La necesidad irresistible de mover las piernas incluso cuando las personas están dormidas es un trastorno neurológico (enfermedades del sistema nervioso central y periférico) que se conoce como el síndrome de las piernas inquietas.

Este padecimiento tiene lugar cuando la persona que lo sufre se encuentra en reposo y mientras más largo es el período de descanso, más probable es que se produzca y más evidentes son los síntomas.

De acuerdo con el estudio Vivir con el síndrome de piernas inquietas, del Instituto Ferran de Reumatología, en Barcelona, las molestias pueden disminuir mediante el movimiento voluntario de la extremidad afectada. El alivio puede ser completo o solo parcial y empieza poco después del comienzo de la actividad y dura mientras la actividad motora continúa. Al mismo tiempo, los síntomas podrían empeoran por la tarde y por la noche, en particular, cuando la persona se encuentra recostada.

Los síntomas del síndrome de piernas inquietas pueden provocar dificultad a la hora de iniciar y mantener el sueño. De acuerdo con los estudios médicos, cerca del 80% de las personas con este trastorno experimentarán movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño. Se trata de sacudidas producidas con una frecuencia de 20 a 30 segundos (entre su aparición y desaparición) a lo largo de la noche que, a menudo, causan despertares parciales que interrumpen el sueño.

Según Patricio Abad Herrera, médico neurólogo del Hospital Metropolitano, en el cerebro existen ciertas estructuras que controlan todos los movimientos en los seres humanos y, en el caso del síndrome de las piernas inquietas, al parecer, existe un déficit de una sustancia denominada dopamina.

“Curiosamente en las personas que padecen el síndrome de las piernas inquietas se constató que también existe una deficiencia de hierro. Cuando se logra detectar esta disminución y combatirla, el paciente puede mejorar”.

Abad indica que el 50% de los pacientes que presentan este síndrome tienen familiares cercanos que también lo padecieron, lo que revela que hay un factor genético que interviene en el desarrollo de este trastorno. Los pacientes que acuden a su consultorio manifiestan síntomas desagradables en las piernas. “Algunos me cuentan que tienen la sensación de que les arden las piernas, como un hormigueo. Incluso, al tratar de detallar la molestia, dicen que sienten como que unos gusanitos se suben por las piernas”. Lo más preocupante —según el especialista— es que esta sensación se torna más evidente cuando las personas duermen.

“Lo penoso es que esto es una causa de insomnio, porque las piernas inquietas obligan a los pacientes a levantarse de su cama, caminar y luego se les hace muy difícil volver a conciliar el sueño”.

La ecuatoriana Lissette Duque, médica neuróloga, considera que el síndrome se descubrió como trastorno del sueño.

“Este síndrome interrumpe el sueño y, por ende, impide tener un descanso de buena calidad. A menudo, las personas que tienen este trastorno experimentan mucho sueño al día siguiente”. Un estudio publicado por la Sociedad Española de Sueño y la Asociación Española del Síndrome de Piernas Inquietas revela que las personas que viven con esta condición duermen de media menos de 5 horas al día. No solo eso, sino que además este descanso es de ínfima calidad, ya que sufren microdespertares que no les permiten descansar adecuadamente por la noche, lo que conlleva que por el día estén excesivamente cansados, tengan dificultades de memoria y concentración.

Los síntomas diurnos también deben ser analizados, porque 7 de cada 10 pacientes también sufren crisis sintomáticas durante el día, que se manifiestan en los momentos de inmovilidad.

Por lo general, les cuesta permanecer sentados y estar relajados, lo que les impide realizar acciones normales para los demás como conducir, ir a eventos culturales e incluso trabajar.

Según la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI), en colaboración con el Instituto de Investigaciones del Sueño, los pacientes con este trastorno tienen hasta 2,5 veces más probabilidades de desarrollar una cardiopatía. Asimismo, el riesgo de hipertensión arterial aumenta también hasta 2,5 veces más frente a la población que no tiene esta condición. Lissette Duque señala que los síntomas pueden ser tratados con sustancias para aliviar los síntomas y mejorar la calidad del sueño. Por otro lado, considera que hay medicamentos antidepresivos que pueden incidir en la aparición de este síndrome, por lo que es necesario ser muy cuidadosos en los fármacos que se prescribe a los pacientes con depresión. De igual manera, la neuróloga señala que hay muchas personas que no acuden al médico para tratar esta molestia porque no la consideran seria y se resignan a vivir con esta condición.

“El síndrome de las piernas inquietas no representa un riesgo, pero es molestoso”.

Al momento, existe un grupo de medicamentos denominados para el síndrome de piernas inquietas. Estos incluyen el pramipexol y ropinirol y funcionan mediante la imitación de la dopamina, un compuesto químico que el cuerpo produce de forma natural que regula la entrega de mensajes entre las células en el sistema nervioso.

Aunque existen tratamientos médicos para aliviar estos síntomas, el ejercicio regular puede reducir hasta 3,3 veces las probabilidades de padecer la enfermedad.

En la cama

Se calcula que este problema afecta a entre el 10% y 15% de la población mundial de entre 18 y 65 años. En concreto, 7 de cada 10 afectados son mujeres blancas.

El síndrome de piernas inquietas es una enfermedad poco conocida que provoca síntomas en las piernas poco antes de ir a dormir, pero que mejora con el movimiento.

Aunque el síndrome de las piernas inquietas puede comenzar a cualquier edad, aún tan temprano como en la infancia, la mayoría de los pacientes son de edad media.