Un adiós con vallenato y flores amarillas

México, la patria adoptiva de Gabriel García Márquez; y Colombia, su tierra natal, le ofrecieron ayer sendos homenajes al escritor. En tierra ‘azteca’ se realizó una emotiva ceremonia a la que acudieron las autoridades de Colombia, la familia de Gabo y miles de admiradores.

En el majestuoso palacio de Bellas Artes, las decenas de invitados rompieron en un cerrado aplauso a la entrada de la viuda de García Márquez, Mercedes Barcha, y sus dos hijos, portando las cenizas del novelista en una urna de madera color café que fue colocada sobre un atril negro rodeado de flores amarillas, el amuleto de García Márquez contra la mala suerte que estuvo en todos los rincones del palacio y en muchas solapas.

Miles de personas hicieron fila por horas para despedir al literato. Pero en medio de la tristeza surgieron los ritmos de cumbia y vallenato de la costa colombiana, a cargo de un trío con acordeón, caja y guacharaca. La aparición del grupo contagió a los asistentes, algunos de los cuales aplaudieron, se pusieron de pie y hasta bailaron, y logró arrancar una sonrisa a la viuda del nobel.

En Aracataca (Colombia), de donde era oriundo el escritor, hubo un sepelio simbólico, que tuvo una multitudinaria asistencia. AFP