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Tipantasig estudia en Madrid y habló con Pérez-Reverte sobre literatura

Una lectora ecuatoriana en busca del Quijote

Lisbeth Tipantasig, Arturo Pérez-Reverte y Rodrigo del Campo en la sala de plenos de la RAE, en Madrid. Foto: Alejandro Ruesga, El País de España
Lisbeth Tipantasig, Arturo Pérez-Reverte y Rodrigo del Campo en la sala de plenos de la RAE, en Madrid. Foto: Alejandro Ruesga, El País de España
06 de enero de 2015 - 00:00 - Redacción Cultura

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y su fiel compañero, Sancho Panza, son quizá los más célebres e icónicos cómplices de la literatura. Las andanzas de estos personajes, creados por Miguel de Cervantes Saavedra hace 4 siglos y una década, se extienden hasta la actualidad, en la acogida que les dan sus lectores, pese al tono y dialecto con que su autor los inmortalizó.

La quiteña Lisbeth Guadalupe Tipantasig Chato (18), quien reside en Madrid y cursa el segundo año de bachillerato en el Instituto Bilingüe de Educación Secundaria Cervantes (IES Cervantes), dijo a revista Babelia, en conversación con el escritor Arturo Pérez-Reverte, que hoy Sancho sería un alcalde. “Un alcalde bueno, no corrupto. Eso se encuentra poco”, añadió Rodrigo del Campo Grijalbo (17) uno de sus compañeros, quien a su vez cree que “Don Quijote es una personalidad tan compleja que podrías asociar a su afán de luchar por los desfavorecidos a un colectivo”.

Durante la charla, que incitó el periodista Javier Rodríguez Marcos en la Real Academia Española, Pérez-Reverte le mostró a la estudiante ecuatoriana la versión del clásico cervantino que acaba de adaptar.

Frente a los caballeros novelescos que admiran estos estudiantes de Instituto —en el cual se conoce como “el jefe” al autor del Quijote y donde el poeta Antonio Machado fue profesor de francés—, Pérez-Reverte señaló que “a Sancho te lo encuentras en la calle, en lo malo y en lo bueno. Don Quijote, sin embargo, es el ideal. El camino es el que va de Sancho a Don Quijote. Sancho es un labrador que solo piensa en llenar la tripa y la compañía de Don Quijote lo mejora, lo hace superior, admirable, heroico a veces. La lección de Cervantes es que Don Quijote es el espíritu que debe guiar a los Sanchos, pero que es Sancho quien debe hacer el trabajo: quien se moja, quien se mancha, quien pelea, quien debe cambiar. Por eso es más difícil encontrar un Quijote”.

Es, precisamente, esa búsqueda la que hace que la obra perviva a través de un larguísimo recorrido que ha cruzado lenguas, épocas y generaciones enteras. Lisbeth Tipantasig, por ejemplo, cuenta que “tenía esa idea de que el Quijote es un libro difícil de leer y de comprender, ya que estaba escrito en castellano antiguo. Luego me di cuenta de que no, aunque algunas palabras tenía que consultarlas en las notas a pie de página, lo que te obligaba a releer el fragmento”.

La estudiante quiteña zanjó una discusión de medio siglo sobre la locura del Quijote con una frase muy conocida entre los jóvenes de su edad, al otro lado del charco, cuando le escribió a la revista Babelia, vía correo electrónico, que: “Solo se hace el loco para lo que le conviene. Para otras cosas está totalmente cuerdo. Don Quijote estaba más cuerdo que todos. Su locura es una excusa para llevar a cabo todas esas aventuras que había leído en los libros de caballerías”.

Y añadió, como una incitación que interpela a una generación entera al haber migrado para seguir sus estudios: “Si se lo tuviera que recomendar a algún amigo, le diría algo así como: ‘Un libro como el Quijote nos ayuda a sentirnos libres y no darle importancia a lo que la gente piense’”.

La nueva faceta literaria del escritor Arturo Pérez-Reverte

En la tarea que conlleva la adaptación de un clásico, el exreportero de guerra, autor de novelas memorables como El asedio (Alfaguara, 2010) y miembro de la Real Academia desde 2003 (silla T), es el más indicado, puesto que se valió de una voz propia para narrar las aventuras del capitán Diego Alatriste en la popular saga que lo hizo célebre. Allí combinó el dialecto de época con las necesidades de los nuevos lectores ávidos de aventuras caballerescas.

En ese marco, la nueva versión de Don Quijote de La Mancha (Santillana, 2014) tiene como fin llevar la historia a más lectores, a aquellos que quizá no se han habituado a las digresiones que caracterizaban a las letras de época en lengua castellana.

DATOS

Arturo Pérez-Reverte (noviembre de 1951, Cartagena, España) se dedica en exclusiva a la literatura, tras vivir 21 años (1973-1994) como reportero de prensa, radio y televisión.

La Real Orden de 12 de octubre de 1912 confiaba a la RAE “la dirección de dos ediciones del Quijote, una de carácter popular y escolar y otra crítica y erudita”. La primera se acaba de publicar en España.

Durante los siglos XVIII y XIX la Academia publicó otras versiones de la obra entre las que destaca la memorable edición de Joaquín de Ibarra (1780). Todos los términos del original se hallan en su diccionario.

Miguel de Cervantes escribe el Quijote en 1605, luego de fracasar en el teatro. Según Pérez-Reverte, “su orgullo era haber sido soldado”. En la época, la novela era un género menor frente a la dramaturgia.

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