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El Telégrafo
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Tomer Heymann insiste en el cuerpo de Ohad Naharin

El cineasta israelí Tomer Heymann presentó en noviembre del anterior año, en Quito, el documental Mr. Gaga, que está disponible en la plataforma digital Netflix.
El cineasta israelí Tomer Heymann presentó en noviembre del anterior año, en Quito, el documental Mr. Gaga, que está disponible en la plataforma digital Netflix.
Foto: Mario Egas / EL TELÉGRAFO
26 de enero de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

Una bailarina de pelo corto, estatura mediana y piel lechosa eleva lentamente su pierna por sobre su cabeza con una delicadeza estremecedora, como si estuviera posando su pálido pie sobre una inexistente nube. “Hermoso, realmente  hermoso”, le dice con atención el coreógrafo y bailarín Ohad Naharin.

Luego, temblorosa, la mujer mueve circularmente la cadera, posa sus manos sobre su pecho y se alista para caer sobre su espalda.

“Necesitas crear el ritmo de la caída de una cascada, bajas muy lento”, le corrige Naharin al ver cómo el cuerpo de la bailarina se desploma de una manera contenida. “Estás muy controlada, pierde la conciencia cuando estés de pie, no antes de caer. Necesitas buscar la manera de soltarte. En vez de ir para atrás solo deja que pase. Cuidas mucho la cabeza, lo cual está bien, pero no debemos notarlo. Mientras más partes del cuerpo, la suavidad de tu piel te protegerá, déjate ir”.

La bailarina, ahora, se desploma como si hubiera sido electrocutada: su cuerpo se deja poseer por una cascada furiosa. Este entrenamiento se recoge en los cinco primeros minutos del documental  Mr.  Gaga -disponible en Netflix-, de Tomer Heymann, que aborda la carrera de Ohad Naharin, el director artístico de la Compañía de Danza Batsheva, uno de los bailarines israelíes más destacados del mundo y el creador del método Gaga.

Mr.  Gaga es un alegato contra la guerra y contra la ortodoxia dancística. “La danza es lo contrario de lo macho, trasciende los géneros”, dice Naharin, cuyos movimientos son la muestra de que si hay un único lenguaje universal es aquel que sale desde el cuerpo.

Esta cinta fue presentada el anterior año en La Fractura del Siglo, un ciclo de cine que en su tercera edición proyectará otra película del cineasta israelí Tomer Heymann y que aborda -una vez más- el trabajo de Ohad Naharin.

Se trata de Out of Focus, un documental que hace “un sincero retrato del movimiento y de los cuerpos de los bailarines durante el proceso creativo de ensayo de Naharin con el Cedar Lake Contemporary Ballet de la ciudad de Nueva York”, reseñan los organizadores del encuentro. Out of Focus se presentará mañana (18:00) y el domingo (19:00), en el Ochoymedio.

Tomer Heymann visitó en noviembre del año pasado Quito, donde estrenó Mr. Gaga y dictó un máster class. “No sé cuál es mi siguiente proyecto, trabajo mucho con mi instinto. No preparo guiones, me niego a investigar. Voy descubriendo a mis personajes mientras filmo, que es muy diferente a lo que hacen otros directores que necesitan saber lo que va a pasar. Tú me matas si me obligas a hacer eso”, dijo Heymann en una entrevista con este diario, dos días después de que arribó a la capital.

El cineasta recordó -descalzo sobre una silla del Ochoymedio, mientras besaba el póster de su película- que cuando vio por primera vez el trabajo de Naharin lloró y supo que la danza podía ser una manifestación tan poderosa, que hizo que Heymann fuera al océano y saltara al agua con ropa, de lo conmovido que estaba.

Cuando finalmente decidió visitar al bailarín para proponerle hacer un documental sobre su vida,  Naharin se negó rotundamente. “Solo cuando muera haz lo que quieras. Cuando me grabas me matas. El congelar la imagen de un movimiento va en contra de lo que es la esencia del baile”, le respondió ante su oferta. La objeción del coreógrafo se debía a que él pensaba que la danza era algo tan efímero que no se podía filmar. 

También alegaba que los bailarines y el coreógrafo en el salón de baile están en su punto más vulnerable -como si estuvieran-, por lo que introducir una cámara en ese espacio cambiaría totalmente su estado armónico.

“Ven a mi casa, grábame mientras me ducho desnudo o cuando me levante con mi esposa en la madrugada. Eso no es intimidad para mí. La intimidad está en mi estudio de baile, por lo que no puede haber una cámara interfiriendo”, alegó una vez Naharin, pero luego accedió y el resultado son unas películas que retratan de forma silenciosa aquellos movimientos evanescentes. (I)  

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