Un ensayo por la valentía, sobre los riesgos del silencio diario
Fidedigna vuelve al hogar de su niñez y su gato (empedernido contador de historias) la transporta al día en que su abuelo abusó de ella, desafío que debe romper siendo adulta, esta es la trama de la obra teatral “Ensayo para el vuelo”, que se presentará hasta el 26 de mayo en el Teatro Malayerba.
Daysi Sánchez (Fidedigna) es también la guionista de la obra. En el escenario la acompaña Alexandra Almeida (el gato), cuyo personaje modera el vaivén entre el presente y el pasado de Fidedigna, pasado que ella elude y que no la deja superar la inocencia arrebatada, a la que busca sin término.
En el montaje de la obra está quizá uno de sus tantos méritos. La directora Coco Maldonado califica como un reto interpretar una situación repleta de gramos de violencia, cuyo fin es “curar las heridas individuales y sociales, y prevenir el abuso sexual infantil”.
La historia está llena de símbolos y se desenvuelve en un ambiente similar a los parajes de Edvard Munch, gracias al trabajo de la escenógrafa Elena Vargas, el vestuarista Pepe Rosales y el director de luces, Anatol Washke. Mirarla es acercarse a la estética del horror.
Cada vez que la protagonista recuerda su niñez y recompone el cuadro de su grave dolor espiritual, en el teatro vibra la canción en euskera Txoria Txori del “Patriarca de la música vasca” Mikel Laboa. La canción no podría ser más indicada: su letra dice: “Si le hubiera cortado las alas habría sido mío, no habría escapado. Pero así, habría dejado de ser pájaro. Y yo… Yo lo que amaba era un pájaro”.
¿Cómo narrar una historia de estupro infantil sin caer en el pesimismo y provocar que el coraje cure las mellas del trauma? El equipo, que performó esta obra, combinó poesía con humor, brebaje que no le quita mérito a su trabajo, sino al contrario: lo apuntala de tal manera que el público reflexiona, se conmueve, se entretiene y se sorprende, quizá ese es el cariz de todo arte.
La poesía en la obra se ve en el lenguaje. Por ejemplo, el felino narra en una escena que el abuelo dejó a la abuela “con el rostro pintado de golpes”. Y después alude al miedo de Fidedigna (niña): “se hacía agua por los ojos y otros lugares, dejaba soles en las sábanas blancas”.
El humor es otro poderoso elemento puesto en escena a través de juegos y bromas entre ambos protagonistas. La actriz Daysi Sánchez conoce mucho sobre el abuso sexual infantil, desde 1986 se ha especializado en talleres para concienciar a la comunidad.
Este “Ensayo para el vuelo” es claro en su mensaje. Se vive en una cultura patas al revés en la que se procura la violencia en nombre del bien. Esta ideología es aún el paradigma Pop Educativo en las familias o la Dirección Nacional de la Policía Judicial no habría recibido 10.312 denuncias por violaciones familiares en los últimos dos años.
La psiquis es la membrana más frágil e inmune al terror.
En otra escena, Fidedigna confiesa que “tiene miedo a no amar, a no ser querida”, pero el respaldo de su amigo gato la impulsa a ser valiente. En el fondo, este proyecto artístico es un importante lenitivo para sobrevellar todo tipo de trauma, porque no recordar lo que nos ha afectado es un peligro personal que sin respaldo no se puede lograr.
Como dice el poeta Ernesto Carrión, “las estrellas le pertenecen a quien las trabaja, nunca a quien las admira”, la obra incentiva a moverse en la crisis.