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El Telégrafo
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Entrevista / Carla Badillo Coronado / Poeta, narradora y periodista ecuatoriana

Una escritora contra el insomnio al ritmo de 3 géneros literarios

Una escritora contra el insomnio al ritmo de 3 géneros literarios
Fernando Sandoval / El Telégrafo
06 de enero de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

Luego de escribir sus artículos periodísticos, Carla Badillo Coronado (Quito, 1985) hacía una pausa en el tecleo y el murmullo de la redacción para leerlos en voz alta. Un par de audífonos le bastaban para bloquear el ambiente y hacer que la prosa de un periódico tuviera la musicalidad de la ficción.

Cuestión de oficio: la poeta retomó, con música de fondo, los versos que ya escribía y dio el salto a la ficción, antes de volver al periodismo en el campo audiovisual.
El año pasado, los frutos: Carla sobrevivió a un insomnio y, durante una de las noches en que su sueño se normalizó, recibió una doble buena noticia. Había obtenido una mención de honor dentro del Premio de novela breve La Linares por haber escrito Abierta sigue la noche (con el seudónimo Sveta Shikivu), y había ganado el XXVIII Premio Loewe de Poesía (Creación Joven) por El color de la granada.

¿Sin dejar el periodismo momentáneamente, como lo hiciste, hubieras escrito las dos obras galardonadas?

Eso no puedo saberlo pero creo que no, tuvo que ser así. La lógica del periodismo iba en contra de lo que en ese momento aspiraba y necesitaba lanzarme al vacío de lo que yo intuía que iba a crear, algo que no sabía qué era, no sabía qué iba a salir de eso pero tampoco me importaba, solo sentía que necesitaba apostar por ello. Si algo nunca me ha gustado es la mediocridad en cuanto a las creencias y las migajas de tiempo que se le puede dar a aquello, en lugar de darlo todo. Lo primero no es honesto conmigo como creadora.

¿La escritura del poemario y de la novela breve fue simultánea?

En realidad yo escribí el poemario cuando tenía 25, mucho más joven que ahora, pero en este tiempo lo vine puliendo con el pulso de un artesano. Son procesos bastante distintos (la escritura en narrativa y en poesía). La novela la escribí en un tiempo relativamente corto para lo que normalmente implicaría.
El color de la granada hace alusión al título de una película de Sergei Paradjanov (1924-1990) que es un cineasta armenio, un maestro del siglo XX que está casi olvidado. Esa película es un homenaje a la vida de Sayat Nova (1712-1795), un poeta armenio a quien también le dediqué mi libro. Para mí, son dos visionarios. Novat fue poeta, músico y ashik: un trovador místico itinerante, una especie de Homero que no era ciego, que iba de pueblo en pueblo, cantando sus versos. La suya es una historia muy linda porque él siempre estuvo ligado a la poesía y a la música, fue tan bueno que llegó a la corte del rey, se enamoró de su hermana, lo expulsaron y persiguieron por sus creencias y hasta se hizo monje.

Pero has dicho que la película de Paradjanov cuenta esa historia a través de símbolos...

Me impresionó mucho, al punto que sentí el impulso de escribir y salieron 12 poemas seguidos. Luego lo dejé pero quería contar la historia, traducirlo de alguna forma poética. Lo que hice fue reconstruir la vida de Sayat Nova a través de la poesía. El texto se divide en 8 partes, la niñez, juventud, persecución del poeta y así... hasta una última parte, que no está en la película, y se llama ‘La transfiguración del poeta. Variaciones personales’, porque en ese momento yo ya no sabía si era yo o Sayat Nova quien escribía. No lo digo con un afán de pretensión sino que me sentí tan poseída por su historia y voz que, de alguna forma, ese libro salió con una fuerza que no había experimentado con ningún otro poemario o manuscrito en general.

¿Por qué te centraste en un tema como el insomnio a la hora de escribir Abierta sigue la noche?

Más que eso, sentí que el insomnio era un animal que estaba dentro de mí. Me arañaba, gritaba en ese momento, así que la novela era una forma de exorcizarme. Tuve problemas a nivel personal que fueron bastante duros. Hay una parte en el proceso creativo durante el cual estaba medicada, terminé donde el psiquiatra y salí de eso por mi propia voluntad. Me di cuenta de que, en realidad, no quería estar sedada, quería sentir, estar con los poros abiertos hacia lo bueno y hacia lo malo y, en esa medida, esta novela se convirtió en una especie de salvavidas al que yo me agarré con uñas, dientes y, después, vinieron momentos más placenteros, cuando, a partir de ese mal que experimenta la protagonista, surgieron muchas cosas en que la imaginación ya se abrió y apareció la ficción.

¿Se puede decir que esa novela tiene algo de autobiografía?

Es ficción, pero nace a través de un hecho concreto, que me sucedió a mí, un hecho fuerte que originó todo. La novela narra la psicología de un personaje que experimenta un insomnio no severo sino permanente. Cuando inicia la historia, la protagonista lleva 46 días sin dormir, en seguido. Y ella empieza a experimentar cosas, angustias personales que tienen un antecedente: su abuelo murió después de 44 días en vela. Ella supera ese récord y llega a decir ‘el mío es un caso más irreal que genético’. A partir de eso, ella intenta de todo, pero no consigue dormir. Se aferra de alguna manera a los libros y encuentra que, por ejemplo, Charles Dickens (1812-1870) tenía problemas de insomnio y, en un texto que se llama ‘Paseos nocturnos’, él explica que para vencer ese insomnio empezó a caminar y caminar las madrugadas hasta volver muy exhausto a su casa, entonces se quedaba rendido. La protagonista trata de hacer lo mismo pero no ve ningún resultado, entonces, en lugar de atormentarse, continúa con las caminatas y allí empieza a encontrar una serie de personajes, muy sencillos, pero muy particulares. Ellos son los que le devuelven esas ganas de no irse a la mierda totalmente. Se vuelven el universo de ella, quien ya no tiene contacto con el día prácticamente: todo ocurre en la noche y madrugada y, además, no ocurren grandes cosas en la trama, sino que suceden en la mente de la protagonista.

¿Hay mucha intertextualidad?

Hay un guiño a otros autores. Me doy el lujo de meter citas de lecturas que ella va teniendo y esos autores, de alguna manera, se vuelven otro tipo de personajes de la novela también. Un papel bastante importante en ese sentido es el del poeta colombiano Raúl Gómez Jattin, Rodolfo Fogwill, William Blake y Mario Bellatin. El abuelo de mi personaje, de Rauda, se llama Raúl Bellatin y murió por no dormir. Una de las lecturas de ella es El Libro uruguayo de los muertos, en que empieza a fantasear: aparece un nexo entre Mario y Raúl Bellatin porque comparten estos cuadros de insomnio, de angustia. Ella va creando esta historia que quizá no sea para nada cierta, pero a la que se aferra para seguir adelante. (I)

Datos

La autora también se ha desempeñado como bailarina de danza tradicional y, en la actualidad, trabaja en la Tv de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.
El color de la granada será publicado por la editorial Visor Libros, en marzo. El poemario ganó, el 11 de noviembre de 2015, el Premio Loewe de Poesía (Creación Joven) donde hubo 800 participantes.

Abierta sigue la noche será publicada de forma masiva en Ecuador por la Campaña de lectura Eugenio Espejo. Esta novela recibió una mención de honor en la entrega del Premio de narrativa breve La Linares.

‘Vagón 204’ volverá a publicarse, cada 15 días, en el suplemento cultural de EL TELÉGRAFO, desde el 24 de enero. Contendrá reflexiones literarias o de viajes. Esta entrevista, completa, se podrá leer allí el domingo 10 de enero.

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