Tiempos para leer
En esta suerte de defensoría del lector que estamos tramando desde hace algún tiempo, nos cumple desempeñar, obviamente, el papel de abogados del diablo. Para esto nos valemos de apoyaturas como son el despliegue de herramientas, los títulos referenciales, el propio criterio. Volvemos a veces a las voces que nos dan un espaldarazo.
En Ética de la interpretación, Gianni Vattimo afirma que la nueva koiné es la hermenéutica. Recordaremos que la koiné fue la lengua en la que convergieron el griego y dialectos de pueblos conquistados en la era macedónica, y se configuró como en algo así como la lengua estándar en la antigüedad clásica antes del latín. Si le creemos a Vattimo, esa nueva estandarización se empina hacia un campo donde todos somos jugadores, susceptibles de leer, pero también de ser leídos (aquí nos acercamos a la categoría del campo de Bourdieu). Por tanto, se puede unificar cosas en pos de revisar rasgos comunes en los pareceres. No habrá una definición única, pero sí conceptos que llenen las expectativas de la mayoría. De tal forma podemos aminorar subjetividades sin perder el rigor ni la toma de postura que toda lectura exige.
La novedad
Una de las grandes taras de nuestro medio es el poco interés que lo libresco despierta en general. Por eso, personas con iniciativa como Fabiano Kueva han acertado con la presentación de mano a mano –memoria de poesía ecuatoriana-. Se trata de un proyecto de gran alcance. Se imagina usted que se logre ser lo suficientemente operativo para que se convoque a 28 voces de las más representativas de la lírica nacional, y se haga un registro de sus voces a manera de tabla del debe y haber de nuestra poesía. Mano a mano se inició hace diez años. Se contó con la ayuda de muchas instituciones que financiaron la utopía. Utopía que dejó de serlo en el momento de su realización. A cada par de intervenciones se le dio un contexto novedoso, que es circunscribirlo en un espacio que reflejara la estética del box (en efecto, con un referí, con dos poetas que se “enfrentaban” a través de sus lecturas), un público que vivaba a sus preferidos, etc.) y además, un soporte paralelo. Así, al mismo tiempo se fueron trabajando versiones musicales de los poemas a cargo de intérpretes solistas o colectivos. Se procedió a la fase de las grabaciones, que fueron muy amplias en su espectro. Se grabó en estudios de universidades en España, en espacios profesionales en los Estados Unidos, pero también en estudios particulares en Ecuador. Como ejemplo memorable estuvo la lectura que tuvo como protagonistas a Jorgenrique Adoum y a Efraín Jara Idrovo (definitivamente, en la categoría de pesos pesados de la poesía ecuatoriana). La música que versionó a Adoum fue la del gran Mesías Maiguashca, pero la música electrónica también tuvo su espacio. La memoria de la poesía es, en parte, la memoria de nuestros pueblos. La poesía registra desde la metamorfosis, pasando por nuestra experiencia colectiva por la vida. Así que conceptos e iniciativas como las del Centro experimental Oído salvaje son para sacarse el sombrero. El producto es una antología sonora que está a disposición de los lectores –y ahora escuchas- de la lírica. Recuperar la capacidad (y la actitud) hacia la escucha nos haría retornar saludablemente a los tiempos en que el viejo de la tribu salmodiaba incontables estrofas frente a la comunidad (con la diferencia de que ahora no solo debería escucharse a los mayores, sino a todo aquel que se gane del respeto por su producción literaria). Brindo por eso.
Un clásico
Para enterarse de lo que está sucediendo en el mundo, hay que leer al novelista agudo, al cuentista sagaz, al dramaturgo despierto y al poeta. Que se nos olvide a nosotros la vacía atmósfera que vive el ser humano actualmente, pude pasar; pero jamás podemos esperar dicha actitud por parte del escritor. De que los humanos deseamos la felicidad, es algo que la mayoría supone. ¿Pero qué es lo que advertimos todos los días? Para Augusto Monterroso la vida es triste, y un cuento que aprehenda los caracteres de la existencia lo es también. Por tanto, gran parte del corpus de relatos que ha llegado a captar el espíritu de los seres humanos y cómo pueden infringir(se) daño es el reflejo de la tristeza. Antología del cuento triste, compilada por Monterroso y Bárbara Jacobs, trae una serie de relatos donde podemos leernos. Desde “Bartleby el escribiente”, de Hermann Melville, partimos en esta rueda moscovita de dolores y pesadumbre. Ya estaremos preparados para todo. O casi: el elemento sorpresa siempre está allí. Por tanto, si se nos pone frente a los relatos de Mann, Faulkner o Joyce, seremos testigos de nuevas perspectivas para la dimensión de tristeza. Por supuesto, están los nuestros, los latinoamericanos. Por ejemplo, “Yzur”, de Leopoldo Lugones, “Un sueño realizado”, de Juan Carlos Onetti, “Luvina”, de Juan Rulfo. Son muestras de que el producto cultural de esta factura va a permanecer. Calurosamente recomendado.
De las FIL y nuestra proyección
La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y de Bogotá se enmarcan dentro del circuito de los espacios que proyectan la creación literaria de este fragmento del planeta al mundo lector. Hay mayores expectativas debido a que en esta edición de la feria bogotana el país invitado de honor es el Ecuador. Con tal propósito, nuestro Ministerio de Cultura ha confiado a un equipo técnico la selección de autores que representarán al país en aquel nicho de las letras. Una delegación de 34 autores, cineastas, editores, libreros y músicos darán cuenta de nuestro quehacer libresco y cultural. Como siempre, se produce la baraja de nombres. Sé perfectamente que la oferta literaria es distinta a la oferta del mercado (ya lo dijo Octavio Paz) o del registro del censo nacional (Jorgenrique Adoum dixit), pero la lógica que se impone desde la autoridad del ramo se ha anunciado como una que dirige sus esfuerzos hacia un norte muy definido: que la muestra de títulos, autores y demás sea representativa en cuanto a género, etnias y perspectivas. El tiempo dirá si se cumplen aquellos postulados.