Familiando
El castigo físico ya no funciona con los niños
Lili Escaleras, de 42 años, recuerda que cuando se portaba mal de pequeña sus padres le corregían hablando acerca de los que hizo y la castigaban sin darle permiso para salir. En otras ocasiones, le asignaban tareas extras en el hogar. Una vez le “dieron con la correa”, pero no recuerda qué fue lo que hizo. Sandra Miranda, de la misma edad, tiene un recuerdo similar.
“Si se trataba de algo grave mi papá sí me daba 3 correazos. En la adolescencia procuraba conversar conmigo pero siempre con base en la Biblia”, comenta Miranda.
Para ella la mejor manera de educar a los menores es “siguiendo los consejos que da Dios a través de su palabra. Ahí mismo nos aconseja que la vara de la disciplina nos puede ayudar cuando la gente no hace caso”. Ella está de acuerdo con darles unas “nalgadas” a los niños porque “a algunos sí les hace falta”. Escaleras discrepa con este método. Para ella la mejor forma de educar a los hijos es conversando, siendo sus amigos; así no serán necesarios los castigos.
Para Waltroud Mestes, de 68 años, una extranjera que reside en Ecuador, la época actual es diferente a la de décadas atrás. En la actualidad, a los niños ya no se les puede alzar la mano. Dice que el mejor modo de corregir a los menores es indicándoles por qué deben hacer o no ciertas cosas, cuáles son sus consecuencias, y posteriormente controlar que cumplan lo que se les indicó.
“No es necesario alzarles la mano a los niños, uno puede explicarles las cosas. Violencia produce más violencia. Si el niño comprendió que todo lo que hace y dice tiene consecuencias buenas o malas no lo volverá hacer por lo que no será necesario el castigo”.
La psicóloga clínica Elena Sandoval explica que a los niños hay que explicarles que cada acto tiene un efecto; ese es el modo de corregirlos. Asegura que es importante hablar con los menores sobre las consecuencias de sus comportamientos. En el pasado, era común la educación de tipo autoritario donde papá y mamá imponían lo que les parecía, pero hoy se observa una educación muy permisiva en el que los niños hacen lo que a ellos les parece.
Según la especialista ninguno de estos tipos de educación es el más adecuado.
Es importante educar poco a poco al niño y no a través de golpes, gritos o de aquellas miradas fijas que lo intimidan. Siempre será mejor reflexionar con él sobre las opciones que tiene para actuar, que elija una de ellas y aprenda de sus consecuencias. Si el niño, por ejemplo, dice que no quiere comer porque su barriga está llena, se le da 2 opciones: comes ahorita o después de que te bañes; no comer no es una opción.
“Son alternativas, a través de las cuales los padres van modelando la conducta del niño. Acordémonos de que el niño es un explorador nato, el niño por sí mismo tiene una energía interna que lo lleva a buscar más, a conocer más, a explorar más, a preguntar más. Haríamos muy mal como adultos al cortarles esto, pero también debemos saber hasta qué punto los dejamos avanzar para que sea seguro para su propio aprendizaje”.
Al mismo tiempo, se pueden analizar las consecuencias de sus acciones. Por ejemplo, si el niño no quiere comer en ese momento ni después de bañarse, deberá saber que no podrá ver la televisión en una semana.
Educar con opciones contribuye a que el niño adquiera una buena conducta. El menor se acostumbra a pensar qué elección le conviene más. Así se prepara para la vida adulta y aprende a reflexionar antes de actuar.
Sandoval explica que cuando se apela al razonamiento, el niño y la niña trabajan la parte frontal del cerebro. Son las funciones ejecutivas que el niño empieza a desarrollar con más fuerza a partir de los 6 años.
La psicóloga advierte que antes de los 6 años la parte frontal del cerebro no está completamente activada. La que sí está activada es toda la parte del lóbulo temporal que corresponde a las emociones. “Si en los 2 o 3 años no aprende a hacer un buen manejo de emociones, nos vemos frente a un niño que no se puede autocontrolar, le va a costar mucho tomar decisiones, obedecer, seguir las pautas”.
Además, según señala, si el niño tiene una solidez en esa etapa del crecimiento en cuanto a límites, después de los 6 años sabrá qué está bien y qué está mal, qué le conviene y qué no.
Marcela Tello, psicóloga infantil, hace una diferencia entre disciplina y castigo. La primera, etimológicamente se refiere a discípulo, a enseñanza. La disciplina es un proceso en el que los padres, los adultos y los maestros, enseñan a los niños.
Por otra parte, al castigo, culturalmente, se entiende como el querer obtener un buen comportamiento con malos tratos.
Si el niño reflexionó sobre su comportamiento inadecuado y la consecuencia que se generó, no volverá a comportase de ese modo.
Según Tello, los pequeños soportan este tipo de castigos, pero cuando llegan a la adolescencia se da una violencia filioparental, los hijos agreden a los padres porque acumularon temores, resentimientos y necesidades no satisfechas. Explica que este tipo de violencia ha crecido debido a las correcciones inadecuadas que recibieron los jóvenes cuando eran pequeños.
Para esta especialista, la comunicación es fundamental. Se deben explicar las cosas de acuerdo con el desarrollo cognitivo de los niños. Ellos están en proceso de aprendizaje por lo que las normas deben repetirse varias veces para que se conviertan en hábitos.
El padre y la madre deben enseñar lo que es correcto e incorrecto, así sean muy pequeños. Además, siempre se debe hablar en positivo, tomando en cuenta que lo que se hable sea coherente al ejemplo que dan como adultos en casa.
Según Tello, antes de corregir al niño, les necesario saber manejar sus emociones, como la ira. Si el niño o el adulto está en un nivel de ira muy alto no podrán comunicarse, necesitan calmarse para que se puedan escuchar mutuamente.
Ante un mal comportamiento, Tello recomienda que se aplique el “tiempo fuera”, en el que se coloca al menor en un lugar para que reflexione, un minuto por cada año. Por lo general se empieza con niños de 2 años en adelante.
Los pequeños insistirán en hacer lo que ellos quieren, pero poco a poco deben aprender que ese tiempo es para que se tranquilicen y piensen por qué estuvo mal lo que hicieron.
Los padres deben explicarles, nunca con violencia, que ciertos actos son inaceptables. Otra forma de corregir es con una disciplina positiva, sin castigos que lastime física o emocionalmente al niño. La disciplina debe tender a corregir para que aprenda. Hay un método basado en las consecuencias, el niño debe saber que todo mal comportamiento, el incumplimiento de las normas, tienen efectos negativos. Se trata de disciplina no de castigos violentos.
Especialista
“Antes de corregir, padres y niños deben calmarse”
La pareja debe llegar a acuerdos sobre cómo corregir, si no los hay el niño empezará a manipular. El adulto es el que debe acercarse al niño, ponerse a la altura de él para que puedan verse a los ojos, puedan escucharse y hablar sobre lo correcto e incorrecto de un acto. Es necesario tratar de buena manera a los niños para que haya una buena comunicación y no se llegue a los castigos.
Además, hay que enseñar a los menores a expresar sus sentimientos. Los padres deben considerar que los menores necesitan recibir la comprensión pero a la vez requieren firmeza, los adultos deben hablar con los pequeños, comprender sus emociones, pero también deben exigir el cumplimiento de responsabilidades. Un niño de 2 años ya puede tener obligaciones, como ordenar sus juguetes.
Marcela Tello, psicóloga Infantil
Consejos
En el momento de la discusión deben calmarse los padres y los niños y tratar de solucionar los conflictos, acudiendo a la justicia.
Cuando no hay maltrato y hay método, los seres humanos reaccionamos mejor. Con maltratos el niño deja de hacer las cosas por miedo.
Ciertos padres son leales al modo de crianza de su familia de origen, deben ver que las nuevas generaciones son diferentes.