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El Telégrafo
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Todos buscamos una isla desconocida

La actriz mexicana Itzel Cuevas considera que esta es su obra más personal hasta el momento. Prepara otra que lo es aún más. La artista vive en Guayaquil.
La actriz mexicana Itzel Cuevas considera que esta es su obra más personal hasta el momento. Prepara otra que lo es aún más. La artista vive en Guayaquil.
Foto: Miguel Castro / EL TELÉGRAFO
12 de marzo de 2018 - 00:00 - Redacción Cultura

Sandro de América rockeaba en sus presentaciones televisadas, con sus pantalones acampanados, su copete y patillas largas. A Itzel Cuevas la hacía temblar. Le encantaba verlo en la televisión y le decía a su papá que cuando creciera “me voy a casar con Sandro”. El padre lo repetía en reuniones familiares. “A que no saben con quién se va a casar mi hija. Con Sandro”.

Ante el silencio de los comensales remataba: “Con Sandro de América”. Todos morían de risa e Itzel Cuevas sentía vergüenza.

En La Ilustre Desconocida, Cuevas imita el cadereo y los gestos vocales que le encantaban de Sandro cuando era niña sin entender por qué. 

Esta obra se estrenó por primera vez hace 6 años en lo que fue el pequeño teatro de Casa Arawa, al que se entra por un garaje de carros. Seis años después Cuevas, radicada hace más de diez en el país, ha vuelto a montarla sin el cabello teñido de rojo, con más juegos de luces y la precisión corporal que es capaz de dar el tiempo a un cuerpo entrenado.                                      

“Hay cosas que no son tan energéticas pero son más precisas”, dijo la actriz en un entremés de la producción de la última temporada que presenta en el teatro de Estudio Paulsen, en Las Peñas. Esta tendrá sus últimas funciones del jueves al sábado.

Después de 6 años del estreno de la obra, la actriz volvió a montarla en 2017, en el Funka Fest, luego de que fuera seleccionada en una convocatoria. Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO

La Ilustre es la obra más personal de Itzel Cuevas. El diálogo que interpreta sola sobre el escenario se intercala entre los personajes de El cuento de la Isla Desconocida del escritor José Saramago. Al mismo tiempo el texto incluye un cuento de Eduardo Galeano y algunos sueños de la actriz.

El protagonista de esta historia es el hombre que va a pedir a su rey que le entregue un barco para ir en busca de “la isla desconocida”. El hombre tocó sin parar la puerta de las peticiones, hasta que el monarca, postrado ante la puerta de los obsequios, pidió que le abrieran porque de tanto tocar, la gente había comenzado a murmurar “Qué rey tenemos, que no atiende”.

El hombre logró que el rey le entregue un barco para su búsqueda y la mujer de la limpieza, la misma que le abrió, salió por la puerta de las decisiones del trabajo para acompañar a este hombre que quiere iniciar una aventura sin hombres a bordo.

En esta adaptación del cuento de Saramago se entrecruzan Sandro y los sueños, los recuerdos y las historias de la actriz. 

El relanzamiento de la obra fue en septiembre pasado en el Funka Fest, luego de que postulara, sin creer que ganaría, en la convocatoria abierta del encuentro multidisciplinario que se realiza en el Palacio de Cristal.

Desde entonces ha tenido funciones en Casa Malayerba, en Quito; y en Festival Internacional de Artes Vivas de Loja (FIAVL).

Volver a montarla después de este tiempo le ha permitido a la actriz “comprender y ver desde otra perspectiva” su propia historia. “La veo con mucha más madurez y veo cosas que el director dramaturgo (Martín Miguel Vaamonde) pudo leer de mí que yo no me había dado cuenta. Fue haciendo la historia del cuento y mi historia paralela a la historia de la mujer de la limpieza. ¿Cómo logró eso? Diríamos en México es un chingón”. 

Para Cuevas más que ahondar en su viaje a Ecuador desde México, esta obra pone en evidencia cómo cada ser humano siempre está en un viaje.  “Estás buscando algo que piensas que es la Isla Desconocida, pero en realidad estás buscando otra cosa y te encuentras contigo mismo. Este hombre se va a buscar una isla desconocida y en el camino se encuentra con él mismo, con una mujer y lo que buscaba era quizás un hogar, una persona, un amor, pero empieza buscando otra cosa. De pronto así nos pasa a todos”, dijo Cuevas.

Cuevas comparte con el hombre que pide un barco y la mujer de la limpieza la mitad de cada uno. “La mujer de la limpieza tiene claro lo que está haciendo y no lo quiere hacer hasta que de pronto ve la determinación del hombre que va a buscar algo utópico y no va a cejar en el empeño de lo único que ve en su horizonte. Ella sale por la puerta de las decisiones, nada más y nada menos”, agregó la actriz.

La mujer de la limpieza se da a la tarea de guiar al hombre y en ese proceso va encontrando lo que ella quiere y se enamora de un ideal, que al final va a ser este tipo por un azar.

“Cuando nos encontremos a nosotros mismos (hombre que pide un barco y mujer de la limpieza) vamos a estar juntos”, dijo Cuevas. (I)  

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