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Sobre pasiones y traiciones, zánganos y zanganadas, culebras y culebrones

29-07-13-zangano

En un bello libro –Eloy Alfaro y Leonidas Plaza (Editorial Mar Abierto, Manta 2013), que el rector de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Dr. Medardo Mora, saluda como “una muy valiosa contribución a la bibliografía de nuestro país”- el historiador, investigador y novelista Gino Martini Robles presenta “la simbiosis entre Alfaro, Plaza y todos los sucesos que rodearon sus naturalezas, cuando el tiempo de la revolución trasponía tortuosos caminos en su tránsito a la gesta heroica de 1895 y la posterior permanencia en el Poder de ambos protagonistas” (Alfaro y Plaza Gutiérrez) como “el leitmotiv de esta Novela Histórica, porque no habrá una auténtica historia del liberalismo, ni estaría completa la vida de Eloy Alfaro sin conocer, aunque sea a grandes rasgos, la de Leonidas Plaza Gutiérrez, puesto que la revolución liberal muy pronto se dividiría entre dos facciones personalistas: el alfarismo y el placismo. División que (…) instituyó el eje de un dilatado tiempo del convivir político ecuatoriano (…) lo que impediría que esa gran transformación cumpliese (…) mejor su cometido”.

Interrumpo aquí para referirme ahora, al concepto zángano y, consecuentemente, a zanganear (holgazanear, “vagar”) y zanganada (el resultado de esa acción).

Otro concepto, que no tiene nada que ver con lo que estamos tratando, pero vale la pena consignar para evitar confusiones es el de zángano en tanto “fandango (canción o baile ejecutado por una pareja con acompañamiento de castañuelas al compás 3 por 4 o 6 por 8 (…) originario de Málaga, de procedencia folklórica y asimilado al flamenco a partir de la segunda mitad de siglo XIX)”.

En su origen, zángano es la abeja macho, cuya función única es mantener productivas a las laboriosas abejas hembras.

Zángano, entonces, no es en su origen “un bueno para nada” o, como lo proclama el mataburros, “un individuo sin gracia e inoportuno“, “una persona holgazana que no trabaja ni hace nada de provecho” (un vago, pues), ya que como abeja macho cumple un rol social, tiene una obligación que cumplir: no es un chulo ya que no vive de las abejas: es, más bien (¿más mal?) un explotado sexual.

En su origen, zángano es la abeja macho, cuya única función es mantener productivas a las abejas hembras.Es, por lo tanto, injusto que con ese origen, la palabra zángano se haya cargado de la vacuidad de los que actúan sin responsabilidad y al margen del bien individual y colectivo.

Pedine, Elano, Ganzo, Pinga, Garza, Kaká, Calato, Verga, Mea, Güebón, Grueso, Delgado, Pico y Cuca no son sino palabras -más concretamente, apellidos y algún nombre- que inocentemente, solas y sin conectarse, incluyen significados que, sin el menor sentido, solo sirven para zanganear, al margen del buen o del mal gusto.

Como Pedine, por ejemplo, que nos remite a los gases que tanto avergonzaban a Hitler y sus pretensiones de superioridad racial, de quien sabemos hoy que sufría de flatulencias.

O Elano, que fácilmente se convierte en “el ano; “también la suma de mea y grueso, la expresión kaká (has caca o cagá), dicha en el habla serrana, etcétera.

Estos excesos de significación irrumpen muchas veces según el lugar en que se emite la palabra, como le sucedió al general Pico cuando gallardamente se cuadró ante la bella dama que le presentaban y le dijo: “General Pico, para servirle”, cayéndole en el acto el guante del esposo de la aludida, desafiándolo a duelo, y eso porque el general Pico, oriundo de Atuntaqui, no sabía que Pico, en Chile, es el nombre del miembro masculino.

Cuentan que a Gabriela Mistral, en México –donde al que sabemos le dicen “chile”- la pifiaron junto a un larguísimo NOOOOOOOOOOOOOO- OOOO, cuando al terminar una conferencia en Bellas Artes, cerró con un lugar común (con broche de oro, según ella) diciendo: “Solo me cumple ahora subrayar: México para los chilenos y Chile para los mexicanos”.

Y asi podríamos pasarnos zanganeando (inmersos en la ingeniosidad barata y sin posibilidades creativas, estancados en vaguedades, lejos del humor, arma crítica incomparable, hundidos en el chiste vulgar.

Por último, culebras y culebrones tiene que ver con los préstamos de los chulqueros, cuya modalidad actual agrega a los altos intereses y otros abusos el cobro bajo amenazas de violencia, incluida la muerte.

De esta modalidad se dice que es importada de un país vecino, y que son sus nacionales quienes la practican. Punto final posible, entonces, vía chulqueros y sus nuevas modalidades.

Para recurrir a ellos, tengamos presente que ya no son los de antes y que no es lo mismo agua de Tesalia que Te salía agua. Ni un velorio, reunión social de los pobres, siempre tan cercanos a la muerte, que un matrimonio, tan de la vida, y de pelucolandia.

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