San Martín quiso que un príncipe gobernara Perú
El 26 de julio de 1822, Simón Bolívar y José de San Martín no se reunieron para deliberar sobre el futuro de Guayaquil como lo refleja el Hemiciclo de la Rotonda que sigue imponente en el Puerto Principal.
Por 181 años reinaron el misterio y una artillería de elucubraciones sobre la esencia de aquella entrevista que estos próceres entablaron; sin duda las especulaciones forjaron parte de sus leyendas y la gloria de la ciudad en cuestión.
Es conocido que los escritores y los enigmas se atraen, están imantados y, en este caso, entre otros, Jorge Luis Borges, el gran literato argentino, también, trenzó con una perspectiva filosófica una versión que aclare la charla más incógnita de la historia latinoamericana en su cuento Guayaquil.
El texto ofrece las posiciones de dos intelectuales sobre el carácter del encuentro producido entre Bolívar y San Martín; también la suerte de la Perla del Pacífico se discute en el telón de fondo.
Frente al trabajo de Borges, el historiador colombiano Armando Martínez Garnica, con la picardía temblándole en los ojos, explica que “hasta ahora existía un cúmulo de obras literarias sobre lo ocurrido, se pensaba que los guayaquileños entraron a las malas a la Gran Colombia porque Bolívar le ganó en poderío a San Martín, pero no es tan cierto”. Incluso en 1834 apareció una carta ficticia en que San Martín le reprochaba a Bolívar por eso.
Tuvieron que pasar casi dos siglos para que se hallara un filtro de luz entre tanto rifirrafe de interpretaciones. Hace dos meses, desde el río de Oro en Bucaramanga, llegó hasta las montañas quiteñas el académico Martínez Garnica. Tenía una misión entre ceja y ceja: culminar su investigación de posdoctorado La experiencia colombiana (1820- 1830) en la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB).
Martínez Garnica juntó y sistematizó información en una faena que lo convirtió en erudito de esa materia. Pero uno no sabe hacia qué suerte puede conducir el azar.
En el proceso investigativo, el profesor Martínez acudió al Archivo Nacional del Ecuador para revisar documentos de la Serie Presidencia de Quito. Ahí abrió tres cajas que fueron donadas en 1970 y encontró “cartas firmadas por José Gabriel Pérez, el edecán de Bolívar”.
Extrañado por el hallazgo que nada tenía que hacer en esta área ni en este país, las ojeó una por una. Un instante la lectura arreció su curiosidad y una certeza: “esto hay que publicarlo”. Con la brevedad y carraspeo del acento bucaramangués, el profesor afirma: “La carta que certifica el tema que trataron El Libertador y el Protector del Perú en 1822 estaba colocada en la cajita 595 Volumen 1 del Archivo Nacional”.
Finalmente se podrían atar los cabos sueltos de un suceso que dio apertura al lado romántico del entendimiento de la historia en estos territorios.
La UASB publicó el pasado 24 de junio, casualmente el día del natalicio de Simón Bolívar, 3.000 ejemplares de Procesos (Revista Ecuatoriana de Historia), la cual contiene, por un lado un análisis de la “famosa” entrevista entre los históricos prohombres realizada por el profesor Armando Martínez y, además, la transcripción de esa carta con sus respectivas imágenes. “Apenas un párrafo se le dedica a Guayaquil en este documento”, explica Martínez y agrega que “la anexión de Guayaquil a la Gran Colombia se debió a la voluntad política y militar del Libertador”.
La carta fue expedida 3 días después de esa mítica reunión, el 29 de julio de 1822, y en ella se lee que fue dirigida al “señor Yntendente del Departamento de Quito Antonio José de Sucre”.
En esas páginas, el secretario José Gabriel Pérez certifica que “el 26 a las 9 de la mañana entró en esta ciudad el Protector del Perú” quien “manifestó a Su Excelencia Simón Bolívar su amistad colmándole de elogios y exageraciones lisonjeras”. A continuación, San Martín indicó: “... debería venir de Europa un Príncipe solo y aislado a mandar el Perú. Su Excelencia Bolívar dijo que en América no convenía ni a Colombia tampoco la introducción de Príncipes Europeos porque eran partes eterogéneas a nuestra masa, y que se opondría a ello si pudiese”.
El secretario J. G. Pérez concluye: “es de presumirse que el designio que se tiene del Perú es el de erigir una Monarquía sobre el principio de darle la Corona a un Príncipe Europeo con el fin de que tenga más popularidad en el pays o más fuerza de que disponer”.
En otra de las cartas, se narra la inquietud que Bolívar tenía sobre la libertad del Perú y el Libertador ordenó que se fabricasen implementos de guerra para los soldados porque ingresarían al Perú.
Según Martínez “la liberación del Perú y de Charcas, que se convirtió en Bolivia, se hizo con 4.000 hombres de la provincia de Quito que fueron llevados con sus zapaticos nuevos hasta Junín y Ayacucho. Pero los ingratos peruanos, que no agradecen nada, luego, vinieron a bombardear Guayaquil e invadir el Ecuador, y fueron derrotados en la Batalla de Tarqui. Es claro que quienes financiaron la independencia del Perú fueron los quiteños y guayaquileños que aportaron las embarcaciones”. Agrega que las copias son maravillosas porque permiten conocer qué ocurrió en el sur en el periodo 1822 -1828.
Al parecer, Martínez comprobó que lo único real es el azar y la búsqueda en el sitio oportuno.