Violenta cierra su espacio, continúa en digital
En julio de 2017 un colectivo conformado por cuatro artistas se hacía llamar Los Chivox y fundaba un proyecto de arte contemporáneo en el centro sur de Guayaquil, entre un par de casas viejas.
En ese entonces, mientras jugaban bádminton e intentaban definir un nombre “especial” para montar su primera muestra de arte, con bocetos de artistas locales y fundamentales para la primera década del nuevo siglo
–algunos expuestos por primera vez–, querían que la galería fuera un nuevo centro, entendiendo al centro como un espacio en el que todo confluye.
“Violenta cambió la escena y la escena cambió a Violenta”, dice Juan Carlos Vargas, uno de los artistas fundadores del colectivo y del espacio que durante esta primera semana de junio –tres años después de su fundación– inició la liquidación de obras para entregar su centro.
El cierre se debe a las medidas contra el covid-19, lo cual también les impedía gestionar el pago del arriendo.
El lugar, que sería una alternativa de subsistencia para generar su propia obra, se transformó de un centro de gestión cultural a una pequeña galería, motivado por una escena de jóvenes artistas que buscaban dónde vender y exhibir en una escena reducida.
Para Vargas, Violenta fue un catalizador. “Explotaron muchas cosas”.
David Orbea, otro de los artistas fundadores y de quienes sobrevivirán en el colectivo, comenta que cuando abrieron no había espacios culturales ni galerías independientes.
“Hicimos notorio que podía haber un proyecto cultural independiente y sostenible, sin que necesariamente sea para lucrarse, conseguimos un capital simbólico que servía para crecer. Sin querer se creó una especie de modelo”, agrega Orbea.
Antes de que empezara la crisis por el covid-19, Orbea, Vargas y Tayrone Luna, quienes sostenían el espacio, pensaron en transformar el modelo. Al no tener tantos proyectos para exhibir acordaron enfocarse en talleres.
Cuando se inició la alerta sanitaria habían decidido trasladarlo todo al digital, trabajaron en un programa de Okupa, en el que varios artistas cercanos usaban las redes sociales del espacio para hablar de su obra.
Orbea y Vargas quieren mantener Violenta en digital, mientras entregan el espacio que cambiaron de una bodega a un centro de arte.
Vargas reconoce que es difícil vivir del arte en Ecuador ante la falta de mercado y de inversión pública. “Encontramos esto para seguir pensando como artistas, pero Violenta no ha muerto, seguiremos en digital”, anuncia Orbea. (I)