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Ecuador, 19 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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“Todos llevamos dentro un asesino por naturaleza”

El personaje del asesino está presente en un sinnúmero de discursos de ficción, y aunque cada uno tiene su propio código para matar y su motivación, hay algo que a todos los une, fascina y causa una especie de simpatía. Este fenómeno se intentó responder y fue discutido el pasado jueves  en el conversatorio Natural born killers, realizado en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG), y que fue organizado por alumnos de la materia Animación Cultural, de la carrera de Comunicación social.

El foro fue dirigido por la alumna del instituto y también gestora cultural  Adelaida Jaramillo, mientras que como panelistas participaron Antonio Aguirre, psicólogo; Carolina Andrade, escritora y docente, y la periodista y escritora Sylvia Poveda. Cada uno, desde su experiencia y área, intentó responder al porqué de la fascinación hacia este tipo de personajes de ficción en el cine, la literatura y las series de televisión.

Carolina Andrade hizo un rápido recorrido por la evolución  o transformaciones que han tenido los asesinos en la ficción. Uno de los primeros relatos sobre este tema fue el de Caín, quien mató a su hermano Abel. Luego continuó con  lo que ella llamó “los asesinos más trágicos”, como Macbeth de Shakespeare, o Rodion Raskolnikov, de la novela Crimen y Castigo, de Dostoievski, personaje que justifica su asesinato con la teoría de que así se puede ser un “buen hombre”.

Ya en el siglo XIX aparecen  monstruos como Frankenstein, Drácula o Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Tiempo después ya no solo están los asesinos sino que aparecen aquellos que los descubren, estos son los detectives, explica Andrade. Entre ellos están August Dupin, de Edgar Allan Poe, o Sherlock Holmes, del célebre autor Arthur Conan Doyle.

En el siglo XX, continúa, y dice que “recién ahí aparece el asesino en serie” como Hannibal Lecter, de El Silencio de los inocentes o Jean Baptiste Grenouille, de El Perfume. También  se crea el género no ficción, que lo ejemplificó con el libro A sangre fría, de Truman Capote.

“Estamos en un momento medio bizarro”, manifestó la escritora, pues dice que ahora se busca “matar a los que se murieron” en el género, vuelto en moda ahora, zombi.

Sylvia Poveda, por otro lado, planteó varias ideas en torno a lo que representan ciertos asesinos y afirmó que para no banalizarlos hay que “buscar su profundización y el sentido” de cada uno. De Drácula dijo que une al asesinato con “la sensualidad y la pasión”. De Dexter Morgan, un asesino en serie, detective   que mata a también asesinos, explicó que   este personaje juega con el concepto del “justiciero y mata no por placer sino por tratar de redimir”. Lo mismo resaltó de Jigsaw (protagonista de la saga Saw), que asesina para “darle una lección a sus víctimas”.

“Creo que Saw tiene su público porque presenta esa forma distinta de juego para abusar de las víctimas, además visualmente se crea expectativa: los movimientos rápidos de cámara, los cambios de luz, el hecho de resaltar los sonidos”.

Además -sigue Poveda-  el títere, cuyo maquillaje es muy parecido al que se emplea en el teatro Kabuki, llama mucho la atención del espectador. Creo que este es un asesino comercial que llena salas con cada secuela, aprovechando la coyuntura de Halloween en cada estreno, pero no marca una huella en el cine al estilo de Norman Bates (Psicosis) o Annie Wilkes (Misery), que tienen mayor complejidad psicológica, la cual se muestra más en la expresión inquietante de sus rostros y en sus frases, y no necesitan gastar pintas de sangre por fotograma.

“El asesinato tiene que ver con una obsesión”, considera Poveda, quien además se cuestiona el hecho de “por qué se convierte en misión el hecho de asesinar”.

El psicólogo Antonio Aguirre, en ese sentido,  apuntó que “todos llevamos dentro un asesino por naturaleza” y destacó que por eso “si bien un asesino puede inspirar odio, eso ha ido mutándose en cierta simpatía hacia él ”.

Por otro lado, considera: “Podemos entender al asesino y podemos explicarlo, pero no necesariamente hay que identificarse con él”. Aguirre también explica que  “la cultura es el proceso de ablandamiento de todo aquello que nos parece inquietante”, y por eso el asesino de ficción también llama la atención. Pero, sobre todo, estos personajes gustan “por el masoquismo”.

Poveda retomó el tema y afirmó que “el asesino se vuelve fascinante cuando muestra su lado humano o un corazón dolido”.

Andrade aseguró que la fijación en los asesinos da “seguridad” por el hecho de que se sabe que lo que hacen es solo ficción.

Aguirre piensa que el asesino bordea el agujero de lo que el psicoanálisis denomina como  “lo real”, es decir lo que las personas no necesariamente pueden ponerle nombre por el miedo que les produce, en este caso el objeto del miedo es la muerte.

Además, en el conversatorio Adelaida Jaramillo leyó una lista de los asesinos que más llaman la atención, según  encuestas realizadas en redes sociales, algunos de ellos son: Jack Torrance (El resplandor), Drácula, Humbert Humbert (Lolita), Nico Tiberio (El antropófago), The Jocker (Batman), Alex DeLarge (La naranja mecánica),  entre otros.

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