Una Samba para Quito
Con el montón de influencias que la colman, una madrugada despertó en Michigan, EE.UU., soñando con Quito querido, pero la melodía que le vino a la mente no fue un pasillo ni un sanjuanito.
“Tenía una melodía entera de una samba en mi cabeza; agarré la grabadora y en sueños empecé a grabarla”. Esa fue la génesis de la Samba para Quito que Cecilia Dávila le regala a la urbe por sus 485 años.
“Me desperté pensando en ti, saboreando el azúcar y el maní/ segura de que al salir el Pichincha, el Cotopaxi están ahí/parece que saldrá el sol/ hoy no llueve porque ayer ya granizó”, dicen las primeras letras de esta canción.
Fue un momento en que extrañaba el caos de su Quito, el tráfico, la lluvia, su gente, las calles. Era 2016 y cursaba una maestría de la cual se graduó con una tesis sobre la samba brasileña y la marimba ecuatoriana.
“El samba o la samba es una música muy alegre y muy feliz; y para mí Quito es una ciudad muy alegre, con todas sus imperfecciones, con su caos en el tráfico, en el clima, pero es una ciudad que amo y esta canción fue hecha desde el cariño”, dice.
Cecilia espera que este tema sea bien recibido por el público y por eso se esmeró en el video que colgó en YouTube, donde ya registra más de un millón de reproducciones.
El video es un paseo por Quito con paraguas, para sortear las inclemencias del tiempo, en extremo variable en esta ciudad andina ubicada a 2.850 msnm. Es una especie de redescubrimiento de esta urbe patrimonial, que invita a visitarla a través de las imágenes.
“Creo que puede haber gente que critique y diga por qué un samba y no un pasillo, por qué no un pasacalle, y yo digo y por qué no un samba”, alega esta compositora, cantante y catedrática que ha irrumpido silenciosa en el pentagrama nacional.
Samba para Quito es uno de los ocho temas que integran su primer disco en solitario Efecto Muaré, producido por ella y por Daniel Orejuela. El primer tema es Necesito gente; le siguen Verde vals; Tomarte lento; Malherida; Vértigo; Inexplicablemente lento y Mejor así.
“Los temas que siento que son un poco más fuertes o comerciales, son Necesito gente, que tiene influencia de marimba esmeraldeña, es un bambuco; y el otro es la Samba para Quito”, señala.
Inexplicablemente lento le valió el tercer premio del Concurso Nacional de Jóvenes Compositores del Pasillo del Museo de Música Popular Julio Jaramillo en Guayaquil (2017).
Ella había soñado desde niña con ser cantante o músico, lanzar discos y ser famosa, pero desconocía cuánto sacrificio demandaba cada proyecto. Algunas de las canciones de este primer disco estaban grabadas hace mucho tiempo.
Cecilia Dávila ha representado al país en EE.UU., Colombia, Cuba y la India. Foto: Cortesía.
En 2016 tuvo suerte de ganar un fondo concursable del Ministerio de Cultura y Patrimonio por $ 8.000 y con eso pudo pagar la grabación de los temas, que durmieron el sueño eterno hasta que pudo hacer la mezcla y masterización.
Con estos fondos alcanzó a pagar arreglos, el estudio de grabación, la comida. “Después de grabar hay que editar, mezclar, masterizar, hacer el diseño, imprimir, y distribuir el disco, todo lo cual lo asumí yo sola”, describe.
Por eso lamenta que los procesos para tener un disco sean un poco tortuosos y largos. “Definitivamente, el Estado tiene que apoyar más a la cultura”, asegura, al señalar que solo así el disco podrá cerrar su ciclo para la difusión.
Lo otro que dificulta el camino es que si no se graba un video, no se escucha el tema ni el disco. Por eso en el año 2018 se le ocurrió pedirle a un amigo que hicieran una grabación audiovisual con este tema porque era lo que más fácil se le hacía.
Cecilia Dávila participa en varios proyectos como La Tunda y el Ensamble Vocal Fantasía, con el que participó en el disco De alma y voces.
En 2018 dio clases en Swarnabhoomi Academy of Music, en India. Ahora es profesora en la Universidad de las Américas, donde procura formar en sus alumnos el amor por la música y la crítica de este arte. (I)
Foto: Cortesía.