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El suelo de Quito amplifica las ondas sísmicas

La sismológa Alexandra Alvarado dice que Quito no ha pasado aún la prueba, porque los sismos son pequeños.
La sismológa Alexandra Alvarado dice que Quito no ha pasado aún la prueba, porque los sismos son pequeños.
10 de octubre de 2016 - 00:00 - Andrea Rodríguez B.

Los geólogos coinciden en que gran parte de la información recolectada sobre la estructura de la Tierra proviene de los movimientos telúricos. Cada terremoto da lugar a un frente de ondas sísmicas que puede viajar en diferentes direcciones y que, al mismo tiempo, se propagan de manera similar a las que se producen al tirar una piedra en el agua.

Cuando se habla de sismos hay un factor que influye en la forma en que las personas perciben un sismo: el tipo de suelo. Los efectos de un terremoto no siempre son las mismos en la zona afectada, porque el tipo de suelo cumple un papel importante en los daños que causa un movimiento sísmico.

Eso quiere decir que no es lo mismo un suelo rígido que uno blando, como tampoco lo son las estructuras que se apoyan en estos: cuanto más rígidas, sufren más si el suelo es duro; y viceversa, si son muy deformables son más afectadas por los suelos blandos.

Para Alexandra Alvarado, directora del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, Quito tiene ciertas características que influyen en la forma en que sus habitantes perciben los movimientos telúricos.

¿Por qué el suelo de la capital hace que los movimientos telúricos se sientan con mayor intensidad?

Lo que ocurre es que la ciudad está levantada sobre una capa de sedimentos compuesta por materiales sueltos: arcillas, limos y otros que no son muy consistentes. En el momento en que se mueve la falla que está justo debajo de la ciudad, las ondas se transmiten por este medio y hace que estas sean más grandes, es decir, se amplifiquen.

 Seguramente, este es uno de los principales defectos que hizo que el último sismo registrado en la capital, el pasado domingo 4 de septiembre, se sintiera con mayor fuerza.

Hay que considerar 2 factores cuando nos referimos al último sismo, por ejemplo, y es que este se dio justo bajo la ciudad. También hay que tomar en cuenta los sedimentos que hacen que la onda se sienta más, como ya lo mencioné. Por eso, los sismos se sienten mucho más en Quito que en otras regiones del país; la falla está justo debajo de nosotros.

¿Cuándo se levantaron las edificaciones en esta ciudad se conocía sobre este tema?

Se desconocía totalmente, además, tampoco se tenía información precisa sobre las implicaciones de los movimientos telúricos y eran pocas las ciudades que habían sido afectadas por sismos producidos por fallas propias. Este efecto que se llama amplificación de suelos, producto de los sedimentos, recién se conoció a raíz del sismo de México en 1985.

¿Cómo?

Bueno, este sismo, cuyo epicentro se registró en el Océano Pacífico, frente a las costas del estado de Michoacán,  afectó seriamente una parte del Distrito Federal, que se encontraba relativamente lejo. Esto ocurrió porque las edificaciones se encontraban sobre  una zona de material suelto.  Cuando ocurrió este sismo, todos se preguntaban por qué si el Distrito Federal estaba lejos de la fuente del movimiento tuvo más impacto y la respuesta es sencilla: el tipo suelo.

Por eso, es importante acogerse a las normas de construcción. Lo que hace la norma es regular qué tipo de edificaciones son más apropiadas para ese tipo de suelos. Esto, por ejemplo, se vio a raíz del sismo de Manabí, porque no se construyó bajo este criterio lamentablemente. También hay que indicar que los suelos de la zona costera del país no son buenos para construcciones.

¿Qué hacer entonces?

Allí hay que adaptar construcciones que puedan soportar a las ondas sísmicas. En realidad, hay zonas donde la situación es crítica por el tipo de suelo donde se levantaron las edificaciones y para eso es importante implementar  regulaciones para que puedan generarse construcciones más adecuadas.

Hay países como Chile, donde a pesar de la fuerza de las ondas sísmicas las edificaciones se mantienen de pie. ¿En este país tienen otro tipo de suelo?

No necesariamente, en este país hay condiciones similares.  De hecho, en la zona costera también enfrentaron grandes problemas. El tema con Chile es que después de varios sismos importantes, aprendieron a mejorar el tipo de construcciones.

¿A los ecuatorianos nos falta aprender?

Sí y eso es lo que deberíamos hacer ahora. Tenemos que aprender de este terremoto triste que causó tantas pérdidas humanas y materiales. Si lo hacemos a futuro tendremos menos problemas. Hay diferentes técnicas que hacen que las construcciones puedan soportar los movimientos. Eso significa que en Quito se pueden levantar edificios muy altos, pero al mismo tiempo, resistentes. Todo depende de la técnica.

Tokio, puede ser un ejemplo.

Sí, claro. Tokio es una de las ciudades que está expuesta a tener grandes terremotos, pero la forma en la que se construye hace que las edificaciones se mantengan en pie e intactas. Hay que cambiar la forma de construir con los buenos materiales.

¿Por qué ha comparado a Quito con una batea?

Es por la estructura general de la ciudad. Esta forma permite que se depositen sedimentos en el interior. Estos sedimentos son los que nos interesan para poder determinar qué tan fuerte fue o no el sismo y cuánto amplifica la señal.

Hay varios sectores de Quito que están asentados sobre una laguna ¿Esto también influye?

La laguna fue uno de los depósitos que hay en la ciudad. El depósito lagunar, en realidad, no es el más relevante de todo lo que conforma la cuenca de Quito. Además, de este depósito de laguna que hay en ciertas regiones, también existen depósitos de ceniza y lahares, antiguos ríos, etc. Es toda esta mezcla de este tipo de materiales, entre finos, gruesos e intermedios, que configuran una cuenca complejo en cuanto al tipo de material.

Sin embargo, de forma general se podría decir que todos los materiales son sueltos. Hay unas pocas lavas que han bajado de los volcanes, pero no son la mayor parte del relleno de la cuenca, sino solo unas lenguas de lava, pero no tienen una extensión muy importante dentro del relleno de la cuenca.

¿En el último sismo sentido en Quito,  lanoche del 4 de septiembre que alcanzó una magnitud de 4,6, se puso a prueba la resistencia de sus edificaciones?

No, porque el sismo fue chiquito; 4,6 no es nada. Quito todavía no ha pasado la prueba.

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