Tom Tykwer se reivindica con el filme Drei
Primero, datos, información pura. Tom Tykwer nace en Wuppertal (Alemania), luego de descubrir que el cine era artificial, a los 9 años, (después de ver King Kong) se dedicó a filmar en Súper 8, imitando a sus películas y directores favoritos como Peter Pan, Vittorio de Sica, La novia de Frankenstein de James Whales y Halloween de John Carpenter para recién filmar su primer corto, Because (1990), empujado por el cineasta Rosa von Praunheim.
Ya como joven adulto –en 1987-, radicado en Berlín, se convirtió en programador del ambicioso cine Movimiento y, al mismo tiempo, analizaba guiones para el departamento de historia y entrevistaba a muchos de sus ídolos cinematográficos para archivos televisivos, luego de haber empezado como proyeccionista.
Los momentos claves y que dan forma a su cine de cualidades hipnóticas, con temas centrales como la culpabilidad y el perdón, épico e intimista, personal y universal, fueron el éxito de sus largometrajes Corre, Lola, Corre y The Princess and the Warrior, luego de que en 1994, junto con Stefan Arndt, Wolfgang Becker y Dani Levy, fundó la productora X Filme Creative Pool.
Drei, como todo el cine de Tykwer, es hipnóticamente atrayente y no se puede dejar de mirarLa idea era crear un colectivo de cineastas con el máximo control creativo sobre sus producciones, garantizando, eso sí, cierta cantidad de estructura y seguridad financiera, precisamente lo que logró el éxito internacional de Corre, Lola, Corre – triunfó en el Festival de Cine de Venecia, y le dio al realizador reputación a nivel mundial por los abundantes galardones que mereció. Recaudó más de siete millones de dólares en Estados Unidos y, aún más significante, Tykwer fue aclamado por actores y directores de Hollywood, lo que lo convirtió en un respetable autor con quien poder trabajar algún día-, que para el director concentrado en The Princess and the Warrior -su película más exitosa hasta la fecha- pasó prácticamente desapercibido.
A la par, debido a que en algún momento no tuvo el dinero para pagar un compositor, junto con sus colegas Reinold Heil y Jonh Klimek, Tom Tykwer ha compuesto la banda sonora de sus películas, bajo el nombre de Pale 3.
Segundo, desde su primer corto, el cual motivó la realización posterior de Corre, Lola, Corre, Tykwer comunica intensas verdades personales, pero a la vez desafía la experimentación formal. Allí yace el mayor mérito de su filme Drei, también conocido como 3 o Three, estrenado en el Festival de Venecia de 2010, visto recientemente en Ecuador en el Festival Eurocine 2013, en la sección Europa al Día.
Aquí Tykwer se reivindica como iconoclasta del audiovisual, creativo e innovador del fondo y la forma en que el arte cinematográfico, retomando la idea de la relación entre coincidencia y destino, el cómo una pequeña alteración en el desarrollo de un día puede tener enormes consecuencias, incluso marcar la diferencia entre la vida y la muerte, desarrollada en el largometraje Corre, Lola, Corre.
Está cargada de un lirismo audiovisual que subyace en cómo su director domina las intertextualidadesAdemás de la noción de que dos enamorados sean capaces de salvarse mutuamente y así convertirse en uno, ya visto en el filme Heaven, con guión del polaco Krysztof Kieslowski, que Tykwer dirigió para el estudio norteamericano Miramax. Sin embargo, no solo que el cineasta alemán reflexiona sobre o repiensa esos temas, sino que los actualiza, los deforma, los transforma y los lleva a estándares morales y sociales de la sociedad del siglo XXI.
En la unión libre entre Hanna y Simon todo parece normal. Ella es una científica, miembro de un consejo de ética, artista y difusora-crítica de arte mediante un programa de televisión- y él uno de los jefes de una firma que es contratada para construir arte, instalaciones y grandes esculturas, bajo pedido de los creativos que le planteen la idea que quieren ver materializada.
Luego llega la manzana prohibida o fruta del pecado en la forma del bisexual, Adam, por lo que podemos notar por su comportamiento en la trama, aunque a nivel de guión se lo percibe como pansexual, ya que por su trabajo con la ciencia ha superado ciertos determinismos biológicos.
Por separado, y en maneras muy eróticas y sensuales, cada uno de los protagonistas Hanna y Simon caerán en una relación amorosa con Adam, el nadador, dueño de un barco, padre de un hijo que apenas ve cada dos semanas, colaborador de una instalación artística como integrante de un coro, científico investigador de los beneficios de las células madre, motociclista, compañero de fútbol de un gran grupo de amigos, varios desde la infancia, de alemanes del este.
Por decirlo de una manera el personaje de Adam recuerda a Terence Stamp como El visitante en Teorema de Pier Paolo Pasolini, sin realmente alcanzar las dimensiones filosóficas de este.
Drei como todo el cine de Tykwer es hipnóticamente atrayente y no se puede dejar de mirar a la pantalla ni un segundo, pues se perdería una riquísima imagen literaria, sonora y visual, lo que descompondría el deleite que causa disfrutar del filme de tomo a lomo.
Esa imaginería no es creada por el azar, es sobre todo gracias al montaje de Mathilde Bonnefoy y, por supuesto, la dirección general de Tykwer, director capaz de aunar en una pieza de arte cinematográfico, la escultura, la pintura, la fotografía, la música, el diseño y la danza, además de pinceladas de arte contemporáneo a través de instalaciones y happenings.
Drei está cargada de un lirismo audiovisual que subyace en cómo su director domina las intertextualidades. Es decir, que nada de lo que dicen, ven, hacen, oyen, leen o ingieren sus personajes está puesto ahí al azar y de manera gratuita.
Así, es muy significativo que Adam use el transporte público y lea un fragmento de Moby Dick en un lector de libros digitales, que Hanna aparezca en televisión debatiendo temas de filosofía y arte manifestada en instalaciones, que Simon construya las grandes esculturas e instalaciones para jóvenes artistas.
Sin embargo, al tratarse de un filme alemán, importa mucho la calidad actoral que logran los tres protagonistas, sobre todo a nivel del resto y en el caso de Sophie Rois como Hanna. Es difícil mirar el duro rostro caucásico de la actriz, con un gesto perenne de mirada al vacío y labios entreabiertos en forma, al parecer, amenazante sin quedar impregnado de su presencia escénica, de su belleza femenina, y por lo tanto ser víctima de una fuerte infatuación.
Para mirar Drei hay que abrir bien los ojos del alma, la mente y el espíritu. Hay que entrar a la trama con un criterio formado y una limpieza existencial de aquel que puede enfrentarse a cualquier otredad y asimilarla como lo que es, parte de la naturaleza social humana.
El manejo del erotismo y la sensualidad, al ritmo de melodías que parecen extrañamente sacadas de Corre, Lola, Corre, son de calidad artística superlativa, no hay nada gratuito o superfluo en los encuentros sexuales entre Adam y Simon o de Adam y Hanna, pero escenas sexualmente explícitas.
Al final, para los norteamericanos, Tom Tykwer puede seguir siendo el genio creador de una de las mejores secuencias de acción del cine, la de la balacera entre espías y villanos en el Museo Guggenheim, en el filme The International, pero de ahora en más, uno que otro cinéfilo, lo recordará por su manejo de actores y retrato descarnado, descarado y potente de la vida en pareja como lo demuestra en Drei.