha procurado asimilar la situación y no ha tenido mayores inconvenientes para adaptarse al medio quiteño.