“Ser ecuatoriano es vivir la paradoja en todos los niveles, pero a plenitud”

La imponente sala poscolonial de la Circasiana estaba tan llena, que varias  personas  escucharon  la presentación del libro Ecuador Retratos de pie, desde el umbral de la puerta. La mayoría, desde luego, lo hizo cómodamente sentada bajo el antiguo artesonado, con las cabezas inclinadas hacia la derecha, muestra evidente, diría un psicoanalista, de la concentración prestada a las palabras ofrecidas, primero, por Doris Soliz, ministra de Inclusión Económica y  Social (MIES), a través de un micrófono rebelde que se empecinó en entrecortar las frases. 

En su presentación, la gestora fundamental de la publicación, refirió que el libro español Los Andaluces fue el referente, pues la llevó a pensar que si bien en Ecuador se han publicado libros sobre la población indígena, nunca había visto  retratado en uno toda la diversidad del pueblo ecuatoriano. Algo que consideró como un deber al asumir la cartera de Estado que dirige.

“En este libro tenemos a hombres y mujeres, niños y niñas, jóvenes y viejos, costeños, serranos, amazónicos, galapagueños, toreros, artistas, ecologistas,   petroleros, maestros, cuidadores, médicos, pescadores, amas de casa, deportistas; un auténtico mosaico de color y  de diversidad que ha pretendido contener lo que somos los ecuatorianos”, dijo. Concluyó su intervención con una frase contundente: “Ser ecuatoriano es vivir la paradoja en todos los niveles, a plenitud”

Luego Orlando Pérez, director de diario EL TELÉGRAFO, se refirió al libro como un regalo para la cultura del país. Felicitó a los fotógrafos por la guerra que le dan a la banalidad y a  la superficialidad. Aseguró que “nuestros misterios y encantos están en las miradas de estos rostros y retratos. Al verlos nos vemos, al sentirlos nos sentimos, al analizarlos y admirarlos nos analizamos y admiramos”.

Instó a los que asistieron a reflexionar (con base en las miradas de alegría del libro) en la tristeza que se nos ha atribuido a los ecuatorianos, así como a conversar e intercambiar opiniones sobre las emociones que provocan las imágenes.

Señaló a continuación la cantidad de libros de calidad que se publican actualmente en el país y que no son difundidos por la prensa comercial por ser, al menos dos de ellos,  ministros de este Gobierno.

Pérez criticó la inmensa cantidad de fotografías que se toman en la actualidad y publican. “Fotos -dijo- que nunca podrán reemplazar a la profundidad de imágenes del libro que presentamos hoy (jueves pasado), en la medida que estas nos permiten forjar identidad”. 

Y acotó: “El ecuatoriano de estas páginas es bondadoso, potente, marcado por las búsquedas y en constante contradicción con los encuentros. La ecuatoriana  porta una belleza de una honda ternura y de una inmensa felicidad, de unos corajes acumulados y también de unos dolores imbricados”.

Más tarde, Pedro A. Cantero, coordinador de la publicación, optó por alejarse del podio y del micrófono rebelde. Se paró ante el auditorio con su barba blanca y su poncho rojo, y citó, con acento andaluz, a Augusto Sander (fotógrafo cuya obra de denuncia social fue destruida por el nazismo) como a su inspiración.

Él ofreció pormenores del proceso de  elaboración del libro y recordó a la inmensa cantidad de ecuatorianas y ecuatorianos que fotografió en cada una de las regiones del país, para dar testimonio de la  diversidad humana, del matrimonio que se ha establecido entre la tradición y la modernidad  y de las historias personales que cuentan las imágenes.  “Es un libro visual que recomiendo leer, no solo hojear, es un caleidoscopio que  requiere que uno se pare en una imagen y se deje conmover”, señaló.  
Concluida la presentación, Cantero recordó que el Ecuador que conoció antes de la Revolución Ciudadana: “...era una nación sin Estado, un país desarticulado,  vandalizado, mientras que hoy es  una patria digna en la  que la gente no se avergüenza, cuando sale por el mundo, de decir que es ecuatoriana”.

Fernando Cordero,  presidente del directorio del IESS, calificó a Ecuador Retratos como un libro hermoso  por su calidad gráfica y permite  descubrir que, siendo tan diversos, habitamos en un país en el que se lucha por una sociedad de iguales.

Por su parte, el poeta  Julio Pazos  dijo que se trata de una publicación  bien tratada en la que consta  toda nuestra diversidad y que era necesaria publicar, mucho más si se considera que hace algunos años había visto en un libro de fotos sobre Esmeraldas, únicamente a personas blancas.