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El Telégrafo
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“The Beatles Get Back”: darle la vuelta a la amargura de The Beatles

“The Beatles Get Back”: darle la vuelta a la amargura de The Beatles
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El revisionismo histórico suele y debe ser polémico y, en muchos casos, peligroso. Especialmente en esta época, en la que muchas personas tratan de negar que un hecho que sucedió, y del que existe suficiente documentación y testimonios, haya sucedido en serio.  

Con “The Beatles Get Back”, el nuevo proyecto audiovisual de The Beatles —y que se estrena este 25 de noviembre de 2021 por el servicio de streaming Disney Plus— quizás hay una necesidad de reescribir la historia. Quizás.

Aunque, por lo que se ha podido confirmar con los avances y con las declaraciones tanto de Paul McCartney como de Ringo Starr, el objetivo no es cambiar lo que fue la experiencia final de The Beatles. Solo se trata de añadir otra capa.

Y para esto, el grupo contrató al director neozelandés Peter Jackson —responsable de la trilogía de El Señor de los Anillos—. Le dieron acceso a más de 55 horas de filmación, así como a 140 horas de audio, para que armara algo nuevo. 

Lo nuevo significa un descubrimiento. Porque “The Beatles Get Back” —dividido en tres episodios de dos horas cada uno, que se emitirán el 25, 26 y 27 de noviembre— consigue darle otro rostro a la despedida de The Beatles: la grabación del disco “Let it be”, publicado en mayo de 1970. Álbum que acompañó al documental del mismo nombre, dirigido por Michael Lindsay Hogg.

Ese otro rostro significa mostrar a unos Beatles que, a pesar de lo que se ha creído durante más de 50 años, no estaban en su peor momento. Sí, estaban ya en su etapa final, pero no por eso en un momento de tensión: “Desde luego, hay momentos de drama, pero no esa discordia con la que se ha asociado a este proyecto desde siempre”, dijo Jackson en un boletín de prensa, cuando se anunció “The Beatles Get Back”, a inicios de 2019.

Un mes con The Beatles

Para 1969, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr no se daban cuenta de que el tiempo de The Beatles estaba llegando a su final. O si se daban cuenta, preferían no decir nada. Es probable que McCartney fuera el más interesado en seguir. De seguro que Ringo también.

Desde la muerte del manager de la banda, Brian Epstein, en agosto de 1967, parecía que The Beatles estaban en tiempo prestado. Luego de excesivo White Album, de 1968, la banda decidió que su siguiente proyecto sería un retorno a sus raíces: los cuatro tocando rock and roll, como lo habían hecho siete años atrás, antes de la fama, en lugares pequeños. Sí, tocar en vivo.

Reunirse, ensayar material nuevo y presentarlo en vivo, para un especial que se transmitiría en televisión.

Entonces contrataron a un equipo de filmación, se metieron en un estudio de cine —inicialmente— y se pusieron a ensayar cosas nuevas desde el 2 de enero de 1969.

De acuerdo a la versión de Lindsay-Hogg, esas casi dos semanas en Twickenham Studios fueron un infierno y se nota. Gente que sonreía poco, que no se miraba, que tocaba sin ganas, con esfuerzo. Músicos que sonaban mal, fríos, distantes. En cámara se registró una ya famosa pelea entre George Harrison y Paul McCartney.

 —Tocaré lo que quieras, o si prefieres no toco nada — le dijo un enojado George a Paul, en un momento de esos ensayos.

La historia dice que Harrison renunciaría a The Beatles en ese momento y unos días después, con disculpas de por medio, aceptó a volver, pero puso una condición: salgamos de ese estudio.

Entonces The Beatles se fueron al sótano de las oficinas de su empresa, Apple, en Savile Row, en el centro de Londres. Armaron un estudio de grabación ahí, invitaron al tecladista Billy Preston a que los acompañara en algunos temas y siguieron ensayando. Hubo un cambio de actitud, mayor calidez y en la película se los nota un poco más felices. Solo un poco.

En un momento de la película, Paul McCartney está de espaldas hablando con John Lennon sobre la necesidad del grupo de volver a tocar en vivo —algo que no hacían desde 1966—. Lennon parece estar a punto de quedarse dormido, como si no quisiera estar ahí, como si hablar de eso fuese la cosa más aburrida del mundo.

Fuera de ese momento algo duro de ver, esa segunda parte de la película original es la que vale la pena. Ahí está la magia, con un Ringo Starr presentando su canción “Octopus’s Garden” a George Harrison y a George Martin –el eterno productor de The Beatles— con un John Lennon que llega a la mitad y se sienta en la batería a seguir con el tema.

Y la cereza del pastel, claro.

Porque ya a esa altura del proyecto la banda necesitaba el gran final que era una presentación en vivo y en medio de toda la indecisión sobre el lugar, tomaron la decisión más sencilla e increíble: subirse a la terraza del edificio de sus oficinas y hacer una presentación ahí. Fue el 30 de enero de 1969 cuando The Beatles tocaron por última vez en vivo.

Estaban felices, sonaron bien, se divirtieron. Detuvieron el tráfico y el trabajo de la gente en esa zona de Londres por 42 minutos, cuando la policía subió y los obligó a parar. Y listo, así se acababa la historia.

Darle la vuelta a la mala onda

Pese a que ya para el final del documental, The Beatles se ven en todo su poderío y emocionan. La sensación que ha dejado ese trabajo es que la banda estaba ya quebrada, sin posibilidad de seguir adelante. Tanto que, siendo parte de su historia, la película no ha sido reeditada desde los años 80, que apareció en formato de home video.

En 1995, con la aparición de los especiales televisivos de The Beatles Anthology, algunos fragmentos de la película y un par de las canciones del concierto de la terraza fueron restauradas, pero nada más. La relación de The Beatles con “Let it be” siempre fue tirante.

En 2003, por la insistencia de McCartney, la banda lanzó “Let it be… naked”, un álbum que buscó recuperar la intención original del proyecto —solo The Beatles con Billy Preston— y quitar todas las orquestas y coros que colara Phil Spector, el productor que Lennon y Harrison llevaron a terminar el disco, algo que siempre molestó a Paul.

Ahora, con “The Beatles Get Back”, el turno es de la parte audiovisual. Sacar esa mala espina, no cambiar los hechos, pero sí dejar en claro que lo de Michael Lindsay-Hogg fue solo una parte de la historia, no toda. McCartney lo tenía en claro, cuando en 2019 habló con Howard Stern sobre esto, luego de revisar una primera versión del trabajo de Peter Jackson:

“Obviamente nos estamos divirtiendo juntos. Y ahora podrán ver cuánto nos respetamos entre nosotros y cómo estamos haciendo música juntos. Ha sido un placer ver cómo se desarrolla eso”.

Ringo no se ha quedado atrás. En el comunicado de anuncio del proyecto aseguró que “hay horas y horas de nosotros riendo y tocando. Había tanta alegría y creo que Peter lo va a mostrar. Creo que esta versión será más ‘paz y amor’, como realmente éramos”.

Así que la cita son este jueves, viernes y sábado. Seis horas de The Beatles como nunca antes se vieron. Con el plus de ver todo el concierto de la terraza en su totalidad —algo que no se ha visto en público jamás— y de ver cómo una banda de cuatro amigos, cerca del final, todavía podía quererse y pasarla bien juntos, a pesar de la ruptura que los estaba apartando.

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