Violinista polaca afinó su proyecto en el Maac
El 11 de mayo fue una noche atípica en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (Maac) del Centro Cultural Libertador Simón Bolívar ya que se celebraba el concierto de una asidua visitante de Sudamérica, violinista extranjera reconocida por tocar y grabar discos con los mejores músicos y orquestas del mundo.
Ese día, parte de su decimonovena gira por el continente, Patrycja Piekutowska visitaba Ecuador por primera vez con el fin de ofrecer un repertorio de los más exigentes para violín solo, según el también violinista Jorge Saade, director cultural, sección Guayaquil, del Ministerio de Cultura.
Él, como responsable de la entidad regente del museo y Cónsul Honorario de Bélgica, junto al Cónsul Honorario de Polonia fueron los maestros de ceremonia en una velada en la que la instrumentista, a pesar de ciertos reveses por la acústica del local, destacó por su expresividad corporal al tocar. Un joven en el público notó que mientras interpretaba los temas, que iban del barroco a lo contemporáneo, el arco se deshacía y la partitura se salía del atril, sin embargo ella nunca paró de tocar.
Las piezas más extensas fueron la segunda y la séptima, Chaccone from Partita in D Minor, de Bach, y segunda sonata para violín solo “Obsession”, de Eugene Ysaÿe por laparsimonia que Piekutowska mostró, pero sobre todo por la emotividad y virtuosismo vertidos en ellas. Pero la pieza más sentimental fue Adiós Nonino, de Piazzolla, por la historia de que aprendió el tema en 2002, en su tercera visita a Argentina, luego de escucharlo de un bandoneonista en La Boca que, al igual que ella, dijo que la partitura estaba en su corazón. La más peculiar, aunque más completa interpretación, fue la de Images II, de Marian Borkowski, por surgir de una partitura escrita en papel milimitrado sin anotaciones y mostrar todas las técnicas con el violín.
Completaron la velada Capriccio Polaco, de Grazyna Bacewicz, Cadenza para viola solo, de Krzysziof Penderecki (transcripción de Christiane Edinger -1987), y I Sonata violín solo, de Andras Derecskei.
