Un ritual que canta a ritmo de rock se oirá fuerte en La Villaflora
La Concha Acústica, situada en el sur de Quito, se ha convertido en el “templo del rock”, al que cada 31 de diciembre devotamente sus seguidores acuden desde hace 25 años para cantar con sus bandas favoritas y para oír a los nuevos grupos, según expresó Diego Brito, presidente del movimiento Al Sur del Cielo, grupo que organiza el festival.
Este año subirán al escenario 16 bandas quiteñas que fueron seleccionadas de 120 grupos que sonaron en la Semana del Rock, recital que también organizó Al Sur del Cielo, en Quito, en julio pasado. “El cartel que se presenta el 31 pasa por un análisis. Vemos cómo se desarrollaron en la Semana del Rock”, indicó Brito, que también es músico. Otro requisito es que las bandas tengan material producido en 2012, grabado en un disco.
En el festival no participa ninguna banda extranjera. “La idea es mostrar el talento quiteño”, dijo Brito quien explicó que al concierto sí acuden músicos de Estados Unidos e Inglaterra, pero como parte del público. “No vienen invitados internacionales. Es algo chévere, porque no necesitamos traer a grandes grupos de afuera, la gente viene por las bandas nacionales”.
El también integrante de la banda Resistencia destacó el desarrollo que ha tenido el festival durante los 25 años, cuando junto a los integrantes de la corporación se hicieron cargo del evento.
Los primeros movimientos del rock en Quito se suscitaron en marzo de 1972, cuando Ramiro Acosta empezó con presentaciones de los grupos. “El rock acá en el sur de Quito es el movimiento más grande que existe a nivel urbano”, dijo el músico. Añadió que el festival ha llegado al nivel actual tras un esfuerzo personal e incluso económico de los organizadores. Luego aparecieron auspicios gubernamentales.
Algunos rockeros que ven en el festival una alternativa para escuchar a sus bandas favoritas aseguraron que la calidad no es la de años pasados.
Alejandro Insuasti, de 28 años, que va desde los 14 años a la Concha, indicó que la razón por la que asiste es “para ver a los panas que no ve en el año”. Es un punto de encuentro. Respecto a las bandas que se presentan este año, solo le interesa escuchar a Aztra y Metamorfosis por el mensaje de las letras.
Insuasti afirmó que las bandas que tocan los 31 de diciembre “son panas de los organizadores”. La misma reflexión hace Martín Rodríguez, de 30 años, quien hace 7 dejó de ir al festival porque no encuentra bandas “de peso”.
Para Pablo Rodríguez, otro de los integrantes de Al Sur del Cielo, las afirmaciones de los chicos derivan “justamente de la importancia e incidencia del movimiento rockero, que terminan creando resentimientos de algunas personas y de ciertas bandas cuyo nivel no es el adecuado para formar parte del festival”.
“El hecho de que sea un festival abierto al público, no quiere decir que puede ir a tocar cualquier persona. Se necesita cierto nivel”.
Además, comentó que hay bandas que ayudan en la organización, que les lleva entre 4 y 6 meses, y pese a ese esfuerzo y colaboración no llegan a poner un pie en el escenario. “Necesitamos gente que nos ayude. Todo el trabajo se cobra tras el evento y necesitamos dejar los oficios en ministerios, pegar afiches”, explicó el organizador.
Otra aclaración que hizo sobre las bandas es que hay una demanda de grupos jóvenes a los que quieren estimularlos e impulsarlos.
Respecto al comentario de que hay menos asistentes, Rodríguez dijo que la Concha Acústica -con capacidad para 15.000 personas- está totalmente llena durante las siete horas que dura el concierto.
Freddy Palacios, del grupo de rock Reino Eterno, dijo que este año es el segundo que estará en el festival. La banda se creó hace 5 años, pero los integrantes tuvieron un proceso de formación en otros grupos. El disco que les permitió ser parte del concierto en 2011 se titula “Misión Metal”, en él constan dos temas inéditos y cinco de varios artistas.
Palacios, de 29 años, recordó que la primera vez que tocó en la Concha Acústica la “gente le acolitó”. Comparó al rock con la elaboración de música clásica, que está llena de escalas y armonías, complejas, difíciles de componer.