La película se exhibirá en cines el 2 de septiembre
Sin muertos no hay carnaval, en butacas del cerro
“Hola... Última llamada a los moradores del sector Tres Bocas, en Voluntad de Dios. En esta noche nos traen la película Sin muertes no hay carnaval. Perdón. Sin muertos no hay carnaval. Invitamos a todos los moradores del sector. La película ya va a comenzar por eso los estamos invitando para que desde el comienzo observen y saquen ustedes mismos su conclusión de lo que se está dando”. El maestro de ceremonias suelta el micrófono sin alejarlo demasiado y se escucha en el altavoz “estoy aprendiendo”.
Le preguntan a Sebastián Cordero, director de la película, y a su equipo, cuándo será el estreno mundial. “Es que sale mi hijito, mi nieto, mi cuñada y mi hermana que está en España quiere que le manden para verla”, dice María a la espera de la función junto con su familia: su nuera, la mascota de la casa y su nieta. Igual que la familia García, sacan sillas plásticas de su casa y hasta una llanta de reciclaje “por si no alcanzaban los puestos”. Las acomodan afuera del recinto donde se levanta una pantalla enorme —aparentemente más grande que las del cine— inflable y resistente al viento del verano guayaquileño. “De aquí veo mejor”, dice la nuera.
Jorge junto a su hijita de 6 años, se acomodan desde el pequeño balcón que construyeron en la casa, hace cuatro años, en los cerros que rodean Voluntad de Dios. Quieren ver el filme en el que participaron los vecinos hace un año. “Es tan grande que desde aquí se ve. Primera vez que se ve aquí una pantalla y va estar buena porque bastante gente vio lo que hicieron, hasta muertos hubo”, dice.
En el recinto donde se levanta el escenario estuvo, durante el rodaje, la casa del abogado Lisandro Terán, el personaje que interpreta Andrés Crespo, también guionista del filme. Ahora, rodeada de planchas de zinc, es el lugar de encuentro. Hay 100 sillas blancas plásticas que sirven de butacas. Están copadas de niños inquietos y sus padres.
“Esta película está calientita como el pan a las cinco de la mañana. Vengan todos a divertirse y a sacarse el estrés porque la película está buenísima y parte de la película fue grabada en este sector”, dice el maestro de ceremonia antes de que inicie la proyección.
“Tengo un poco de nervios -dice Cordero, vestido igual que algunos moradores, con la camiseta tricolor del equipo de fútbol que protagoniza la película-. Espero que les guste, es una película de mucha tensión, dura, que plantea cosas que no siempre son fáciles de enfrentar. Espero que sientan que la película refleja una realidad que se vive aquí y en todo el país”.
Sin muertos no hay carnaval es la historia de Voluntad de Dios, de los alrededores de Monte Sinaí, de cómo se ha construido la ciudad: la población crece desmesuradamente y encuentra lugar para vivir desplazando la naturaleza, en terrenos que se venden a bajos precios y que esperan legalizarse en algún momento a cambio de un proceso en el que hay mentiras, enfrentamientos y muertos.
“Así es que se paga la plata aquí”, dice José, mientras transcurre la película. “No te metas allí que te van a matar... te dije”, repite durante la trama. Tiene claro el guion. “Mira, mira allí estás”, se dicen los niños mientras se reconocen en el filme.
A media película llegan algunos padres. “Ya es hora de ir a dormir”. Entonces, Adriana, una de las espectadoras más atentas, deja de grabar el filme en su celular y va a casa, como otros niños. Tal vez pueda repetirlo e imaginar lo que sigue. Cuando la película termina la gente de Tres Bocas espera ver su crédito en pantalla sin dejar de aplaudir. (I)