Y el hombre fue hecho de maíz, según los Mayas
Del lodo hicieron la carne, pero vieron que no estaba bien, porque se deshacía, intentaron hacerlos de palo, pero esos hombres fueron destruidos en el diluvio.
Posteriormente vinieron los monos que descendieron de los muñecos de madera, pero tampoco funcionó, entonces tomaron el maíz y encajó”. Así se creó el hombre, según los Mayas.
Estos relatos de la cultura Maya constan en el Popol Vuh, que significa libro sagrado del Consejo. Las palabras Popol Vuh provienen de dos vocablos mayas: Popol, concejo o comunidad; y Vuh, libro.
Estos relatos y narraciones que se mantuvieron en el tiempo por tradición oral fueron recogidos por un sacerdote en el siglo XVI.
El libro Popol Vuh y la visita a Yucatán, en donde están asentados los centros arquitectónicos de los Mayas, impactaron al fallecido pintor Diego Rivera, y desde ese momento se propuso hacer un trabajo artístico en el que se vieran las creencias de ésta civilización, dijo Juan Nungaray, agregado cultural de México en Ecuador.
El pintor, que marcó un hito en el arte mexicano y mundial, utilizó la técnica de la acuarela en papel para retratar parte de la creación del mundo, el castigo de los malvados y el origen de los pueblos, tres capítulos de los que está compuesto el libro sagrado de los Mayas.
Humanos con cabezas de seres irreales y fantasiosos, animales, montañas, guerreros y dioses mitológicos adornados con artesanías prehispánicas se distinguen en el cuadro La reación del Universo, en donde se combinan colores cálidos como el anaranjado e intensos como el azul y verde.
Entre las 17 pinturas se destaca el cuadro sobre el Sacrificio y el auto sacrifico humano. En la obra sobresale un dios que absorbe la energía del corazón de un humano, mientras un murciélago con cabeza de dragón observa a un grupo de hombres que se lastiman y otros tantos ofrecen culto.
La muestra, que estará hasta el 23 de septiembre, tiene dos ejes, indicó Daniel Ruvalcaba, director de Museos del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato.
La una tiene que ver con la cosmovisión de la cultura Maya y la otra con el trabajo de Diego Rivera, indicó el especialista la noche de la inauguración, el pasado jueves, en el Centro Cultural Metropolitano.
El pintor, que salió del país en la adolescencia a Europa para estudiar artes, llegó a México en 1923 cuando la Revolución Mexicana había terminado; pero el artista llegó a plasmar “la revolución de la mirada”, indicó el museólogo mexicano e indicó que durante el porfiriato, tiempo en que gobernó Porfirio Díaz, había un gusto por lo francés y europeo.
Rivera, que era un hombre de contextura gruesa y de estatura alta, “se convirtió en un devoto del arte mexicano” y en sus obras artística retrata al obrero, al minero, al trabajador de las fábricas, a los personajes cotidianos. “Da derecho de picaporte a las miradas negras, a la tez oscura, a los ángulos recios de nuestra raza. Él nos enseña a vernos a nosotros mismo con asombro, con respeto y a conocernos un poquito más”, dijo el director del Museo.
Añadió también que el pintor, al que se lo conoce por sus murales que reposan en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, se convirtió en un investigador. “Era un estudioso y respetuoso” de la cultura mexicana, aseveró con fuerza Ruvalcaba.
Durante el tiempo que pasó fuera del país el muralista adquirió técnicas artísticas vanguardistas como el cubismo, expresionismo, impresionismo y compartió con Picasso y otros grandes de la pintura, relató el especialista tras recordar que la exposición del Popol Vuh tiene la entrega y la marca total de Rivera.