Travesía al arte de un viejo Andino

Adrián Balseca (Quito, 1989) no recuerda exactamente cómo empezó su fascinación por el automóvil Andino. Cree recordar que alguien de su familia tenía uno, pero no está del todo seguro. Cuando los curadores de la Bienal de Cuenca, Manuela Moscoso y Jacopo Crivelli, le comisionaron una obra para la doceava edición del evento, surgió la idea de repensar a ese automóvil, símbolo del boom ecuatoriano y de la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara. Balseca emprendió una pesquisa para hallar el vehículo, eje de su obra. Lo encontró en Baños, con placas de Pastaza y en manos de un mecánico que estaba bastante encariñado con él. Finalmente lo compró.

Ya en Quito, le hizo una adecuación mecánica: le quitó el tanque de gasolina. Así nació Medio Camino, obra ganadora del Premio París (otorgado a un artista ecuatoriano menor de 35 años) en la 12a Bienal de Cuenca. “Lo que propongo es hacer el trayecto Quito-Cuenca, por la autopista Panamericana, sin combustible. La acción política de sacarle el tanque de gasolina y amarrarlo en la parrilla del techo del Andino es el punto de partida para el documento fílmico que forma parte del proyecto”, explica Balseca.

A lo largo de seis días de viaje por la carretera interandina, el artista buscó la ayuda de diversos transeúntes para remolcar al vehículo. Una familia de belgas, un camión, un par de mulas. Todo quedó registrado en un video de dieciséis minutos que se puede ver en una de las salas del Museo de Arte Moderno de Cuenca. En los exteriores del museo, justo frente a la entrada, está parqueado ese Andino, modelo Miura de 1977, causando curiosidad y nostalgia entre quienes lo miran.

Pero, ¿cómo se entiende este proyecto, cargado de simbolismo, en el contexto actual? “En el video no se muestra un Ecuador postal. Es un Ecuador pospetrolero, con una serie de economías emergentes alrededor de la carretera. La obra es un ensayo reflexivo, más que crítico. El gobierno actual ha dado mucho énfasis al tema de la mejora de las carreteras, del sistema vial. En Medio Camino se cuestiona ese tipo de prioridades, los lugares residuales como las gasolineras abandonadas, la basura electoral, las banderas de todos los partidos políticos, mecánicas con la rotulación de Texaco o Chevron, las franquicias de Petrocomercial regadas por toda la carretera. El video muestra la forma en que el paisaje natural es intervenido por esta idea de progreso, entendiendo a las autopistas como ripio y petróleo”, sostiene.

A Balseca le atrae la carga simbólica del Andino, el rol que tuvo en el contexto del boom petrolero. “Mi lectura es que Ecuador, durante ese momento histórico, necesitaba acentuar este imaginario sobre el desarrollo y el progreso y contraponerlo al contexto actual. El Andino Miura, que es utilizado en mi obra, es quizá la versión más estilizada del vehículo y la última que se fabricó.

El título del proyecto remite a un popular chiste de la época que jugaba con el eslogan publicitario del automóvil:“Andino, el auto divino, que te deja a medio camino”.

En la obra del artista quiteño hay cuestionamientos sobre el modelo extractivista que se maneja en la actualidad, el rol del petróleo en la cotidianidad y la solidaridad de personas desconocidas que al empujarlo, lo ayudan a cumplir con el objetivo del proyecto, que tuvo una inversión de $9.000.

Un equipo de filmación acompañó a Balseca durante todo el viaje. Tomás Astudillo estuvo a cargo de la cámara, Martín Guerrero del sonido directo, Emilia Lloret realizó la fotografía fija y Pedro Orellana se encargó de la producción. Posteriormente, Fabiano Kueva hizo la mezcla de sonido y Ana María Ormaza la corrección del color. La obra estará expuesta hasta el cierre de la Bienal, el próximo 27 de junio.