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Ecuador, 19 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Surinam suma las diferencias

Con una extensión de apenas 163.820 km2  -la mitad de   Ecuador- su riqueza cultural supera ampliamente esos límites y se podría decir que  concentra a los grupos étnicos más grandes del planeta: hindúes,  africanos,  chinos  y europeos.  

Surinam es una nación relativamente joven, pues a pesar de que fue fundada en el siglo XVII por los  holandeses y en varios períodos ocupada por los ingleses, es apenas en 1975 que logra su independencia y se constituye en el país más pequeño de Sudamérica, con  una población que bordea las 550 mil personas, es decir, una cuarta parte de Quito.

Desde el arribo al aeropuerto internacional  Johan Adolf Pengel, en la capital Paramaribo, hay  una ruptura con el imaginario del “latinoamericano”. Los surinameses hablan neerlandés e inglés  y se sienten familiarizados con el portugués debido a la cercanía con Brasil, por el intercambio comercial y la migración; pero el español es aún   una lengua lejana, incluso en los establecimientos comerciales y hoteles.

Es que su historia siempre estuvo ligada a Europa y después de la independencia Holanda continúa siendo su principal socio comercial. Al recorrer la ciudad -en vehículo o caminando-, la segunda diferencia con el resto de la región está en el estilo de conducir. Al igual que en Inglaterra, el volante está en el lado derecho del automotor y el carril de circulación es el izquierdo, por lo que es inevitable no confundirse a la hora de tomar un bus: la puerta también está del lado izquierdo.

Otra de las razones  para creer que se trata de un paraíso tropical en Europa es la arquitectura: viviendas que no superan las dos plantas y sin terraza, solo que la mayoría opacadas por el desgaste de los años. Incluso dependencias públicas como el Ministerio de Justicia y Policía ocupan instalaciones muy antiguas. A ello se suma un detalle aparentemente insignificante:   los tomacorrientes,  en Surinam, son redondos y tienen   tres clavijas, por eso los  hoteles se han visto obligados a disponer de  adaptadores para que los turistas  conecten sus dispositivos.

Pero más allá de esas formalidades, se trata de un pueblo que hace mucho superó las taras   ideológicas que comúnmente han llevado consigo el color de la piel y la religión. Sobre la misma cuadra de la calle Keizerstraat, en el sur de Paramaribo, están la   Mezquita de Keizerstraat,  donde oran los musulmanes y     la Sinagoga Neve Shalom para los judíos. A diferencia de lo que ocurre en Oriente Medio, allí los fieles de ambas comunidades viven en absoluta armonía, al punto que comparten el parqueadero.

 “Este es un país pacífico. Aquí nadie va a agredirte. Puede haber  delincuencia como en cualquier parte del mundo, pero no es común, y cuando ocurre  un acto de violencia, toda la población se conmociona”, aseguró Raúl (68 años), colaborador de un establecimiento comercial, quien  se sintió  complacido de que su ciudad haya sido sede del encuentro de Presidentes de Unasur, realizado  el viernes pasado.

Es que su distanciamiento con el resto de América del Sur es profundo. Por ejemplo,  las  cuatro aerolíneas que llegan a Surinam son del Caribe, Brasil y Holanda, por lo que es más fácil viajar a Europa que al Ecuador.

La nación aún sigue fuertemente ligada con Holanda y se estima que alrededor de 300 mil surinameses están radicados en ese país. Sin embargo, el actual gobierno de Desiré  Delano Bouterse, quien asumió la Presidencia pro tempore de Unasur, ha puesto énfasis en la integración regional y   ha priorizado   el aprendizaje del  español en las escuelas, contó Raúl, quien tiene dos hijos  en Europa.

En el ámbito comercial ocurre lo mismo. Debby Ramdien (51 años) es propietaria de uno de los ocho puestos de flores ubicados sobre la calle  Kleinewaterstraat, muy cerca del Palacio Presidencial.  Allí se exhibe una gama de especies que son, en su mayoría, importadas de Holanda y otras producidas en Surinam.  Un ramo cuesta entre 10 y 25 dólares, de acuerdo a la temporada. Para ella también fue importante que la Unasur haya escogido a Paramaribo para reunirse, pues dijo no recordar que otro evento de esa magnitud se haya realizado en la ciudad.     

Por las calles de Paramaribo se observan vehículos de gran cilindraje, pero Raúl aclaró que la mayoría son importados de segunda mano por los altos costos, pues en el  país no existe ninguna ensambladora. Pero  el ahorro no es mucho si se considera que el litro de gasolina cuesta 1,60 dólares, lo que equivaldría a casi 6 dólares por galón.

Debido a que la mayor parte del territorio es selva y la capital está rodeada de grandes afluentes -como el  Surinam, que se convierte en un límite natural de Paramaribo- la explotación maderera es una de las principales fuentes de ingreso, al igual que la minería, basada en la extracción del  aluminio y el petróleo (aunque en menor proporción), actividades que han encontrado   en los grupos ambientalistas  un aliado para garantizar el menor impacto.  

Lo único que sí paraliza la ciudad, cuenta su gente,  son los partidos del Real Madrid y del Barcelona de España, donde están sus ídolos.

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