Tartufo, el impostor de Moliére
Desempolvar un clásico del teatro universal para montarlo bajo los cánones de la comedia actual, en una puesta en escena de formato largo, ha sido todo un desafío y a la vez una satisfacción para Luis Coronel, productor y director de Tartufo.
Primero porque su Compañía de Teatro del Cuore, en coproducción con el Teatro Centro de Arte, integrará en este espectáculo -además de la actuación y un performance de movimientos corporales- música en vivo con dos violines, un violonchelo y un contrabajo dirigidos por Eli Gómez. Y segundo porque logró reunir a actores que vienen de distintas escuelas, algunos de mucha trayectoria, otros que regresan a las tablas y los de la nueva generación con cancha actoral y musical.
En esta producción, Lucho Mueckay tomará el rol del protagonista Tartufo, el vividor, mientras que Poen Alarcón interpretará a Orgón, el millonario ambicioso, y Xonia Varela a Pernelle, el poder encarnado en una mujer. Estos dos últimos actores serán la sorpresa particular para el público guayaquileño que no los ve hace unos 15 años en un papel protagónico. De ahí que el reparto tiene reconocidas figuras del cine y la televisión, como Adriana Manzo (Elmira), Héctor Garzón (Leal), Felipota (Ruth García), Aníbal Páez (Cleanto), y también participarán los cantantes Hanoi Mueckay (Dorina) y Diego Chiang (Damís).
¿Por qué revivir a Tartufo en el siglo XXI? Se le preguntó a Coronel, quien tuvo su primer encuentro con este personaje en 1999, cuando interpretó al joven Valerio durante su paso por el grupo Arte América
“Decidí montarla por la vigencia que tiene la obra, porque trata sobre la gente, de lo que es capaz de hacer por proteger sus propios intereses, lo cual es sumamente fuerte, duro y qué bueno poder hacerlo en la clave de la comedia, riéndonos, tal vez, de nosotros mismos pero reconociendo un poquito en todo eso”, dice el artista con 20 años en la actividad teatral.
Una trama reflexiva
La historia se desarrolla en la casa de Orgón, un acaudalado noble francés que ha caído bajo la influencia de Tartufo, un estafador que busca quedarse con todos los bienes de la familia y seducir a todas las mujeres de la casa.
Todo transcurre en medio de divertidas situaciones y emboscadas, pero que tienen un mensaje intrínseco: “nos obliga a reconocernos e increparnos a viva voz, usando como vehículo la comedia y los ingeniosos textos de Moliere”, señala su productor.
Jean-Baptiste Poquelin (Molière) estrenó esta obra para el rey Luis XIV (el Rey Sol) en 1664 y es inmediatamente censurada por 5 años por atacar a miembros influyentes de la corte. De hecho, la intención original de su autor a través de esta obra fue alertar al rey de las malas influencias que giraban en torno al palacio.
“Tartufo es un personaje extemporáneo en realidad porque la gente y el manejo del poder es algo que se da todos los días de nuestras vidas, aquel que tiene poder quiere manejar al que no tiene y aquel sabido le da la vuelta a todo”, asegura Xonia Varela, quien como Pernel dice que ha caracterizado a esta poderosa mujer desde la memoria del personaje en sí.
“Ella es el poder en decadencia, es la persona a la que le queda poco tiempo de vida, pero sabe que aun puede manejarlo todo y quiere seguir ahí”, confirma la actriz, quien se muestra feliz de regresar a las tablas después de 11 años de ausencia.
“Es la primera vez que hago Tartufo. Para mí el teatro de movimiento también es una técnica que me permite investigar un personaje sin que se parezca a mi propio rol personal, sino que vaya encaminado hacia la búsqueda de uno que se diferencie de los anteriores que ya he hecho”, cuenta Mueckay y agrega que la obra se desarrollará en dos actos con duración de una hora y media.
El montaje de un clásico pop
En palabras de Coronel, esta obra es una coreografía teatral que combina comedia textual y física.
“A este montaje lo llamé a mi manera como un clásico pop que significa que tiene toda la línea clásica en el manejo de una comedia del arte en clave de farsa que la maximiza pero profundiza en los textos”, asegura su director.
El vestuario -elaborado por la diseñadora Yolanda Bravo- hizo especial hincapié en detalles como las telas y los accesorios: cuellos, encajes, brocados y piezas. En el caso de los vestidos femeninos se respetaron las estructuras de la época como miñiraques, tules, pedrerías y corsets.
Sus perfiles estarán representados por el color de sus trajes. Con este planteamiento, Tartufo viste de negro y rojo por su personalidad oscura y demoníaca; Elmira, el color violeta por su forma de transmitir pasión, amor y energía; mientras que Orgón, como el dueño de casa, viste de dorado por ser el más codicioso.
El blanco fue diseñado para Damis por ser el joven de la familia y el más limpio de corazón; y el azul se aplicó a Cleanto por representar a un hombre aprovechador y vividor de la familia, como también el festivo y alegre.
En cuanto a la escenografía y mobiliario fueron diseñados y construidos por Edwin Bravo.
En tanto que el concepto estético se basó en colores que marquen la vitalidad del montaje, la corrupción y deshonestidad reflejadas en un espiral de 7 metros de altura y el círculo donde se desarrolla el juego teatral.
Tartufo de Moliére tendrá una única función el próximo 17 de agosto, en el Teatro Centro de Arte, a las 20:00. (I)