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Vive la Amazonía: Cotococha

En la comunidad hay varios senderos en los que los lugareños y visitantes recorren gran parte del bosque tropical del lugar.
En la comunidad hay varios senderos en los que los lugareños y visitantes recorren gran parte del bosque tropical del lugar.
Foto: Roberto Chávez
19 de marzo de 2016 - 00:00 - Carlos Novoa

La oferta turística del Ecuador es extensa y accesible. A nivel internacional son conocidas varias localidades a las que cada año miles de visitantes de Europa, Estados Unidos, Asia y otros lejanos destinos, llegan con la finalidad de descansar y experimentar aventuras irrepetibles.

Pese a que su nombre no aparece en las guías turísticas mundiales, Cotococha es un verdadero paraíso para los amantes de los deportes acuáticos, el contacto con la naturaleza y experiencias nuevas.

Enclavada en la puerta de la Amazonía, esta comunidad de la provincia de Pastaza ofrece al visitante variadas opciones de relax, degustación de gastronomía insólita, adquisición de artesanías y prácticas ancestrales enfocadas en la paz mental y limpieza espiritual.

Cotococha es uno de los principales destinos turísticos de Pastaza. La llegada de extranjeros empezó con fuerza a partir de 2007 debido a que en ese año se abrieron varias carreteras que conducen al lugar y porque autoridades provinciales y el Ministerio de Turismo lo promocionan.

La comunidad fue fundada hace 60 años, por Abraham Chango, oriundo del lugar y uno de los precursores del turismo comunitario. Se encuentra en el kilómetro 16 de la vía Puyo-Macas, a hora y media de Puyo, a 6 horas de Quito, 10 de Guayaquil y 4 de Ambato. En cualquier recorrido la vía que se debe tomar es la de Baños-Pastaza.

Fernando Benavides, comunero y guía nativo, explica la relevancia del sector turístico en la comunidad: “Cotococha es una de las comunas más nuevas de la Amazonía. Si bien el área hoy visitable existió siempre, no fue sino hasta mediados de la década de los cincuenta que fue constituida como caserío del cantón Puyo. Frente a comunidades como Canelos, Sarayaku y riberas del río Pindo, fundadas tras la llegada de los colonos europeos en el siglo XVI, Cotococha es un sector poco explorado y que ofrece mucho a los turistas”.

Benavides recibe a decenas de turistas, en su mayoría jóvenes estudiantes, de Chile, Uruguay y Argentina. Esto porque en esas latitudes de Sudamérica inician a partir del 25 de febrero las vacaciones de las universidades.

“Marzo es el mes que mayor número de visitantes llegan en el año. Pese a que en 1983 varias agencias de viaje de la capital empezaron a hacer recorridos con extranjeros por los encantos del sector, entre ellos, cascadas, ríos de agua cristalina, valles sembrados con cultivos orgánicos, senderos, reservas de orquídeas, y otros, no fue sino hasta 9 años después que el turismo comunitario despegó gracias al apoyo del Ministerio de Turismo, entidad que decidió incluir en sus guías el mapa para llegar a Cotococha”, agregó.

Gracias a esto en la comuna se han establecido, en los últimos 6 años, los gremios turísticos Sumak Causay y la Asociación de Turismo Comunitario Cotococha. La población total la componen unas 30 familias. Hasta principios de 2015 se contabilizaron poco más de 150 personas de la cultura kichwa, su principal actividad es el turismo y a menor escala la siembra de yuca, papa china, plátano, camote y naranjilla.

Los visitantes sudamericanos se hospedan en cabañas típicas de la cultura kichwa, la cuales se caracterizan por tener una estructura de chanul, fachada y ventanas de bambú o caña, hamacas en vez de camas y una fogata encendida permanentemente. Estas rudimentarias habitaciones además son consideradas museos de la cultura amazónica pues allí se muestran cuadros, lienzos y pinturas de escenas típicas de caza, pesca y demás actividades de la etnia.

Los turistas afirman que la comunidad es la opción de descanso ideal. “El objetivo de venir desde tan lejos es experimentar la cotidianidad de las comunidades indígenas amazónicas, las cuales no necesitan de metales, joyas, vehículos, dinero ni otras pertenencias materiales para ser felices. El descanso en hamaca es incomparable y la comida es sencillamente deliciosa y nutritiva”, dijo Romina Soler, turista argentina.

Paseo por el río Puyo

Esta joven, tras una estadía de 2 días en la comunidad, hizo un recorrido en canoa por el río Pastaza junto con otros trotamundos.

La canoa, impulsada por cuatro remadores, demora una hora en llegar hasta la vecina aldea de Indichuris, también de Pastaza. En el trayecto los turistas pueden divisar la impresionante pesca del Martín pescador, una especie de ave norteamericana que migra en los meses de noviembre y diciembre y se alimenta de pequeños peces, águilas amazónicas, monos de diferentes especies y el lento cruce del río del perico ligero, más conocido como oso perezoso.

“El cadencioso nado de este animal, el vuelo y ágil clavado de las aves y el aullido de los escandalosos primates, son inmortalizados por las cámaras de vídeo y fotografía de los turistas. Ellos además se sienten fascinados por la infinidad de peces, de diferentes clases, colores y tamaños, que ‘escoltan’ la canoa”, afirmó Vinicio Santi, guía nativo.

Al llegar a Indichuris un maestro de saberes ancestrales da la bienvenida al grupo con un brebaje tradicional de las nacionalidades amazónicas: la chicha de yuca. Esta bebida elaborada a base de este tubérculo de clima tropical se sirve en un pequeño vaso fabricado con la corteza del coco amazónico.

“Este es el primer ritual en el que los visitantes participan. No es bien visto por nuestra cultura que los foráneos rechacen la chicha pues esta se elabora durante 5 horas, tiempo en el que se escoge, pela, cocina, masca y cierne la pulpa de la yuca”, dijo Lino Simbaña, chamán de la comunidad.

Este hombre de 58 años es el sanador espiritual, médico y psicólogo de la comuna. Su atuendo tradicional es una corona hecha con plumas de aves amazónicas, un enorme collar de dientes caimán y semillas, pechera de piel de serpiente y un pantalón de tela.

Después de un recorrido de una hora por los senderos y ojos de agua de Indichuris, el chamán hace que los turistas se sienten alrededor de una fogata para iniciar una de las experiencias de sanación espiritual menos invasivas de la medicina alternativa.

“Una vez relajados los músculos frente al fuego, los participantes del rito deben vaciar su mente. En ese estado mental una mezcla de sonidos, aromas y sensaciones, llevan a los turistas a un trance similar al hipnotismo en el que es fácil eliminar las malas vibraciones, espíritus y pensamientos que mantienen en el subdesarrollo a la persona”, explicó Simbaña.

Después de la ceremonia, los jóvenes se aprestan a disfrutar de una cena inolvidable. Maito de carachama, un pez de la zona, yucas asadas, carne de tortuga y gusanos amazónicos al carbón (chontacuros), son las opciones del lugar.

Los ríos cercanos a ambas comunidades, Cotococha e Indichuris, son navegables. Debido a las presencias de rápidos y caídas no pronunciadas, allí se puede practicar rafting, paseo en boya y kayak.

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