Ubriaco continúa su año con obra de Jorge Díaz
El jueves 12 de mayo era difícil sentarse en una de las butacas del Auditorio Simón Bolívar y no pensar en las obras escritas por el guayaquileño José Martínez Queirolo o en las puestas en escena de piezas de denuncia social o costumbristas que suelen hacer el Teatro Ensayo Gestus, Teatro Experimental Guayaquil, Kurombos Teatro y el grupo Sarao -este último desde la danza teatro-. La razón era que el texto del chileno-argentino Jorge Díaz, El lugar donde mueren los mamíferos, escenificado esa noche, rebasaba las barreras de la sátira, la farsa, la crítica social y el humor negro para elaborar cómo subsiste el círculo vicioso que se ha montado sobre el asistencialismo, la vinculación social y la necesidad de que la pobreza exista para justificar toda cosa.
El elenco de Ubriaco, investigación teatral, dirigido por el argentino Víctor Acebedo, hizo reír y disfrutar a los más de cuarenta asistentes, en especial Lourdes Ortiz en la piel de Perpetua Caridad Gilbert, con una historia sobre 4 voluntarias de clase alta, miembros del Instituto Ecuménico de Asistencia Social que organiza el congreso mundial de la miseria y al observar la falta de pobres, las vicisitudes y el azar las lleva a descubrir uno que, aún muerto, salvará la supervivencia del instituto. La mordacidad de las verdaderas intenciones de las damas, interpretadas con vehemencia y mucha acidez por Marcela Correa, Gabriela Lavaye, Ortiz y Gissela Meza se mezclaba con su pantomima, exageración gestual y vocal en medio de números musicales, al ritmo de temas de Rita Pavone en italiano, en una serie de cuadros esperpénticos en que la ayuda social es la puerta a la fama y la buena vida. El objeto de su obsesión, al que incluso llevan a la muerte, es Chatarra, hombre pobre e incauto interpretado con suma naturalidad por Fabricio Mantilla.
No cabía duda de que las estrellas de la velada de ese jueves, y de la del viernes 13 de mayo, fueron Perpetua y sus amigas Justa Orejuela viuda de Seminario, María Piedad Baquerizo de Jijón y Asunta Robles de Estrada.
Respectivamente, una obesa abúlica dispuesta a comerse todo, la presidenta del instituto, la voluntaria dispuesta a acostarse con todos los robustos indigentes de menos de 50 años y la mojigata preocupada por la formación espiritual de los pobres y de los miembros del instituto.
Varios de los integrantes del público de la función de estreno fueron los amigos y familiares del elenco, pero aquello no desmerece que la obra provocó reacciones. Frases como que todos los pobres son de izquierda a raíz de que Chatarra al ser zurdo le extendió la siniestra a Justa o juegos de palabras como los que se hacían al morir Chatarra con su profesión de hacedor de ojos de cristal generaron risas y reconocimiento de que algo de cierto había en lo que expresaban. El rompimiento de la cuarta pared fue constante desde la entrada de Chatarra y durante las conversaciones que él mantenía con el público, incluso en una de ellas admitió su felicidad de estar en un teatro y de que la gente estuviera ahí para verlo. Durante la obra era común que las 4 damas asumieran el papel de tramoyistas frente al público y movilizaran los decorados y utilería para dar la idea de una mesa para una tarde de té, un velorio de cuerpo presente y el amplio y suntuoso local del instituto.
Así se dio el segundo estreno de Ubriaco, que inició el año con la presentación, el 28 de abril, del café Concert Estoy esperando un hombre y que tendrá funciones el 3 y 4 de junio en el Auditorio. El tercer estreno se dará el domingo con la obra infantil Cepillo el león, un rey que dejó su trono por amor, que se representará durante todo junio por el día del niño.