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Una breve mirada al oficio de la escultura en Guayaquil

Una breve mirada al oficio de  la escultura en Guayaquil
01 de enero de 2012 - 00:00

La poeta Ileana Espinel contaba que el escritor Juan Rulfo, de visita en Guayaquil  allá por los años 70, preguntó si en esta ciudad no había escultores porque en sus recorridos se había percatado de que todas las esculturas tenían firmas europeas.
Y claro, a Rulfo que venía de un país con una gran tradición artística debió parecerle extraño que no hubiera escultores aquí. 

Los nombres  de Beneducce, Homs, Querol, Milani, Millet, Soro, Falguiere y, el más conocido de ellos por la labor escultórica y docente que cumplió en esta ciudad, Enrico Pacciani, constan en esas estatuas ubicadas en parques, plazas y en los bellos conjuntos funerarios del Cementerio General que le valieran la declaración de patrimonio cultural.

Pero, para la época en que Rulfo estuvo aquí, esta ciudad hacía ya tiempo que había consolidado su historia escultórica. Y las firmas de  los ecuatorianos Palacio, Loffredo, Gómez, Tandazo, Velasteguí, Cauja, entre otros, son parte de esta historia.

Sin embargo es válido preguntarse cómo se gestiona el trabajo escultórico, tomando en cuenta que este oficio requiere de materiales muy caros y que en el trabajo no solo participa el escultor sino uno o varios ayudantes.

Sobre el tema conversamos con Antonio Cauja, el  reconocido escultor guayaquileño, con una vasta trayectoria a nivel nacional e internacional.

Cuenta  que desde los 17 años vive exclusivamente de lo que le reporta su trabajo como escultor. Su obra la ha trabajado por series. “Los nudos”,  “Los torsos”, “Armenia”, “Las góndolas” y, actualmente, “Instrumentos pasionales”, en la que  se encuentra trabajando intensamente.  

Acerca de cómo  se fijan los precios, Cauja explica que es  de acuerdo, entre otras cosas, con el material utilizado. Por ejemplo, si se usa bronce, que es un material caro, se puede hablar de que un 45% del precio será para el fundidor, dice Cauja.

Un busto de bronce, continúa,  podría costar fácilmente 10 mil dólares. Entonces, se podría decir que la escultura es un arte que sí rinde réditos, “aunque a veces también  puedes terminar con saldo en contra si al cliente no le gustó la obra... Si simplemente no la quiere, no puedes hacer nada”.

Acerca de cómo se “protegen” de esa situación, el artista comenta que se va desarrollando la obra pedida por partes, que se van mostrando al cliente (primero un dibujo en papel, luego una maqueta en barro y así sucesivamente) y, si éste las aprueba, se avanza al  siguiente paso, hasta llegar a la obra ya terminada con el material final.

La escultura es un oficio selectivo, dice Cecilia (así a secas, como prefiere),  una escultora muy joven, autodidacta y metida en el oficio por “coraje propio”, según dice. ¿Y cómo así selectivo? “Claro”,  responde, “no ves que ya ni siquiera  los concursos tradicionales (Salón de Octubre y Salón de Julio) la incluyen en sus convocatorias”. Y para colmo, continúa, “hasta el monumento de un ex Presidente de la República le fue dado a un escultor español, ignorando a los nacionales”.

El tema de la ubicación del  monumento a León Febres Cordero ha provocado una  polémica entre el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural y la Municipalidad de Guayaquil, por lo que buscamos la opinión de otros escultores para que nos dieran su visión sobre el tema. 

Mario Basantes, más allá de opinar sobre la ubicación, mostró su disgusto por el “maltrato y la burla” de que  fueron objeto. Señala que  hace poco más de un mes le llegó un correo electrónico, donde lo invitaban a participar en la realización de este monumento. Pero  luego se enteró, por la prensa, de que la escultura hacía bastante tiempo que estaba hecha, trabajada por un escultor español. Debido a esto se abstuvo de intervenir, no obstante que ya había elaborado un presupuesto y algunos bocetos. 

Igual de molestos se mostraron los escultores Alonso Fares y Francine Córdova, al ser requeridos sobre el asunto. Ellos no entienden qué pasó. Por qué los invitaron a participar en una obra que ya estaba realizada. Y son unánimes en exteriorizar su profundo malestar por el desconocimiento al escultor ecuatoriano y la preferencia a artistas extranjeros.

El escultor  Guido Ochoa también habla sobre el caso y señala que él se acogió a la invitación hecha por el portal de compras públicas y que envió la documentación requerida. “Pero la respuesta del Municipio fue que aquí no hay capacidad para producir la obra. Sin embargo somos varias las  personas que estamos en capacidad de realizar dicho proceso”, señaló.

El ingeniero Jaime Faggioni, delegado del Alcalde de Guayaquil, en un oficio con fecha del 5 de diciembre del  pasado año, que envía al INCOP para solicitar la autorización de importación, señala que “se ha realizado el proceso de verificación nacional, en el que se determinó que no existe producción nacional para el Proceso de Adquisición del Monumento en Homenaje a León Febres Cordero”... Por lo tanto solicita se autorice la importación del bien requerido.

Por su parte, el doctor Jorge Luis González, director del INCOP, dice que el Municipio cometió un error al utilizar la herramienta de verificación de producción nacional. Porque antes de  contratar la adquisición de un bien en el exterior, se hace esa  respectiva verificación.   

En este caso, señala el doctor González, se trata de una obra artística cuyo  proceso de verificación de producción nacional no se  hizo previamente, sino que  ya se había mandado a construir  la escultura.    

Cecilia interviene para decir que “el asunto de dicha  escultura sí que fue raro” y enseguida agrega, refiriéndose a otras “rarezas”,  que “de un tiempo acá  hasta los monumentos están siendo robados,  y menciona el caso de los  bustos ubicados en la avenida del Periodista , que han desaparecido, “probablemente para fundir el bronce”, conjetura.

Sobre estas desapariciones, la Dirección de Urbanismo del Municipio señala el número exacto de esculturas que han desaparecido:  cuatro bustos de bronce, una escultura del mismo material y dos placas ubicadas a lo largo de la avenida del Periodista, situada en la ciudadela Kennedy.

Anotamos a continuación los nombres y el sitio donde estaban emplazadas estas piezas. La escultura y placa en homenaje al periódico El Patriota estaban situadas en el intercambiador de la avenida Olimpo y la avenida del Periodista.

El busto de Manuel de J. Calle, que estaba en el parterre central, en su intersección con la calle César Palacio García. El de Eugenio Espejo, en la intersección con la calle Dr. Abel Gilbert Pontón.

Igualmente,  se cuenta el busto del periodista José Abel Castillo, que estaba colocado sobre un pedestal en la avenida del Periodista y su intersección con la calle Urbina Jado; y el busto de Mariano Moreno, en la intersección de la avenida del Periodista con la avenida Federico González Suárez.  

De estos robos todavía no hay ninguna explicación por parte de las autoridades. Sin embargo,  el Municipio ha dispuesto la revisión de las grabaciones de las cámaras, colocadas en el sector, para determinar la identidad de quienes  han sustraído estas obras de arte.

Por otra parte, hay un tema vinculado con la escultura que casi no se visibiliza y es el de los murales que existen en Guayaquil; ¿dónde están? ¿cómo funciona o ha funcionado su mantenimiento?

El de la Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas. Se trata de  un  mural de la autoría de Alfredo Palacio; está situado en la pared frontal del edificio que da a la avenida 9 de octubre. En la presidencia del doctor Luis Félix López, se mandó a restaurar, lamentablemente, esta intervención hizo que el mural perdiera el énfasis de ciertos detalles originales.

En la misma avenida, pero ya casi llegando al río Guayas, en el edificio matriz de la Corporación Financiera Nacional, se ve el mural realizado por Manuel Rendón Seminario, que casi  rodea el edificio.

En la parte norte del malecón, en el Centro Cultural Simón Bolívar, en la pared que da a la avenida del mismo nombre, está instalado el mural ideado y confeccionado por Rendón Seminario. Se trata de un trabajo que estuvo guardado largo tiempo, hasta que el artista Jorge Sweet lo rescató, hizo los trabajos de restauración que se requerían y desde el año pasado se  exhibe para deleite del público nacional e internacional.

Otro mural de tipo religioso, realizado también por Manuel Rendón Seminario, se encuentra en el edificio de la Junta de Beneficencia, específicamente en la oficina de juntas. La edificación se encuentra en la plaza Vicente Rocafuerte, mejor conocida como San Francisco.

En la avenida 9 de Octubre, en el edificio donde funcionaba antiguamente el museo del Banco Central, (en la esquina) está emplazado el mural en homenaje a Rumiñahui, realizado por Theo Constante.

Es un ejemplo de cómo la escultura -por los mismos materiales que utiliza (bronce en la mayoría de los casos)- es un arte caro y, quizá por eso, la demanda, en su mayoría, viene de instituciones.

De ahí, entonces, que esculturas, grandes o pequeñas sean  casi siempre  encontradas aparte de en los museos, en  bancos, instituciones públicas o privadas. ¿Es fácil conseguir trabajos?

Tony Balseca, un escultor autodidacta, que ama lo figurativo y cuya obra, de hecho, casi toda  se remite a este género dice que  “la facilidad para conseguir trabajos se puede remitir a si uno tiene o no relaciones (amistades) que te ayuden a conseguirlos.

Aquí funciona mucho lo de los contactos... alguien te recomienda con alguien”. “Claro, cuando uno ya es conocido, entonces la cosa cambia”.

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