Wiñaypacha, un relato aymara de los que se quedan en los Andes
Una mujer, Phaxi, y un hombre, Wilka, esperan en la zona altoandina de Puno, en los Andes peruanos, el regreso de su hijo Antuku, un nombre aymara que en español significa “Estrella que ya no brilla”.
Vicente Catacora y Rosa Nina son dos octogenarios que nunca en su vida han actuado, pero intentan contar una historia frente a la cámara del cineasta Óscar Catacora, en la película que Perú nominó a los Premios Óscar el año pasado, Wiñaypacha.
En una cabaña de piedra y paja, frente a las montañas nevadas y uno de los climas más duros del mundo, no dejan de esperar el regreso de su hijo, mientras tienen que lidiar con su propia sobrevivencia.
El registro de ambos ancianos en el páramo parecería no tener un tiempo definido, pudo ser hace miles de años, mucho antes de que esta tierra fuera colonizada por los españoles.
Su espera solo se mide con el transcurso del día y la noche, en la que los acompaña una pequeña caja de fósforos, el único indicio sobre la modernidad de su era, en medio de las montañas.
“La idea de un mundo en peligro de extinción y la antinomia entre visiones diferentes, representadas por la pareja y su hijo ‘perdido’ en la civilización, se entrelazan con las señales de los dioses y los malos augurios, transformados en golpes reales en la vida cotidiana de los protagonistas”, dice sobre el filme Diego Brodersen, en una reseña de Página 12.
En medio de esa angustia, Phaxi le pide al viento que deje su flojera, y según Brodersen “parece invocar a los espíritus de la parábola para intentar detener el abandono y el deterioro de aquellos que están más cerca de la muerte: los ancianos y las culturas originarias”.
Este filme que Catacora trabajó con cámara fija y con una influencia en la que se enfocan mucho más los paisajes que los rostros de los protagonistas, se estrena hoy en Quito, en la sala del Ochoymedio.
La función de hoy empieza a las 20:00, junto a Kolla Killa Raymi y una presentación de Karo Romero + José Luis Macas. (I)