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Sinfónicas esperan que reglamento de ley contemple la figura de juntas directivas

A través de un concurso público el maestro armenio ha dirigido la OSG desde 2002.
A través de un concurso público el maestro armenio ha dirigido la OSG desde 2002.
Foto: Archivo / El Telégrafo
21 de diciembre de 2016 - 00:00 - Redacción Cultura

El anterior 13 de diciembre se realizó la última reunión del directorio de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil (OSG). En ella, Jorge Saade, presidente de la OSG y representante del Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCyP), le notificó al maestro David Harutyunyan la decisión de la cartera de Estado de no renovar su contrato como director artístico. Saade, quien no estaba de acuerdo con la decisión, renunció al directorio después de notificarlo.

Harutyunyan dirige la OSG desde 2002, luego de ganar un concurso internacional, y alega que su salida no responde a un tema político, incluso, señaló que ya había considerado dejar la institución desde julio pasado. Esta decisión estaría vinculada por desacuerdos con la política cultural.

El armenio, nacionalizado en 2008 por el presidente Rafael Correa, considera que la normativa veta la capacidad de decisión de la dirección orquestal, aludiendo que toda la cultura sería manejada desde el ministerio y señala que no estaría dispuesto a perder su autonomía artística. Pero enfatizó que “habrá otra persona que no tenga problema con eso”.

El ministro de Cultura, Raúl Vallejo, considera que Harutyunyan “no ha leído la ley y está haciendo una interpretación politiquera apelando al fantasma del regionalismo”, y agrega que el director saliente no menciona la situación irregular de la orquesta. Vallejo, en una entrevista telefónica con este diario, resalta que 41 de los 85 músicos de la institución no tenían nombramientos desde 2011.

“En septiembre casi se desbarata la OSG porque se le terminaba el contrato a los músicos. El director administrativo (Gorky Elizalde) no había previsto el presupuesto para su renovación y muchos contratos no podían renovarse por ley. Tuve que hacer una reforma financiera, dar presupuesto, ver la manera como esos músicos no quedaran en el desempleo y empezar un proceso que debió hacerse hace tres o cuatro años: la normalización de los músicos para que el próximo año podamos pedir al Ministerio de Finanzas las partidas respectivas y sacarlas a concurso”, dice Vallejo.

Dentro de este proceso, el Ministerio de Cultura también considera homologar los sueldos de los directores de orquesta del país. Desde 2011, Harutyunyan renunció a su nombramiento de director titular por el cargo de director artístico, propuesto por la Junta Directiva de la OSG. A través de esta figura mantiene un contrato de prestación de servicios que lo faculta a ganar el doble del resto de directores: $ 4.500 y no los $ 2.200 que establece la partida presupuestaria de su cargo.

Vallejo agrega que la ley tampoco contempla quitar la sede de la institución, que es el Teatro Centro Cívico, en el sur de la ciudad. El espacio tiene problemas de infraestructura desde el pasado abril, tras el terremoto que sacudió el país. En septiembre, Harutyunyan dijo que la institución asumió el costo de varios arreglos, sin embargo, el lugar aún no estaba habilitado para su funcionamiento. De acuerdo a Vallejo, la cartera de Estado intervino el teatro para reparar daños mayores.

La Ley de Cultura incluye a las orquestas sinfónicas de Guayaquil, Cuenca, Loja y la Nacional en el Subsistema de Artes e Innovación. Estas se establecen en la ley como “entidades operativas desconcentradas con autonomía administrativa y financiera adscritas al instituto para el fomento de las artes, innovación y creatividad”. Sin embargo, en la normativa no se estipula la figura de los directorios a través de los cuales operan actualmente las orquestas del país y que sería una preocupación general de todos los directores titulares.  

En un comunicado del MCyP, tras la renuncia de Harutyunyan, se dice que “la ley homologa los modelos de gestión de las orquestas en el país y garantiza su correcto funcionamiento en los aspectos administrativo y financiero, enfocados en lograr la excelencia artística y una mayor vinculación con la comunidad. El presupuesto, además, no se reducirá, sino que se incrementará de forma planificada en los próximos 4 años, hasta alcanzar la situación ideal”.

El director de la Orquesta Sinfónica Nacional, el músico Álvaro Manzano, dice que la desaparición de las juntas directivas en la ley “asustó al sector”, sin embargo, de acuerdo a diálogos que ha mantenido con el MCyP, considera la opción de que en el reglamento se agregue la figura de las juntas directivas.

Manzano indica que esta figura (el directorio) es la mejor manera de manejar la orquesta internamente. “Externamente podrá hacerlo el ministerio, pero las orquestas deben tener un organismo que las dirija desde adentro, en función de conciertos, operación, resolución de problemas. Es un organismo vital”.  

De acuerdo a la cartera de Cultura,  la dirección musical de la OSG será encargada desde enero de 2017 al músico lojano y actual director de la Filarmónica de Guayaquil, Patricio Jaramillo. Ese mismo mes iniciará el proceso del concurso para nombrar al nuevo director. La selección será a mediados de febrero y contará con la participación de un jurado compuesto por dos directores extranjeros y uno nacional. En el concurso podría participar el propio maestro Harutyunyan, si así lo deseara.

El ministro de Cultura y Patrimonio fue crítico con la gestión de este último año de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil respecto al número de conciertos en pleno que dieron este año – la mitad en comporación con el resto de Orquestas del país (ver cuadro)-. Esto, de acuerdo a una entrevista el pasado mes de octubre con el maestro David Harutyunyan estaría relacionado con la afectación del Teatro Centro Cívico tras el terremoto. Para Vallejo, es cuestión de gestión. Sin embargo, durante ese periodo la institución se dividió en grupos de cámara llevando conciertos a distintas instituciones públicas y privadas.

A pesar de que esos conciertos, podrían pensarse como una forma de acercar la Sinfónica a la sociedad, Harutyunyan consideró entonces que “no es cuestión de tocar en muchos lugares para que le caiga bien a alguien y empiece a gustarle la música sinfónica (...) siempre he discutido con mis oponentes de diferentes sectores políticos filosóficos que dicen que hay que salir de la élite y no se dan cuenta de qué es para ellos la élite. Esta élite (la música sinfónica) no tiene nada que ver con la cuenta bancaria, está en la cabeza, eso nos separa. No importa qué cantidad de dinero tengas en tu cuenta bancaria, si viajas a Miami o al Puyo, el arte académico fue creado por la élite intelectual y filosófica y es para esta élite intelectual y filosófica”.

Para Harutyunyan considerar que hay que popularizar la música clásica significa “arrancar el arte a una esfera que no tiene capacidad de digerir este trabajo ¿quién sufre? La gente que debe escuchar y no tiene idea de lo que están tocando y la gente que está representando. Es un grave problema cívico y social que vivimos acá. Las instituciones (como la Orquesta) no deben asumir ese rol”, dijo.

Hurutyunyan, quien laborará hasta fines de este mes, se despidió ayer de su público con un recital que mezcló música clásica con rock que ofreció en el Teatro Sánchez Aguilar.

Asegura que no abandonará los escenarios y continuará componiendo. "Tengo otros proyectos que en un futuro los daré a conocer". (I)

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