Tres películas tendrán la marca del choneño Fernando Cedeño Marcillo
Tres producciones cinematográficas tiene en la parrilla para este año el cineasta Fernando Cedeño Marcillo: En busca del tesoro de Atahualpa, Desaparecidos y Rápidos y letales. En esta última fusiona el reguetón con la afición por el tuning.
Sin embargo, destaca que estas cintas mantendrán la esencia del ‘cine de guerrilla’ que, aclara, no está relacionado con armas, ni guerrilleros, ni violencia.
“Se necesitan soldados del arte (actores) que estén convencidos de que será duro y deben entrenar para sobrevivir. El equipo de producción está conformado por gente convencida y entrenada para cualquier terreno, lugar o frontera”.
Grabación de una de las escenas de la película En búsqueda del tesoro perdido. Justamente fue con esta cinta que él afianzó su afición por la producción cinematográfica. Foto: cortesía
El ‘cine de guerrilla’ es considerado como un derivado del cine independiente, cuya característica es producir con bajo presupuesto y de eso Fernando Cedeño da cuenta al rememorar que en 1994 grabó junto con 27 amigos -con quienes conformaba un grupo de motorizados que practicaban artes marciales- su primera cinta, En búsqueda del tesoro perdido.
El cine Oriflama de Chone, su ciudad natal, fue la vitrina donde se exhibió el filme que produjo con Nixon Chalacamá. La publicidad de ese entonces se redujo a pancartas de cartulina que fueron pegadas en cada esquina.
Al ver que esa sala resultó pequeña para el estreno que se dio en horas de la noche, Fernando visualiza un horizonte prometedor; la idea de producir cine independiente se afianza en él y en Nixon.
Las divergencias propias de sus intereses los separa. El primero opta por la capacitación actoral y, el segundo, por continuar con la producción.
En 1998 coinciden en otra película: El destructor invisible, que tenía la influencia de las producciones chinas. El largometraje quedó a medias.
Dos años después graban Avaricia, el último filme juntos. Después de esta película Fernando y Nixon se sientan en una vereda como los grandes amigos que eran. Se toman unas cervezas, se dan la mano y cada quien agarra rumbos diferentes.
Cedeño estaba marcado por ese deseo impetuoso de crecer en el mundo del cine con bajo presupuesto. Y es así que en 2003, junto con quien fuera su profesor de teatro, Carlos Quinto, decide emprender otro proyecto.
Fue entonces que cobró vida Barahúnda en la montaña, una leyenda cuya trama gira alrededor de un brujo. Pero no era de su género. “El público consume terror, acción y comedia”.
“Yo quería hacer una película que la gente viera mucho”. Entonces nace Sicarios.
El productor afirma que escuchó esta palabra por primera vez en Manta. Se contacta con personas que conocían el modus operandi de ‘los asesinatos por encargo’, pero ninguno de esos testimonios lo convencían.
Fue en Chone que halló a la persona que le dio la esencia de la trama de la que sería su siguiente producción. Era 2004 y sin imaginárselo, su proyecto, realizado con una cámara casera, tuvo éxito. “Nunca imaginé que esta película se iba a convertir en la más vendida del país”.
Sicarios llega al mercado pirata y su comercialización desborda las expectativas de Fernando Cedeño. Este referente consta en el libro Ecuador bajo tierra, filmografías en circulación paralela (Ochoymedio), que antes realiza una investigación, la que revela un fenómeno que hace años se venía realizando “bajo tierra”, la producción de cine con lo que se tiene a mano. Mariana Andrade, Miguel Alvear y Cristian León fueron los artífices del libro.
Entre película y película, la vida sentimental de Cedeño se ve afectada, pues pasaba alejado de su familia.
En algún momento se queda solo y es cuando decide abandonar su sueño. Retoma la venta de madera y negocios al lado de su padre, pero ese ‘bichito’ del cine nunca desaparece. En los caminos por los que transitaba siempre encontraba personas que le hablaban de cine. Entonces decide, a través de su productora Sasha Producciones, sacar al mercado Volver a nacer, una producción que tuvo un presupuesto de $ 40.000.
En 2012, basado en la historia del ‘Justiciero’ manabita, produce El ángel de los sicarios. “Esta película vio la luz en 2014, en el Tercer Festival de Ecuador Bajo Tierra, organizado por Mariana Andrade y Miguel Alvear”.
El talento de Cedeño traspasa las fronteras tanto así que participa en la VI Muestra de Cine Ecuatoriano en Nueva York. De ahí viajó a Venezuela, Colombia y Perú, en 2015. El pasado 23 de enero finalizó la grabación de Los perros no van al cielo, en Milagro (Guayas). Mientras que el 24 de febrero retomará la producción de En busca del tesoro de Atahualpa. (I)
“Yo me considero un mercenario del cine”
Fernando Cedeño, de 49 años, recibió apoyo para estudiar actuación y estructuración de un guion. Se considera “un mercenario del cine”, pues afirma que va donde lo contraten y hace la película que le pidan, siempre y cuando esta entretenga.
Amante confeso de la lectura, se remite a que a los 7 años empezó a leer cómics, a los 14 se interesó por las artes marciales: kung fu, taekwondo y karate; se empapó de todo lo que involucraba el marxismo. Asegura ser un seguidor de Sigmund Freud, apasionado por la psicología y literatura.
Entre 1988 y 1992 trabajó dándole protección a un grupo de selva y soñaba con ser vaquero, pero de esos que se veían en las películas clásicas del viejo oeste.
La lectura lo desbordaba tanto que sin exagerar cuenta que si encontraba un periódico botado en la calle lo recogía para leerlo. Su padre le vaticinaba una locura.
A los 24 años ya se siente atraído por el cine y, con los amigos que practicaba artes marciales, hacían filmaciones en la que los golpes eran reales. “Creo en el espectáculo y en el entretenimiento, y el cine para el pueblo”.
El talento de Cedeño es conocido en el exterior, tanto así que en una publicación de BBC Mundo lo catalogan como el ‘Tarantino de Ecuador’. (I)