Aikido, el arte marcial de la paz, se expande rápido en Guayaquil
En la década de los 70, todo lo que tenía que ver con artes marciales estaba relacionado con Bruce Lee. El “boom” de las películas de este actor estadounidense-chino hizo que el país más poblado de la tierra se rindiera ante el kung fu.
Justamente en esa época, Herbert Chock, en aquel entonces de 8 años, viajó a China para conocer cultura, costumbres y demás tradiciones acerca del país de origen de sus padres. Chock, guayaquileño de nacimiento, se mudó al estado asiático en 1970, cuando Bruce Lee estaba en su apogeo (falleció en 1973).
A pesar de que China completa estaba rendida ante Lee y de que la mayoría de los jóvenes de la región quería practicar kung fu, Chock buscaba un arte marcial que no solo enseñara a combatir, sino que coincidiera con su búsqueda como persona, y en ese afán se encontró con el aikido.
Chock, sensei tercer dan, aprendió durante su estancia en China la práctica de esta disciplina de poca tradición en comparación con otras artes marciales como el kung fu, que tiene más de un milenio de existencia. El aikido fue creado por Morihei Ueshiba, quien dio forma a este deporte, tomado también como estilo de vida por sus practicantes, entre los años 1930 y 1960. Era una disciplina relativamente nueva y no era originaria de China sino de Japón.
“Quizá suena raro que estando en China y teniendo a mi familia allá, quisiera practicar algo que se originó en Japón, pero yo buscaba un arte marcial que ayudase a que me encontrara con mi yo interior. Precisamente, en esa búsqueda encontré el aikido, una disciplina que no fomenta la agresividad, sino que trata de solucionar los problemas de una forma pacífica”.
Debido a la filosofía de este deporte, la ONU (Organización de las Naciones Unidad) lo designó como El arte marcial de la paz. “Aikido es un sistema de jiu jitsu creado por Morihei Ueshiba. El gran maestro le quitó todo lo que era violencia, ataques agresivos, todo lo que era pelea. No lo hizo un arte de guerra, sino de paz”, explica Chock, quien destaca que la finalidad del aikido es neutralizar los ataques del adversario con diversos movimientos, no con ataques.
“Esta disciplina es totalmente defensiva. El participante podrá desarrollar todo su potencial como ser humano en todos los aspectos: social, espiritual, emocional y físico. Este tipo de defensa trata de no lesionar al otro. El fin de esta disciplina es que el oponente decline su actitud agresiva”.
El primer dojo que se abrió en Guayaquil es el Centro Cultural Aikido, que lleva 15 años en funcionamiento. Hoy, el deporte está en crecimiento, prueba de esto es que ya se inauguró un segundo lugar de práctica en el Centro de Entrenamiento Personal Avanzado Epafitness, en la ciudadela La Garzota, al norte de la ciudad.
“Es importante expandirnos, ya que mientras en más lugares se practique el aikido, más personas podrán disfrutar de las grandes enseñanzas de vida que deja este arte marcial. Con el aikido se enfatiza la bondad. Los alumnos desarrollan una autoestima tremenda”. David Arias, propietario de Epafitness, resalta el porqué buscó integrar el aikido a su centro de entrenamientos.
“Estaba en la búsqueda de algo que pudiese impactar a la sociedad, además empecé a investigar qué podía enseñar en mi centro. Vi las ventajas que el aikido brinda a la persona, vi que es un arte marcial que no induce a la violencia, entonces sin dudar tomé contacto con el maestro y aquí estamos, en el segundo dojo de la ciudad”.
Tanto Chock como Arias expresan que esta disciplina oriental es “perfecta para que la practiquen mujeres y niños, ya que no necesita del uso excesivo de la fuerza”.
María Auxiliadora Méndez es una de las personas que entrena aikido bajo las enseñanzas de Chock. Ella resalta que empezó a tomar clases hace dos años como un desafío personal, ya que “al latino no le gustan mucho las artes marciales, peor a las mujeres... Agarré como un reto el practicar esto. No he dejado de ser femenina por involucrarme en las artes marciales”. (MRM)