Los saraguros no dejan su vestido negro y su sombrero
La tarde comienza a caer. El frío envuelve a los habitantes de Tuncarta y Oñacapa, pequeñas comunidades de los saraguros, en la provincia de Loja.
Una pareja de habitantes camina con una acémila hacia su hogar antes de que la lluvia los tome desprevenidos. Ellos visten sus típicos trajes de color negro.
Unos pocos niños juegan en la vía pública, que no es más que una carretera de tercer orden de tierra y con huecos por la falta de mantenimiento.
Rosa Elena González Saca, en sus terrenos a un costado de la vía, peina a su hija, mientras en su espalda descansa otro de sus pequeños.
Para pasar a su patio hay que cruzar por una puerta de alambre y recorrer unos cinco metros de camino angosto. Es un patio de tierra, pero muy acogedor; en sus paredes están colgados ropajes de color negro, típicos de los que utiliza la mujer de Saraguro.
La vestimenta de los pobladores de este cantón, según el libro “Saraguros Fiesta y Ritualidad”, muestra un cambio evidente en la década de los 50. Antes de esta época, los varones usaban en el torso una especie de chaleco llamado cushma y sobre esto el poncho. “Pero desde la década de los 50, por los procesos normales de modernización, se agrega a la vestimenta la camisa blanca”.
A esto se suma un cinturón negro de cuero con perillas de plata y arriba de los pantalones tradicionalmente se coloca un zamarro de color blanco.
La elegancia de la mujer
Deysi Velepucha, habitante de Oñacapa, viste un sombrero de lana que es hecho con lana de borrego, un collar de múltiples colores, fabricado con mullos, el anaco y señala que el “tupo”, es un adorno que utiliza comúnmente la mujer en su vestimenta.
El “tupo” es una joya hecha de plata, con forma de un gran alfiler, decorada con perlas o piedras de color. La prenda se ha mantenido por años y cada mujer usa como una especie de prendedor. “Esta se usa para sostener la prensa que adorna el atuendo”, dice Deysi.
Deysi Velepucha luce el atuendo de la mujer saraguro. El mismo es usado para salir al centro cantonal o también para las festividades.
Añade que la vestimenta color negro se utiliza porque mantiene el calor en épocas frías que suelen darse sobre todo en los meses de agosto, septiembre hasta diciembre en el cantón. No es el signo del luto por la muerte de inca Atahualpa, como sostienen algunas personas.
La aparición de las blusas bordadas y llenas de colores, al igual que en el caso de los varones, aparecen también en los años 50. Antes de esto las mujeres se cruzaban dos bayetas de hilo de lana de borrego del hombro izquierdo a la parte derecha de la cadera y de hombro derecho a la zona izquierda de la cadera.
El “tupo” no puede faltar entre la mujer del cantón Saraguro. Esta prenda tiene incrustaciones de plata y es adornada con piedras de colores.
El sombrero y su confección
Rosa Elena González Saca indica que la confección de un sombrero le puede tomar una semana, en algunos casos más. “Todo depende cómo está el clima”, señala y agrega que el secado del mismo toma su tiempo, puesto que la lana de borrego es húmeda y solo con el calor del sol se puede conseguir un buen acabado.
En la familia Velepucha-González, todos trabajan para elaborar esta artesanía, que dicho sea de paso es pesada. Los sombreros se elaboran sobre todo para las fiestas cívicas locales del 10 de marzo y el 26 de septiembre. (I) et