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El legado del maestro Theo sigue presente en la familia Constante

En una de las paredes de su casa, doña María Antonieta Jaramillo muestra un autorretrato de Theo, así como otras de sus emblemáticas obras.
En una de las paredes de su casa, doña María Antonieta Jaramillo muestra un autorretrato de Theo, así como otras de sus emblemáticas obras.
Fotos: Mario Rodríguez / ET
30 de enero de 2020 - 20:17 - Gabriel Moreira

La vocación y talento artístico en la familia Constante lleva ya cuatro generaciones. Todo inició con Teobaldo Constante García, quien fuera retratista, maestro de arte y profesor de dibujo.

Su legado en las artes plásticas tuvo un pico alto con su hijo Theo, quien fuera un reconocido maestro, pintor, muralista y escultor.

Tanto, que las obras de Theo se aprecian en Guayaquil, Quito, Lima, Cali, Sao Paulo, Miami, Nueva York, París y hasta en Madrid. Su trabajo fue reconocido con el Premio Nacional Eugenio Espejo en 2005.

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María Antonieta Jaramillo comenta que su esposo hablaba mucho de su padre, quien desde los 5 años lo motivó a incursionar en el arte cuando le entregó sus plastilinas, pinturas, pinceles y demás utensilios.

Jaramillo recuerda que Theo le contaba que entre los 5 y 7 años empezó a dibujar a Simón Bolívar y al ver su padre ese retrato se dio cuenta de la capacidad que tenía como artista, por lo que empezó a darle sus materiales.

Agrega que una vez Teobaldo le preguntó: “¿La paleta o la pelota (le gustaba el fútbol)?, escoge, porque no puedes hacer las dos cosas”.

Desde entonces se dedicó a la pintura y escultura. Estudió en la Escuela de Bellas Artes y se fue a España, donde se perfeccionó.

Constante

“Regresó al país y se dedicó a su obra. Era un hombre que pintaba mañana, tarde y noche. Tenía sus pasiones, la pintura, el deporte y la cátedra”, relata doña Antonieta.

Entre las obras de Theo destacan los bustos de Pedro Carbo y Eloy Alfaro para la Universidad de Guayaquil; el monumento al Viejo Luchador en Jipijapa (Manabí), el mural escultórico del Museo Antropológico del Banco Central en Guayaquil y otros.

Una de las cosas que decía Theo Constante era que se sentiría orgulloso que sus hijos tuvieran esa vena artística, con el fin de continuar su legado y el de su padre.

Y así ocurrió. Es el caso de Hellen, quien recuerda que cuando tenía 3 años le decía a su abuelo Teobaldo “que cuando sea grande quería ser pintosca”. A los 5 años ganó su primer concurso.

En el colegio obtuvo el premio a quien realizara perfectamente el escudo de Guayaquil en menos tiempo. “Tal vez eso me incentivó a seguir haciéndolo. No lo sé, tal vez ver tantos materiales juntos, los del abuelo, los de papá y los de mi madre, no lo sé”.

Para Hellen es importante mantener el legado de su abuelo y su padre “porque siento que los tengo a mi lado, es un nexo inexplicable que solo el arte lo logró”.

Constante

Dice que le encanta componer, desdibujar, hablar con sus colores en sus abstractos, y le fascina hacer retratos.

Ella elaboró el monumento de su padre Theo, que se encuentra en el parque que lleva su nombre, en la avenida Isidro Ayora y José María Egas, norte de la ciudad.

“Es la obra que he hecho con más amor, por saberlo mío; con más dolor de saberlo lejos, pero con el orgullo de saber que esa escultura es el primer monumento a un artista plástico en Ecuador”, enfatiza Hellen.

Para Theo Marmolejo Constante (hijo de Hellen), su abuelo es un referente de la estética plástica ecuatoriana. Afirma que es un orgullo continuar esta forma de vida que inició su bisabuelo Teobaldo. “Es un legado que buscaremos mantener por generaciones”.

Sostiene que este legado crea en él y sus hermanos una gran responsabilidad para, en algún momento, enseñarles a futuras generaciones sobre los orígenes de la familia y motivarlos a continuar en el arte.

Su estilo es el realismo urbano, con el que busca romper la rigidez de lo figurativo a través de la abstracción en la aplicación del material, con lo que crea el balance entre el color y su composición. 

“El proceso es lento y se obtiene mediante la continua aplicación de capas sucesivas de pintura. El color solo se revela al final cuando como artista tengo que buscar el mejor contraste para producir el efecto deseado”, dice.

Cada obra suya tiene su historia, ya que aprendió que todo es más valioso si se complementa un concepto, idea o pensamiento.

Constante

Exposición de Los Constante
En el Museo Municipal de Guayaquil se exponen, hasta el 31 de enero, varias obras de los Constante, una familia que se ha dedicado al arte por varias generaciones.

La muestra expresa, en la vida de los Constante, que el arte va más allá de ser un hábito que tienen en común, es una manera de vivir, de encontrarse en el mundo y expresarse ante él.

Para Alejandro Marmolejo Constante, nieto de Theo, esta exposición significa un sentimiento de orgullo, pues durante años la tenían planeada, pero por diferentes cuestiones no la realizaron.

“En esta exposición trato de reflejar la belleza de la naturaleza, mediante los diferentes tonos y matices con los que puedo jugar, permitiéndome proyectar toda magnificencia de nuestra naturaleza”, señala.

Mientras que las obras de su hermano Luis representan siempre historias.

Para él, las flores tienen una manera particular de expresar sentimientos, que cuando los juntas con tonos de colores y rasgos pueden conectarse con el público y recordarles historias de amor, desamor, de la vida, de la muerte, de tristeza o alegría.

Indica que su estilo artístico ha evolucionado, y adaptándose a la exhibición y a la obra que quiere realizar.

“He incursionado en el figurativo con retratos, así como obras presentadas de la colección de las flores caracterizadas como expresionista con elementos de arte abstracto”, añade. (I)  

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