Que en Guayaquil se ha puesto en marcha un incremento en las propuestas teatrales ya es evidente: cada vez hay una mayor variedad de géneros, actores que van a las tablas, y autores que se reescriben a sí mismos.

Desde hace varios años, Santiago Roldós viene trabajando en una muy personal manera de abordar el teatro, tanto en Muégano Teatro, cuanto en sus actividades como docente de la carrera de teatro del ITAE. Esta vez trae “Ensayo sobre la soledad”, obra presentada originalmente en el Festival FIARTES-G, de Zonaescena, el pasado septiembre.

Que no se engañe el espectador frente al trabajo de este hombre de las tablas: a nadie se le harán concesiones de ninguna clase. El texto, el ritmo, las actrices, le van a exigir una concentración sostenida durante toda la puesta en escena.

“Propongo una reunión de grupo”, línea que irrumpe con la atención en una de las primeras escenas que propone la obra. Antes, tres carros con sus propios sonidos se desplazaban por la sala  del teatro, para concentrar la acción en las próximas escenas.

Pilar Aranda (directora actoral), Marcia Cevallos y Aída Calderón, en un juego escénico dinámico, encarnan personajes variados y se mueven sin transición entre luces y desplazamientos.

Son tres niñas que juegan; son también padres, madres e hijos; duplas que enjuician, parejas que entrecruzan sus visiones de infancia y crecimiento. Hay una variedad de reflexión, con parlamentos que abordan “las odiseas cotidianas”, las metáforas de la existencia, los silencios y el crecimiento que enfrenta a esos estadios de la soledad.

“Una mirada de presunción del abismo”, sueltan en una línea que sintetiza el encuentro entre la adultez y la niñez. El texto es múltiple, narrativo y crítico al mismo tiempo, y es volátil en la memoria: es una pieza para verse varias veces.

Y en esa creación constante, el dramaturgo interviene como una voz omnisciente que irrumpe en la escena y advierte: “En este momento veremos fotografías del matrimonio de quienes intervienen en la obra”.

Impresiona enseguida la libertad de los cuerpos  de las actrices, la ductilidad para armonizarlos con las palabras: primero juegan, luego sufren, cuestionan desde gestos que son vigorosos o plácidos, exactamente como los niños y la imparable creatividad de los primeros años, cuando la relación con el mundo tiene el lenguaje de los juegos, de las preguntas, y la mirada ve, estrábica, a la realidad.

La obra está llena de golpes de audacia y ambiciones críticas. Es un texto que sugiere.
“Ensayo sobre la soledad” se presenta hoy en la Sala Zaruma del Teatro Sánchez Aguilar (18:00). Las últimas funciones serán el próximo fin de semana. La entrada tiene un valor de $ 15.