Un ex ministro que viene con cuerdas y máquina de ritmo
En el mundo aparentemente formal es conocido como Gilberto Passos Gil Moreira, pero en la música es simplemente Gilberto Gil. Con la música este compositor natural de Salvador de Bahía ha escalado por el mundo con sus ritmos cargados de tonadas telúricas, matizadas del movimiento tropical; pero también ha escalado por el mundo por su defensa de un acceso libre a la cultura: cuando Lula da Silva dirigió Brasil le encargó el Ministerio de Cultura y, a través de aquella gestión, entre otras mejoras, puso en escena la relevancia de una inversión seria a la cultura y porque todos puedan acceder a ella. Esas son varias de las facetas de este hombre múltiple que mañana por la noche cantará para el público que asista al Teatro Nacional Sucre.
Gil, de 70 años, llegará como parte de su gira mundial denominada Concierto de Cuerdas y Máquinas de Ritmo, con la que viajó entre Brasil, Chile, Colombia, Perú, Ecuador, entre otros países.
La faz de acción política que tiene Gilberto es poco conocida. Es miembro del Partido Verde de Brasil y en la época de gobierno de Fernando Henrique Cardoso calificó este periodo como el mejor, pero no participó activamente. Fue en el Gobierno de Lula cuando lo invitaron a presidir el Ministerio de Cultura.
Desde entonces fue criticado por considerarse poco competente que un artista administrara desde un cargo público, pero también por lo que ocurría en Brasil. En una entrevista para el portal Rebelión.org en 2004 polemizó sobre el presupuesto asignado a su Ministerio: “Un 0,4 por ciento del presupuesto general. Queremos llegar al 1% el año próximo”. Su idea siempre fue otorgar un valor estratégico a la cultura local dentro del movimiento económico del gigante latinoamericano.
En otra entrevista publicada por el diario La República, de Perú, evaluó su gestión en Brasil tras ocho años de permanecer allí: “No he podido hacer mucho porque el presupuesto para la cultura es chico. Yo logré aumentarla un poquito pero igual no es suficiente para tantas cosas que tienen que ser hechas en un país tan grande como Brasil”.
En el mismo diálogo precisó: “Tuve total apoyo del Estado y del presidente Lula y lo que considero que hice más interesante fue la creación de los puntos de cultura que son locales en rincones alejados de todo donde hemos llevado libros, computadoras, cds, cursos diversos, shows, etc”. Como se dijo antes, para Gil el acceso fue lo primordial.
En el plano artístico Gil acoge “ritmos del nordeste de Brasil como la balada, la samba y la bossa nova, que fueron fundamentales en su formación. Utilizando esa influencia como punto de partida, Gil forja su propia música, incorporando rock, reggae, funk y ritmos de Bahía, como el afoxé”, reseña una nota publicada por el Teatro Nacional Sucre.
“La obra musical de Gilberto Gil aborda una gran variedad de ritmos y temas en sus composiciones, relevantes a la realidad y a la modernidad; a la desigualdad social, a las cuestiones raciales, de la cultura de africana a la oriental, desde la ciencia a la religión”, ubica la misma publicación entre las motivaciones del contenido de las interpretaciones y composiciones del músico.
Gil ha lanzado todos sus álbumes en el extranjero desde 1978, año de su exitoso desempeño en el "Festival de Jazz de Montreux" en Suiza, grabado en vivo. Todos los años viaja a Europa, América y Oriente. El brasileño tiene más de 4 millones de discos vendidos y 9 premios Grammy en su palmarés.