Año tras año, la artesana Blanca Hurtado Troya viste con las mejores galas a la imagen del Niño Jesús. Confecciona trajes de mayoral, de franciscano, de caballero de la Virgen de Fátima, de chagra, de cholo, de mariachi, de policía y hasta de chef y estas creaciones son exportadas a países como Estados Unidos y España, principalmente.

Blanca combina las mejores y más finas telas para los diseños con los que cientos de familias visten de la cabeza a los pies al “recién nacido”, como suelen llamar a la imagen.

Los pedidos llegan desde el exterior, donde “valoran este trabajo” y los migrantes ecuatorianos a pesar de la distancia conservan su fe, cuenta la mujer. “En agosto los devotos de la Virgen de El Cisne llegan de vacaciones desde Estados Unidos y Europa; vienen a mi local para llevar un vestidito y aprovechan para dejar por adelantado su pedido para el Niño Jesús”.

El traje que tiene mayor demanda es el de mayoral, por su vistosidad, elegancia y delicados detalles en los bordados. El traje incluye poncho, pantalón y sombrero. Otro de los más solicitados es el de cholo, con poncho rojo y pantalón blanco.

Cada vez que llega diciembre, su taller luce como una “casa cuna”, por la variedad de imágenes del niño Jesús que los devotos le llevan para que los vista con los elegantes encajes, mullos, lentejuelas, cordones dorados, gamuzas, terciopelos y chifones.

En este mes los trajes más solicitados son aquellos para las imágenes del Niño Jesús. Foto: El Tiempo

En los 20 años que lleva en este oficio, la artesana ha acumulado una vasta experiencia, así como innumerables anécdotas. Su destreza le permite trabajar y cortar la tela “al ojo”, sin necesidad de moldes, ni patrones, lo que hace que cada prenda sea única.
“Este es un don que Dios que me dio”, asegura con orgullo Blanca, mientras labora en el bazar Virgen del Cisne, ubicado en las calles Presidente Córdova y Tarqui.

Pero su trabajo no solo es en esta época, sino en todo el año, en que además elabora trajes para imágenes religiosas que son veneradas en la provincia de Azuay y en otras localidades, como la Virgen de la Nube, de Azogues, o la Churonita (El Cisne), de Loja.

Pero el último mes del año es el que considera de “época alta”, pues las familias azuayas cumplen con la tradición de vestir al “Niño Jesús” muy elegante para colocarlo en el pesebre o para llevarlo a la Misa de Gallo.

Los precios de cada traje varían de acuerdo con la talla y con los materiales para su confección. Es así como se pueden encontrar prendas desde los $ 2 hasta finos ropajes que bordean incluso los $ 2.000.

Blanca trabaja en su taller y bazar con Esperanza Pinos; ella en cambio se encarga de elaborar los finos y delicados bordados. Cada semana lleva trabajo a su vivienda en la comunidad de Zhizho, de la parroquia Victoria del Portete.

Emprendimiento

Una de las hijas de Blanca, quien aprendió este arte, abrió su propio local de venta además de alquiler de disfraces. Su hijo le ayuda con los bordados que requieren hacerse en una máquina industrial, mientras que otra de sus hijas decora los trajes.

Es decir, la artesana ha constituido una especie de microempresa, pues gracias a este trabajo crea otras fuentes de empleo: para el carpintero que elabora las sillas y cunas para el “Niñito”, para los tejedores de sombreros de paja toquilla del cantón Sígsig y para los artesanos que hacen sombreros de paño en la Sierra Norte. (I)

El costo de la prenda varía según el tamaño y los implementos que se utilizan para su elaboración, hay desde $ 2 hasta $ 2.000. Foto: El Tiempo